Apostar en un bingo comunitario puede resolver diez veces más que un salario mínimo
Los bingos se han convertido en una manera de resolver el día a día. Los ganadores obtienen desde enseres hasta sumas de dinero entre 10 o 20 veces más de lo que pueda ganar al mes trabajando. Quienes los organizan, tras invertir y vender la mayor cantidad de cartones posible, se hacen con un importante monto que podría superar hasta los $600 por cada evento, sin contar el dinero restante para comprar los premios del siguiente bingo
$200 dólares están en juego. Al menos un centenar de personas compiten por ellos en el Bingo Lotería Ozi, organizado por vecinos del barrio Las Lluvias, en la parroquia Carlos Soublette del estado Vargas. En el lugar algunos juegan aglutinados, otros sentados en el suelo en el medio de la calle y unos pocos, los que apuestan por la comodidad, usan sillas y mesas que sacan desde sus casas.
Cada jugador, que para participar debe pagar $2 por cada cartón, espera ser el suertudo que grite ¡lotería! en la ronda final, cuyo premio (los $200) equivale, prácticamente, a ocho veces más del ingreso mensual de un trabajador en Venezuela que cobra 175 bolívares entre sueldo y bono de alimentación ($20).
Aunque la última ronda es la más deseada, no es la única en la que hay oportunidad de ganar. En las primeras cinco tandas hay premios de $50 y de $10, que serán para quienes logren llenar el cartón de la forma que indique el «cantante del bingo».
Un cartón de bingo es una tabla compuesta por seis rectángulos que, a su vez, tienen ocho piezas o figuras cada uno (no son los tradicionales números). Las premiaciones están sujetas a lo que se pida hacer: puede ser llenar uno o dos de los rectángulos, hacer una línea vertical u horizontal o determinadas formas en la tabla. ¿Con qué? Puede ser con granos de caraotas, monedas viejas o con marcadores acrílicos.
Medio petro
El bingo arranca a las 6:47 pm, una hora y 47 minutos después de lo pautado en el flyer difundido a través de WhatsApp, y en el que se invitó a vecinos y no vecinos del sector. Es el segundo que se hace por la zona, tras la suspensión de los bingos programados para las dos últimas semanas de septiembre por órdenes de la Gobernación de Vargas. ¿La razón? Garantizar el orden público.
El 23 de septiembre, la Prefectura de La Guaira divulgó un comunicado —a través de su cuenta en la red social Instagram— en el que anunció, luego de una semana de descontento por parte de los organizadores y jugadores, que asumen la responsabilidad de «controlar y permisar los eventos (bingos) a quienes lo realicen en pro y beneficio de la comunidad».
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A organizadores de bingos consultados por TalCual, pero que prefieren resguardar su identidad, no les nombraron «por ningún lado alguna ley de loterías». Solo les dijeron a qué número de cuenta deben pagar el medio petro.
La Ley Nacional de Lotería «tiene por objeto establecer la facultad exclusiva del Estado para explotar, organizar, administrar, operar, controlar, fiscalizar, regular y vigilar la actividad de todos los tipos de juegos de lotería y sus modalidades, así como el establecimiento de los principios y disposiciones que regirán tales actividades».
Este instrumento deja en manos de Instituciones Oficiales de Beneficencia Pública y Asistencia Social (artículo 2) el poder de otorgar a personas naturales o jurídicas o entidades económicas de derecho privado el permiso para realizar estas actividades.
Mientras que el Ejecutivo Nacional, las gobernaciones, alcaldías, las Instituciones Oficiales de Beneficencia Pública y Asistencia Social del país o el Servicio Nacional Integrado de Administración Aduanera y Tributaria (Seniat) tiene potestad para erradicar los juegos de lotería no autorizados, «utilizando para ello todos los medios y recursos legales a su alcance».
«Artículo 11: Para obtener la autorización o licencia para la operatividad y comercialización de los juegos de lotería se establecen como requisitos mínimos: 1. Ser persona natural o persona jurídica legalmente constituida. 2. Tener la debida autorización o licencia otorgada por la Institución Oficial de Beneficencia Pública y Asistencia Social. 3. Obtener la respectiva patente municipal para el ejercicio de la actividad. 4. Cumplir con los demás deberes formales exigidos por las leyes».
Los organizadores del Bingo Lotería Ozi han tenido que pedir una carta aval del Consejo Comunal y solicitar ante la Prefectura un permiso para poder continuar sus actividades. En la Prefectura se les dijo que quienes realicen bingos comunitarios deberán cancelar medio petro (30 dólares) ante el ente por concepto de impuestos».
En La Guaira, entre las parroquias Carlos Soublette y 10 de Marzo se realizan al menos dos o tres bingos por cada fin de semana. A través de grupos de WhatsApp, los organizadores de distintos sectores arman un cronograma para no «chocar» o «competir» entre ellos. Establecieron que cada grupo podrá armar su bingo en su sector cada dos o tres fines de semana.
