Antes de la última clase. 42 años luego, por Rodrigo Cabezas Morales
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Reescribo este texto en la madrugada del 4 de noviembre de 2023. Un día como hoy, en el año 1981, iniciaba en mi juventud, lo que terminaría siendo la travesía más apasionante, exigente, el desafío intelectual y vocación de mí vida. Entraba por primera vez a un salón de clases como profesor en la Escuela de Economía de la Facultad de Ciencias Económicas y Sociales de La Universidad del Zulia. La cátedra electiva Economía Política Petrolera IV, era el punto de partida de un recorrido que aún en mi atardecer no concluye.
La profesión de economista me permitió ser investigador y profesor universitario de una cifra que ya pasó el mil cien de estudiantes, y ello es una experiencia única de vida; estar cerca de la juventud me ha permitido palpitar en 40 años y más con la fuerza del porvenir, comprender su época y respetarlos, acompañarlos. En el dialogo permanente con los estudiantes he aprendido.
El primer compromiso del profesor es ponerse del lado del estudiante. Cada uno de ellos es una persona única y singular, cuya superación en el plano técnico, científico, humano y moral, es al mismo tiempo, la síntesis de lo que anhela el joven, su familia y el país. Si no hay diálogo con los estudiantes es porque hay carencia pedagógica o petulancia profesional.
No se debe separar el pensamiento de la acción ya que sería ignorar la misión humanizadora de la enseñanza. Convertir la educación universitaria en un espacio más humano es infundir en el estudiante una conciencia que se confronta con la obediencia y la conformidad. Es la primacía del pensamiento crítico, esencia de una educación para la libertad. La educación debe ser siempre un lugar de esperanza.
Convivir en la Universidad autónoma, LUZ, con muchachos y muchachas de mi país me ha servido para alejar el conservadurismo y evitar ignorar procesos de dimensiones colosales en el campo de lo científico-técnico que la humanidad, globalmente, y mi país, particularmente, han protagonizado en estas últimas cuatro décadas. La juventud nos entrega su pureza, su candidez. Me alegra ver a esos jóvenes convertidos en profesionales de la economía, varios protagonistas de este tiempo. Cuánta sabiduría encierra la certeza que nos legó José Martí, «Quien se alimenta de ideas jóvenes, vive siempre joven».
La enseñanza universitaria de la ciencia económica ha sido una oportunidad maravillosa para la búsqueda de la verdad. La verdad científica en economía es diversa porque busca comprender y explicar hechos de una realidad humana compleja donde todo está en constante cambio. La economía es en esencia sentido común, más aún en el terreno de lo macroeconómico, pero nuestra ciencia no concibe una única respuesta para todo.
Con los estudiantes hemos compartido que existen distintas formas de conceptualizar y explicar la economía o los procesos económicos, y que la historia de las ideas económicas de la humanidad está marcada por diferentes teorías que se corresponden con realidades complejas y contextos e intereses políticos, sociales, económicos y morales que explican el arribo a conclusiones disímiles. Ello justifica en nuestra ciencia las diversas escuelas, la austriaca, conductista, clásica, neoclásica, marxista, keynesiana, desarrollista, entre las principales. El erudito economista venezolano Asdrúbal Baptista nos dejó esta afirmación: «No es lo económico un ámbito del conocimiento sobre cuyos elementos definitorios haya un razonable acuerdo».
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Al alimentar las facultades críticas de los estudiantes para juzgar con libertad la pertinencia de los diferentes enfoques, les convocábamos al uso de la razón, al pensar con cabeza propia al no dictarles que pensar, a la superación del dogmatismo acrítico e irrespetuoso con las ideas de otros. Es así como se puede abordar el significado científico del aporte meritorio de pensadores tan diferentes como Adam Smith y Carlos Marx, o las visiones contrapuestas sobre la renta petrolera y el ingreso petrolero venezolano de los maestros Domingo Maza Zavala y Asdrúbal Baptista, sin descalificaciones que se acerquen a la charlatanería.
La ciencia económica no requiere de un laboratorio, exige un pensamiento riguroso, la investigación disciplinada con visión sistémica y una mirada siempre crítica sobre los eventos y hechos de la acción humana, desde sus instrumentos todo es explicable, aunque no predecible.
Ya lo afirmaba uno de los grandes, Ludwig Von Mises, “Dejaría de ser incierto el porvenir si fuera posible predecir el futuro del mercado.
La enseñanza universitaria desde la ciencia económica me ha permitido inculcar a los estudiantes la búsqueda de la verdad desde el estudio, la reflexión, la contrastación de ideas y eventos, para así incrementar su ilustración, su acervo del conocimiento, preparándolos para que asuman su propia opinión desde la criticidad de teorías, explicaciones, interpretaciones e ideologías.
Para tal fin, han sido guía dos conceptos sobre la ciencia legados por Smith y Marx. El primero afirmó: «La ciencia es el gran antídoto contra el veneno del entusiasmo y la superstición», el segundo escribió: «La manera como se presentan las cosas no es la manera como son; y si las cosas fueran como se presentan la ciencia entera sobraría».
Ni ayer, ni hoy, he utilizado las cátedras de la academia para hacer ideología partidista, o convertirlas en mero adoctrinamiento al abordar los temas históricos y económicos, ello sería contrario al principio que abracé en mi juventud cuando entré a aquella aula de clases hace cuarenta y dos años: enseñar para la libertad. Así he deseado ser recordado por mis estudiantes de economía.
La jornada no finaliza aún. Al terminar de escribir estas reflexiones, la dirección de la escuela de economía de LUZ anuncia un nuevo semestre de estudio, noviembre 2023-febrero 2024. Las cátedras Economía Venezolana y Economía Contemporánea de china (electiva) abren sus puertas.
Ahí estaré, con la misma pasión, y compromiso del lejano año 1981, junto a jóvenes venezolanos de esta tercera década del siglo XXI. Este mi trabajo, cuarenta y dos años luego, es ya inseparable de mi propia vida.
Rodrigo Cabezas Morales es economista, profesor en la Universidad del Zulia (LUZ). Fue diputado al Congreso de la República (1990-1998) y a la Asamblea Nacional (2000-2016). Exdirectivo del PSUV y exministro de Finanzas con Hugo Chávez (2007-2008).
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