América Latina: pobreza de datos y de políticas, por Marino J. González R.
Reducir la pobreza a su mínima expresión es posible. La experiencia internacional demuestra los éxitos obtenidos por muchos países en la reducción de la pobreza. En todos esos casos lo fundamental ha sido asumir como objetivo de las sociedades la disminución sistemática de la pobreza.
Luego de definir ese objetivo se requiere diseñar y ejecutar las políticas adecuadas para cumplirlo. En principio, esto parece bastante directo. Lamentablemente, resulta mucho más complicado.
La publicación del Panorama Social de América Latina y el Caribe 2025 por la Cepal la semana pasada es una buena oportunidad para examinar lo que han avanzado los países de la región en la reducción de la pobreza. Lo primero que se debe señalar es la importancia del trabajo de la Cepal para recopilar con gran dedicación las bases de datos que permiten conocer la situación de pobreza en los países, y además, elaborar los análisis requeridos.
Este esfuerzo está realizado por múltiples instituciones y personas a lo largo y ancho de América Latina y el Caribe.
El resumen de la situación se puede apreciar en la tabla que se encuentra en la página 74 de la publicación referida. Se muestran en la tabla los porcentajes de pobreza de los países entre 2022 y 2024. Este es el primer aspecto que se debe considerar: el año de la última medición, esto es, 2024.
Siendo que el reporte se publica a finales de 2025, lo ideal hubiera sido tener alguna idea de la situación de pobreza por lo menos a mediados de 2025. Es posible obtenerlo. Para ello se requiere contar con la base de datos de una encuesta nacional por muestreo. Con los recursos para el procesamiento de datos disponibles en la actualidad sería relativamente fácil tener reportes mensuales.
Si la muestra de la encuesta es acumulativa, entonces a mediados del año se podía tener un estimado del porcentaje de la población en pobreza para el primer semestre de 2025. Algunos países de la región tienen esas estimaciones. Lamentablemente no están incluidas en la publicación, quizás porque se ha definido previamente que el período se extiende hasta 2024.
La consecuencia de esta limitación es que entonces el análisis de la situación de pobreza se refiere a lo que sucedía un año atrás, y las posibilidades de vincular esta realidad con las políticas más cercanas en el tiempo disminuyen considerablemente.
Esto significa que en la práctica el análisis que se deriva de la tabla señalada corresponde a la situación de hace un año. Concentremos el análisis en el porcentaje de pobreza extrema, esto es, las personas que no tienen los recursos para comprar los alimentos cada día.
Examinemos primero el número de países que no tienen información oficial disponible sobre pobreza extrema desde 2021 (se indica en la tabla que esos países no están incluidos). Son cuatro países: Cuba, Venezuela, Nicaragua, y Haití.
En el segundo grupo están los países que no tienen información de pobreza extrema en 2024 (aunque hayan tenido en alguno de los años anteriores del período). Estos países son seis, a saber: Bolivia, Brasil, Chile, El Salvador, Guatemala, y Panamá.
De manera que diez países de América Latina (es decir, la mitad de los países) no disponen de información sobre el porcentaje de población en pobreza extrema en el año 2024.
Al considerar la pobreza extrema en los 10 países con datos para 2024 encontramos que solo tres de ellos (Uruguay, República Dominicana, y Costa Rica) tienen un porcentaje menor al 5% de la población. El menor porcentaje se registra en Uruguay: 1,5%. Los países con mayor porcentaje de población en pobreza extrema son Honduras (40,1%), Ecuador (12,7%), y Colombia (11,7%).
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En este contexto las perspectivas para lograr reducciones significativas de la pobreza extrema en la región lucen poco promisorias. En una mitad de los países ni siquiera se cuenta con la medición. En la otra mitad de los países las evidencias señalan que en la mayoría de ellos en 2024 las políticas para reducir la pobreza distan mucho de ser efectivas.
Ni hablar de cómo están funcionando a finales de 2025. Si el primer paso no se logra (tener datos), todo lo que venga después no tendrá fundamentos sólidos. Queda mucho por hacer para reducir la pobreza en la región. Mucho por mejorar.
Marino J. González es PhD en Políticas Públicas, profesor en la USB. Miembro Correspondiente Nacional de la Academia Nacional de Medicina. Miembro de la Academia de Ciencias de América Latina (ACAL).
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