Apertura al liderazgo regional vista en Barinas no está garantizada en todo el país
La derrota del PSUV en las elecciones de gobernador en el estado Barinas tiene cancha amplia para el análisis. A la par del descontento del electorado con el abandono de la entidad en materia de servicios, la victoria opositora tiene el sabor del liderazgo regional. Miguel Ángel Martínez Meucci advierte que la pregunta no es si las direcciones centrales abrirán las puertas a los liderazgos locales sino si el sistema político controlado por el chavismo permitirá la actividad normal de los partidos políticos
La derrota del oficialismo en las elecciones de gobernador en el estado Barinas tiene cancha amplia para el análisis. A la par del descontento del electorado con el abandono en materia de servicios de la entidad terruño de Hugo Chávez, la victoria opositora tiene también sabor al liderazgo regional y local.
Sin embargo, el espacio que se abrió para un dirigente propio de Barinas como el gobernador Sergio Garrido, que fue juramentado el jueves 13 de enero, no es un guion tan fácil de replicar en otras regiones, como advierten Ángel Álvarez y Miguel Ángel Martínez Meucci, ambos doctores en ciencias políticas, quienes fueron consultados por TalCual para la elaboración de este texto.
Para Martínez Meucci, la conclusión que deja el triunfo opositor en el estado Barinas se resume en el hecho de que, tras numerosas manipulaciones, «el chavismo permitió que allí se reconociera un resultado ampliamente favorable para la oposición, fruto de un malestar popular que no se circunscribe únicamente a Barinas, sino que está presente en todo el país».
Por su parte, Ángel Álvarez expresa que, por el lado del gobierno, la derrota en Barinas obedece a la enorme corrupción e ineficacia, además del nepotismo y la concentración de poder de la familia Chávez.
Destaca que la entidad, a su vez, no cuenta actualmente con el respaldo del Poder Ejecutivo, como sí ocurrió al principio de la gestión del gobernante Nicolás Maduro y durante la administración del expresidente Hugo Chávez.
«Creo que hay una suerte de abandono de parte del madurismo a los fundadores originales del movimiento chavista y, en particular, a su familia», subraya.
Asimismo, Álvarez vincula el triunfo opositor en Barinas con el desarrollo de una estrategia de coalición —que prefiere no llamar «unitaria»— que, a última hora, terminó capitalizando el descontento de la población ante los malos gobiernos del chavismo en la región.
Añade que, desde el punto de vista organizativo, la oposición pudo ejercer vigilancia y movilizar sus propios recursos para garantizar que el éxito «no fuese escamoteado».
Sobre esto, Freddy Superlano, quien fue candidato de la Unidad para las elecciones de gobernador de Barinas del pasado 21 de noviembre, y luego inhabilitado por el Tribunal Supremo de Justicia(TSJ), dijo el 12 de enero que el triunfo de Barinas se logró gracias al liderazgo regional, que debe respetarse, y a la conexión con los problemas de la gente.
«Tiene que ver con la organización y la mística. No teníamos dinero. Nuestros testigos son un recurso que tenemos, de preparación e inversión de muchos años», aseveró Superlano.
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¿Replicar el ejemplo de Barinas?
Otro aspecto que, en opinión de Ángel Álvarez, abrió el camino opositor en Barinas, luego de 22 años, es el referido a la calidad del candidato del chavismo que, acota, era muy mala porque Jorge Arreaza no está relacionado con la región ni tampoco con la familia Chávez.
Señala que la variable de los liderazgos regionales tuvo peso en el triunfo opositor en Barinas. En ese sentido, explica que esto obedece a que la calidad del liderazgo nacional no es muy buena.
«Si el liderazgo nacional estuviera mejor valorado, si los líderes de la nación tuvieran influencia significativa sobre los votantes y buena reputación, les sería más fácil imponer candidatos en las regiones. Pero siendo que este no es el caso, siendo que hay más desprestigio del liderazgo nacional que del liderazgo regional, lo lógico es que cedan el poder», afirma Ángel Álvarez.
Sin embargo, muestra sus dudas de que el liderazgo nacional ceda ese poder desde el nivel central hacia los liderazgos regionales.
«Se vieron forzados a ceder espacios en Barinas, pero no necesariamente esa va a hacer la norma. Hay que esperar a ver. Sería lo mejor para los partidos descentralizarse, porque el prestigio de sus líderes nacionales es muy malo; pero no estoy seguro de que vaya a ser así», acota Ángel Álvarez.
