Ánimo, por Marisa Iturriza
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¡Asombroso!
Lo que no se ha acabado en lo que va del año —y seguirá en el que sigue— es el asombro. A principios de 2020 ibas a poner gasolina y como ¡no se sabía el costo! el despachador respondía: “Déjalo así” o “pague lo que le parezca”. Una vez aceptó ¡dos cambures! que alguien dió como pago. Bueno, eso se acabó, porque actualmente hay dos precios para la gasolina:
El de US$ 0.50/litro y el subsidiado a despreciados Bs 5.000/litro, por lo que hoy, a las 6.30 pm, hace rato empezó la fila de vehículos cuyo número de placa les permite, con suerte, comprarla mañana en algún momento, si es que no se acaba en una de las estaciones que todavía quedan en el país que vendía la gasolina más barata del mundo y que, como tiene las mayores reservas de petróleo, impulsó al mandamás anterior a prometer:
¡Un gasoducto que atravesaría todo-el-continente llevando gas hasta el muy extremo sur! Pero como “las palabras son aire y se las lleva el viento” la eficiente distribución local de bombonas cambió de manos y, tanto gas como gasolina, ahora escasean, por lo que tras el desmantelamiento petrolero se impone la deforestación.
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Así que a talar árboles para leña. Sí, leña para cocinar+accidentes y contaminación ambiental incluida en la ya larga cuarentena del covid-19 que nos evoca a M. Benedetti cuando escribió:
“Usted preguntará por qué cantamos/ Si nuestros brazos quedan sin abrazos/ la patria se nos muere de tristeza y el corazón se hace añicos/ aún antes de que explote la vergüenza” y aún así en la primera semana de diciembre se efectuará:
Una votación medio opaca porque, como dijera quien fue alta funcionaria del consejo electoral, ni falta que hace porque el resultado ya se sabe, como asombrosamente ha venido sucediendo aquí en lo que va del 2020. En su momento, Ortega y Gasset afirmó, más o menos, que la democracia de cualquier tipo depende de las elecciones. Que si los comicios son correctos, ajustados a la realidad, el resultado será correcto. Si no, aunque marchen bien, el resultado será malo por falso.
Pero, a pesar de eso y más, si los opositores nos uniéramos para superar positivamente la debacle que, para asombro universal, presentamos y asombrosamente la aprovechamos como experiencia para no repetirla “entonces recordaremos/ todo aquello que perdimos/ y de una vez aprenderemos/ todo lo que no aprendimos” (A. Valdés).
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