Amuletos y talismanes, por Aglaya Kinzbruner
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Hace poco encontraron en la cueva de Maszycka, Polonia, cerca de Cracovia (Scientific Reports) unos restos humanos de hace miles de años, entre 19.000 y 14.000 AC, que en un comienzo se pensó que se originarían en ceremonias funerarias. Pero ¡no! no era verdad. Estudios más profundos y detallados así como los cortes no compatibles con ese tipo de ceremonias sino más bien con tremendos festines llevaron a la terrible conclusión que nuestros antepasados lejanos no eran duques o príncipes como quisieran muchos sino, ¡horror! nada más y nada menos que ¡caníbales!
Pero no hay que llevarse las manos a la cabeza. Contengan el aliento. Hemos mejorado muchísimo. Con los restos humanos, siempre que sean de santos o algo parecido, se hacen reliquias. Y con las reliquias se hacen tremendos negocios. Según la Santa Iglesia Católica hay tres categorías de reliquias, ex capsa (parte de la urna), ex ossibus (restos de huesos) y ex indumentis (partecitas de los vestidos). Algunas de ellas obran milagros como el desprenderse de buenas cantidades de dinero de los fieles que dependen de otros factores como ingenuidad, fe en la condición humana, y last but not least en la absoluta credulidad y confianza en el prójimo.
Con los amuletos es otra cosa. A los amuletos no se les piden milagros sino solo que nos protejan en caso de necesidad. Los más famosos son la hamsa o mano de Fátima, contra las energías negativas, el Ojo Turco contra el mal de ojo y, en fin, el Sello de Salomón, que es quizás el más poderoso de todos. Ya el historiador Flavio Josefo se refiere a este sello grabado como hexagrama en un anillo.
Aparentemente Dios se lo regaló al Rey Salomón. Con ese anillo Salomón podía comunicarse tanto con espíritus buenos como con los malos y exigirles mandados. También hablaba con los animales. Cuenta la leyenda que un diablo, Asmodeo, se lo robó y reinó en su lugar por cuarenta días. Pensando que ya no necesitaba el anillo, Asmodeo lo tiró al mar para ser engullido por un pez. Un pescador lo pescó, lo cocinó y se lo ofreció al Rey Salomón. Una vez que Salomón comió al pescado todos sus poderes volvieron a él. Esta leyenda fue muy popular entre alquimistas y masones hasta bien entrada la Edad Media.
Los talismanes son otra cosa aunque muchos los confundan. El talismán es un ícono, un símbolo al cual no se le atribuye protección, sino poderes alimentados por mitos que pueden ser tan antiguos como la humanidad. Por ejemplo, el Santo Grial que ya encontramos en las leyendas artúricas y se piensa que represente el cáliz usado por Jesús en la Ultima Cena, es en realidad una creencia celta pre cristiana.
La escoba de las brujas. Esa se ejemplifica en una figura celta del Sur de Italia llamada la Befana. Esta era una bruja buena que montada en una escoba iba de casa en casa, sobre todo si había niños pequeños y llenaba sus medias, convenientemente colgadas de algún sitio accesible, de caramelos, dulces y otras golosinas, sobre todo si se habían portado bien, y si no también. En la Venezuela de los años cuarenta y cincuenta también se ponía una escoba detrás de la puerta de entrada de la vivienda si era tarde de noche y los invitados al «picoteo» todavía no se habían ido.
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Y nos preguntamos: ¿Y los presos políticos qué? ¿Cuándo los van a soltar? ¿O esperan venderlos por partecitas como las reliquias?
Aglaya Kinzbruner es narradora y cronista venezolana.
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