Los premios han variado. Luego del primer trimestre del año, cuando apenas se hablaba de los bingos comunitarios, los premios eran pequeños montos en divisas y artículos para el hogar. Para finales de septiembre se han robustecido: se premian con electrodomésticos (cocinas, ventiladores, neveras, lavadoras) e incluso motocicletas. En otros predomina la moneda extranjera, con premios de hasta $1.000.
«Los recursos que se generen por la explotación de dicha actividad (lotería) serán destinados única y exclusivamente para la beneficencia pública y asistencia social, después que dichos entes hayan cubierto los costos operativos, gastos de funcionamiento y de capital», apunta el artículo 6 de la Ley.
Aguinaldos hechos con el bingo
«Si me gano los $50, resuelvo el fin de semana y si me gano los $200 ya tengo los aguinaldos», dice Mari Longa, antes de que arranque la primera mano del bingo en Las Lluvias.
Mari no gana ni el premio mayor ($50) ni la sorpresa ($10) de la tanda inicial. Tampoco las de las siguientes.
25 minutos después de haber comenzado la primera mano cantan el primer ¡bingo! Yusbel Velásquez lo consiguió, tras cantarse 47 fichas y hacer una línea vertical en uno de los minicartones, figura que se pidió para el premio sorpresa.
74 fichas hicieron falta para que en la primera tanda una persona se ganara el premio mayor ($50). Doménica Domínguez, de unos 40 años, habitante del sector, es quien canta bingo en esta oportunidad. También gana en la segunda tanda, cuya duración ha sido de unos 30 minutos.
Entre tanda y tanda a las personas se les da oportunidad de acudir a alguno de los puestos de ventas de comidas que se instalan en los alrededores para acompañar el juego. Las propuestas de comida a un dólar abundan. Pueden ser dos pastelitos andinos, dos empanadas o una ración de torta. Helados, perros calientes y salchi-papa son otras de las ofertas que se visualizan entre acera y acera.
Entre 25 y 30 minutos dura cada mano. Entre las 30 y 50 fichas se cantan las sorpresas y entre las 60 y 90 el bingo por premio más grandes.
Han pasado tres horas desde el comienzo de la actividad. Llega el momento del bingo por $200. Las personas piden silencio, concentración y que se grite con fuerza ¡lotería! para evitar «que se pase». A las 9:19 pm comienza. La «avispa» es la primera en salir.
Entre figuras, objetos y animales —que son las ilustraciones que aparecen en los cartones— transcurren 37 minutos. «El tabaco» es la ficha número 167 que se canta cuando se escucha el grito de ¡lotería! a lo lejos.
Es una mujer que no es del sector, conocida por solo unos pocos. Va a la mesa de los organizadores para verificar que los dos rectángulos de ochos fichas cada uno estén correctamente llenados. En el proceso, el cantante del bingo pide a las personas mantener la paciencia y no desarmar los cartones, pero la gente prefiere regresar a sus casas y esperar al siguiente bingo de fin de semana, cuyo premio mayor serán unos $1.000.
El bingo se replica
Los bingos se han convertido en una manera de resolver el día a día. Los ganadores obtienen desde enseres hasta sumas de dinero hasta diez o 20 veces más de lo que pueda ganar al mes trabajando. Quienes los organizan, tras invertir y vender la mayor cantidad de cartones posible, se hacen con un importante monto que podría superar hasta los $600, sin contar el dinero restante para comprar los premios del siguiente bingo.
Esta iniciativa popular se ha repetido en varias entidades, pero no en todas las autoridades han reaccionado de la misma forma.
A través de estados de Whatsapp, usuarios de Anzoátegui han compartido las invitaciones, sin que hasta ahora se registren inconvenientes, al igual que en algunos sectores del Distrito Capital
En Táchira también se sumaron a estos juegos de lotería, y las autoridades sí están pendientes de los requisitos. El 19 de septiembre, por ejemplo, fue cerrado el bingo que funcionaba en el mercado de Táriba por falta de permiso.
Según reportó La Nación, hasta el lugar llegaron comisiones de la Policía del Táchira y de la Policía Nacional Bolivariana para clausurar el lugar, que venía funcionando como una sala de bingo sin los permisos respectivos.
El jefe de seguridad Ciudadana, comisario Wilman Rivera Torres, acompañado del director de la Policía Nacional, comisario Manuel Romero Iniciarte, explicó que este tipo de establecimientos se rige bajo instrucciones del Ministerio de Relaciones Interiores, Justicia y Paz y, en este caso, no se cumplía con las disposiciones legales.
El caso fue remitido al Ministerio Público. Una persona quedó detenida. Los empleados fueron desalojados del lugar.
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