Para las elecciones regionales de 2021, los partidos del G4 privilegiaron los candidatos impuestos bajo acuerdos y no según los liderazgos regionales. Esto fue evidente, por ejemplo, en el caso de Caracas, donde la Unidad apoyó la opción del secretario general de Primero Justicia Tomás Guanipa por encima del dirigente comunitario de ese mismo partido Roberto Patiño.
Estas dudas sobre la apertura a los liderazgos regionales, luego de lo sucedido en Barinas, son compartidas por el investigador Miguel Ángel Martínez Meucci al recordar el contexto y el sistema político que rige el país.
Subraya que, en el ambiente profundamente autoritario en el que opera el actual sistema de partidos políticos en Venezuela, la salud de estas organizaciones es precaria.
De allí, señala, que los partidos políticos no chavistas están sometidos a toda clase de presiones desde el Estado. Esto incluye desde las trabas para su reconocimiento hasta las dificultades para su financiamiento y el hostigamiento físico y judicial a su dirigencia, además de la cooptación y la corrupción.
«Esto explica que, actualmente, los partidos sean instituciones frágiles con liderazgos centralizados cuya tracción popular se encuentra mermada. En estas condiciones es particularmente difícil desarrollar una buena articulación entre dirección superior y liderazgos regionales. Mucho se debe a aspectos endémicos de la cultura política en Venezuela; pero desde mi punto de vista, el obstáculo principal tiene que ver con las condiciones adversas que impone el chavismo desde el Estado», esgrime Miguel Ángel Martínez Meucci.
En ese orden, advierte, que la pregunta no es si las direcciones centrales abrirán las puertas a los liderazgos regionales sino si el sistema político controlado por el chavismo permitirá la actividad normal de los partidos políticos. «Desde mi punto de vista, la respuesta es no», enfatiza.
Adecos en Barinas y más
En las elecciones del 21 de noviembre, los tres gobernadores opositores que resultaron electos tienen su génesis política en las filas del partido Acción Democrática (AD): Alberto Galíndez (Cojedes), Morel Rodríguez (Nueva Esparta) y Manuel Rosales (Zulia). Por su parte, el recién electo gobernador Sergio Garrido es el coordinador regional de AD en Barinas.
Cuando los adecos en la base se unen logran ganar por mucho y con más diferencia. Eso fue, en gran medida, lo que pasó en Barinas con el triunfo de Garrido y el apoyo de Rosales Peña. No hay mucha ciencia.
— Michael Penfold (@penfold_michael) January 12, 2022
La postulación de Garrido se hizo luego de la cadena de inhabilitaciones políticas sobrevenidas de Freddy Superlano, Aurora de Superlano y Julio César Reyes.
Sobre este escenario, Miguel Ángel Martínez Meucci puntualiza que se trata de una situación «extrañamente similar» a la que emergió tras las elecciones regionales de 2017, cuando resultaron electos gobernadores dirigentes adecos de Anzoátegui, Mérida, Nueva Esparta y Táchira.
No obstante, el doctor en ciencias políticas manifiesta sus dudas de que esto se deba al arraigo popular que pueda tener AD.
«Lo que sí me parece evidente es que el chavismo ha trabajado duro para seleccionar a la oposición con la que está dispuesto a coexistir. El reconocimiento que ha hecho el gobernador electo de Barinas a Nicolás Maduro como presidente quizás nos da algunas pistas en este sentido».
Por su parte, para Ángel Álvarez, la victoria de dirigentes formados en la tolda blanca es producto de un modo predominante de hacer política en Venezuela que fue establecido como políticas de masas por AD, desde 1945, y que, al día de hoy, no ha cambiado.
«Este modo, de alguna manera, lo continuó Chávez. En términos de ciencias políticas, es básicamente una representación que combina identificación con el liderazgo más clientelismo político; es decir, distribución de prebendas o la promesa de distribución de prebendas materiales. En Barinas, en concreto, se debatieron los electores entre la incapacidad o el fraude del gobierno local en la oferta de promesas que nunca cumplió versus la promesa de obtener esas reivindicaciones de parte de un nuevo gobierno», indica Álvarez.
Destaca que esto último es considerado por algunos sectores como un mal de la democracia. Pero, indica, las democracias funcionan así: la gente elige gobiernos para que le satisfagan sus intereses inmediatos materiales, bien sean personales o colectivos, no lo hacen para grandes transformaciones, salvo en casos excepcionales. Aquí la aspiración es la solución de problemas concretos.
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