Amantes, por Carlos M. Montenegro

Se entiende por amante (llamada también querida) a una persona que acompaña sentimentalmente a otra en una relación habitualmente sexual; sin embargo el Diccionario de la Lengua Española (DLE), en su primera acepción dice que amante es “el que ama”, así de simple. Pero a la hora de la verdad no es tan sencillo de definir, ya que a través de milenios, al vocablo se han ido incorporando nuevas categorías, acepciones y matices. En la actualidad amante puede ser alguien que entrega amor real, tanto que pudiera ser capaz de acompañar a su amado hasta la misma muerte como dice Joaquín Sabina en su canción “Contigo”: “…y morirme contigo si te matas, y matarme contigo si te mueres, porque el amor cuando no muere mata, y los amores que matan nunca mueren…”.
Aún en nuestros días, el término se suele referir peyorativamente al de una amante femenina mantenida por alguien que está casado con otra mujer, y que le proporciona una vida confortable a cambio de placeres sexuales.
Ante la opinión pública no gozaban de buena prensa, pero a medida que una amante se desenvolvía en ambientes sociales más encumbrados solía ser tratada con mayor condescendencia. Cuando los amantes eran personajes pertenecientes a la alta burguesía, al gobierno del país, o frecuentaban habitualmente los ambientes palaciegos regentados por la nobleza, o incluso la misma realeza, pasaban a definirlas como cortesanas, por aquello de frecuentar la corte.
Lógicamente el casado que mantiene una amante, se entiende que es un hombre infiel. A pesar de que los límites para precisar qué es una infidelidad suelen ser controvertidos, en cosas del amor al menos, se es infiel desde el momento en que se adultera el pacto conyugal de exclusividad afectiva y sexual contraído con el cónyuge»
De hecho, lo de tener amantes no siempre ha sido reprobado socialmente. Hubo épocas en las que la infidelidad fue incluso aplaudida, especialmente desde el lado masculino. Podía ser comprensible hasta cierto punto en los tiempos que las bodas eran pactadas con antelación entre las respectivas familias, con frecuencia entre adolescentes, casi niños, que a veces ni se conocían y sin que hubiera ni un resquicio de afecto por medio. El matrimonio era entendido más como una gestión de provecho familiar que como una ceremonia para el amor. Sin embargo, aunque aún quedan secuelas, los matrimonios por pacto se van acabando o van en esa vía. Pero la infidelidad no desaparecerá, el ser humano debe llevarla diluida en lo más espeso de su sangre, pero ahora ha pasado a otro plano, pienso que con diferentes formas aunque con el mismo fondo. O sea, que amantes no faltarán.
Además de la amante de libro, es decir según la definición clásica, existe un número de amantes no mensurable, ni en cantidad ni en variedad. Hay las que mantienen a sus amantes, como Catalina La Grande, emperatriz consorte de Rusia que además de ser infiel a su marido con Serguéi Vasílievich, el chambelán de Palacio, que se convirtió en el primer amante de la zarina, al que tambien bien le fue infiel con otros a los que mantenía lujosamente, como Charles Hanbury Williams, hijo de un herrero galés, o al joven Estanislao Poniatowski, que sería el último rey de Polonia, y a todos ellos les dobló la página con Grigori Orlov, el jefe de la guardia real Pedro III, su esposo, cuyo reinado duro menos de 6 meses pues Orlov se sublevó, depuso al zar y proclamó a Catalina, su amante, como Emperatriz Autócrata de todas las Rusias durante 34 años, hasta su muerte.
También hubo otras mujeres que si bien no fueron las esposas ante la sociedad, sí fueron grandes amores y musas inspiradoras de reyes, políticos, presidentes y escritores. Hombres que pasaron a la historia por sus grandes logros; tambien los hubo causantes de terribles tragedias, liquidadores de comunidades enteras, hombres que con su malhacer han dejado marca en la historia de la humanidad pero para mal, sin haber sabido sacar provecho de lo bueno que posiblemente recibieron de sus amantes. Les apunto unos cuantos nombres de mujeres que, para bien o para mal, influyeron y son parte protagónica de la historia.
