Américo Martín y la historia venezolana, por Alexander Cambero
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Cuando desde el vientre doctrinario, emprendió su viaje por los azares políticos. Américo Martín comprendió que la misma debería ejercerse con grandeza. No tomó un guijarro del medio de la calle, para lanzárselo al adversario, como una metralla presidida por la descalificación fútil. Lo primero que entendió que había que nutrirse con la reflexión que surge de una lectura voraz, pero ordenada en diversos temas, una búsqueda infinita por hacerse de un capital de conocimientos transformadores de vida.
Descubrir la apasionante historia venezolana lo hizo un huésped de bibliotecas. Era un permanente ocupante de un sillón en donde disfrutaba de pasajes que han forjado nuestra identidad democrática. Sus primeros registros son los de un estudiante caraqueño, que se involucra en la lucha para derrocar al dictador Marcos Pérez Jiménez.
La muerte de compañeros emblemáticos le hizo comprender que su militancia estaba fervientemente vinculada con encontrar el camino extraviado de la libertad. Carcelazos, persecuciones y muertes complementaron sus páginas leídas bajo la lumbre de un compromiso. El derrocamiento del sátrapa lo trajo al encuentro de un nuevo escenario. Robusto de sueños, el alma se agita, para abrir la grieta que trajo consigo la primera división del partido Acción Democrática.
Una temeridad de efervescencia juvenil; lo llevo a cuestionar el comportamiento interno de quienes estaban revestidos de la heroicidad de la victoria, frente al huido tirano. Los herederos de los mártires mantenían un arraigo en las bases partidistas. Nace el MIR Como un severo cuestionador de las entrañas del padre. Casi como una tragedia griega el hijo buscaba destronar al progenitor, devorándolo con las mandíbulas del pueblo, que pensaban acompañaría su cruzada.
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Al saberse sin la reciedumbre para poder contrarrestar el poder político adeco, giraron a la izquierda para abrazarse con el error. Se ilusionaron con la lucha armada para buscar en el disparo la posibilidad del derrocamiento de la recién nacida democracia. No comprendieron que casi el setenta por ciento de los venezolanos no quería absolutamente nada con una nueva práctica alevosa, el vuelco los terminó amarrando al vagón soviético.
La impericia política hizo que su aventura terminara en tragedia. Un gran fracaso ideológico, la desbandada de las fuerzas progresistas, para volverse criaturas minúsculas de escaso poder de convocatoria.
La reflexión de inviabilidad de la aventura, el severo cuestionamiento al comunismo, como sistema huérfano de libertades, grotesco espécimen de las peores aberraciones humanas, marcó definitivamente en Américo Martín, una huella que lo haría cambiar de rumbo político. En la cárcel leyó de manera profusa.
En las noches escribía reflexiones sobre el destino de las sociedades modernas. Su interés por el debate fue incrementándose en la medida que los libros se colgaban en sus ojos absortos de conocimiento.
El tiempo fue conduciéndolo hasta hacerlo una nota obligada en la conciencia. Su voz representó anhelos populares, mientras su prestigio de intelectual vigoroso, rebasaba los límites de la izquierda. Un hombre afable que no vio al adversario como un enemigo a muerte. Su pensamiento fecundo lo destacó en tiempos en donde la política venezolana, está careciendo de inteligencias que indiquen una ruta. Su muerte deja un vacío profundo en un país secuestrado por un modelo fracasado.
Alexander Cambero es periodista, locutor, presentador, poeta y escritor.
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