¿Anarquismo igual a desorden?, por Tulio Ramírez
A diferencia de la creencia común, el anarquismo no es necesariamente sinónimo de desorden. Si bien toda conducta desordenada tiene algo de anarquismo, no toda conducta orientada por el anarquismo es desordenada. No es un juego de palabras. No es lo mismo decir “dame una pelota vieja, por favor”, que decir “vieja, por favor, dame una pelota”. Anarquismo y desorden son dos conceptos que hay que aclarar como parte del “marco teórico” que se necesita para comprender el comportamiento de muchos venezolanos en tiempos de revolución.
El desorden, según ese faro de la sabiduría de nuestros tiempos llamado Wikipedia (asesor ilustrado de nuestros estudiantes en todos los niveles educativos), es sinónimo de caos, un antónimo de orden o, en su acepción más sistémica, una alteración de la organización y funcionamiento del sistema.
Hay desorden cuando no existen reglas, y si existiesen, no se acatan. Por ejemplo, en muchas manifestaciones espontáneas, la gente tiende a actuar de manera desordenada y caótica. Es muy usual que se lleven a cabo acciones que luego, en retrospectiva, sorprendan hasta al mismo sujeto que las realizó. “¿Qué me pasó?, ¿cómo es posible que haya intentado quitarle el escudo a ese policía?”, son las expresiones más comunes de quien se desbocó, guiado más por las vísceras, que por el cerebro.
Por el contrario, el anarquismo, según la ya referida fuente (solo superada en consultas por las muy académicas páginas “El rincón del vago” y “Permite que yo te hago la tarea”), supone acciones no sujetas a normas y reglas, bajo el principio del desconocimiento de todo tipo de autoridad. El francés Jean Proudhon, fue quien estableció las bases doctrinarias del movimiento conocido como anarquista. Su libro, escrito en 1840, titulado ¿Qué es la propiedad?, es el alfa y el omega de esta particular manera de entender lo que, según su criterio, es el camino que toda sociedad debe seguir para lograr la libertad plena. En síntesis, el anarquismo es más una posición política, que anímica.
Así entonces, la diferencia es clara. El desorden, si bien puede tener una dosis de anarquía, no es orientado por doctrina alguna y promueve el caos colectivo, mientras que el anarquismo lejos de ser un movimiento desordenado y caótico, persigue un tipo de organización social no sujeta a autoridad alguna. De seguro un anarquista no obligaría a los niños a hacer una fila por orden de tamaño, para recoger los caramelos una vez rota la piñata, pero tampoco permitiría una situación de caos para que los más grandes puedan aplastar a los más pequeños y quedarse con todos los caramelos.
Se preguntarán a qué viene esta perorata un lunes en la mañana, cuando se supone que los articulistas serios deben tener consideración con lo que queda de los lectores, después de un intenso fin de semana. La razón es que en el mercado de la cuadra un vecino aseguraba, que en Venezuela estaba reinando el anarquismo porque nadie le paraba bolas a nada y todos hacían lo que les daba la gana.
Por mi defecto de fábrica (ser profesor), intenté explicarle que, en vez de anarquía, lo que reinaba era el desorden, el relajo y la pillería. Le señale que los anarquistas no son de los que se lanzan a empujones en el Metro para evitar que una ancianita tome un asiente libre, y que tampoco los veía rompiendo vidrieras para robar un televisor mientras protestan por el maltrato a las mascotas, y menos orinando en un parque lleno de niños simplemente porque “me dieron ganas”. Ante la cara de “no entiendo”, le terminé diciendo que, si Miranda invadiera nuevamente a Venezuela para liberarnos del chavismo y entrara por el aeropuerto de Maiquetía, al encontrarse con su equipaje desvalijado y ante la indiferencia de las autoridades, lo más seguro es que terminaría gritando a todo pulmón ¡Bochinche, Bochinche!, y no ¡Anarquía, Anarquía! Creo que al final, si me entendió.