Clara Pettacci. La eterna enamorada del dictador Benito Mussolini. El duce fascista estaba casado con Ráchele Guidi, pero Clara lo buscó insistentemente hasta que consiguió una cita con él, lo conquistó y lo siguió hasta el final, al punto que murió con él. Ambos fueron fusilados y posteriormente colgados boca abajo, y ultrajados por la muchedumbre en una bomba de gasolina en la plaza del Logo de Milán
Alicia Urrutia. Era sobrina de Matilde, la tercera esposa de Pablo Neruda. Matilde, acogió en su casa a su sobrina al ser abandonada con su pequeña hija, sin prever que su marido se enamoraría de ella. La esposa los descubrió, pero el romance sólo terminó con la muerte de Neruda.
Marilyn Monroe. A pesar de sus tres matrimonios anteriores, su romance con el presidente John F. Kennedy, casado con Jacqueline Bouvier, fue lo que la persiguió hasta su último día, incluso se dice que razones de Estado pudieron haber tenido algo que ver con su aún no bien aclarada muerte. También se la relacionó con Robert, el hermano menor del presidente. Se ha dado como cierto que el presidente fue el único verdadero amor de Marilyn.
Mónica Lewinsky fue la mujer que desató uno de los peores escándalos en la Casa Blanca. Era becaria en la oficina del presidente Bill Clinton, el cual cayó subyugado por los encantos de esta mujer con quien mantuvo relaciones durante al menos dos años, a pesar de estar casado con Hillary Clinton. Una secretaria destapó el caso, pues gravaba todas las llamadas de los amantes.
Camila Parker. Fue la causante del primer divorcio en el seno de la familia real inglesa. Hacía más de 30 años que Camila, estando casada, conoció a Carlos de Gales, aún soltero, primogénito de la reina Isabel II y por tanto heredero al trono del Reino Unido. Cuando se casó Carlos con Diana ya eran amantes y tambien cuando se divorció de Lady Di. Muchos medios aseguran que en realidad nunca se quisieron. Finalmente Camila, tras divorciarse también, logró casarse con el Príncipe de Gales con todas las de la ley, pero civil, en 2005.
Juliette Drouet. Fue la querida de Víctor Hugo. El escritor estaba casado con Adele Foucher, que le dio sus cuatro hijos. Pero un día conoció a Juliette y desde el primer momento la amó. La relación llegó a una intensidad tal, que durante un largo tiempo los tres vivieron juntos en la misma casa, y a partir de entonces fue Juliette su verdadero gran amor.
Frida Kahlo. Icono fundamental de la pintura del siglo XX, vivió en una permanente relación tormentosa con su marido el muralista Diego Rivera. Las infidelidades entre éste y la artista mexicana fueron constantes casi desde el principio de su relación. Mientras Rivera se acostaba con la hermana de Frida esta le pagó siéndole infiel con variados personajes que se iban colando a borbotones en su corazón, rusos, alemanes, franceses, japoneses o españoles. Algunos pasaron fugazmente, pero otros, agitaron su aliento, y le movieron el piso haciendo tambalear su mundo, como Nickolas Muray, el vanguardista fotógrafo y esgrimista olímpico norteamericano de origen húngaro, que siempre quiso casarse con ella, y siempre lo rechazaba diciendo que lo amaba pero como amante.
La Kahlo tuvo otro ardiente y largo amorío con León Trotsky, uno de los principales artífices de la Revolución Rusa en 1917 durante su exilio mexicano, cuando se hospedaba con su esposa en la Casa Azul, la casa de Coyoacán de Diego y Frida. La pintora también tuvo varios romances con mujeres como Chavela Vargas y Jacqueline Lamba esposa de André Bretón, el líder del surrealismo, huéspedes de los Rivera, ya que se declaraba abiertamente como bisexual.
Sin óbice ni Cortapisa. Tengo la sensación de que el 20 de agosto ese cono no servirá para nada. Hoy volvieron a saltar los precios, para arriba claro.