Apoyo de Rusia busca equilibrar cargas y reducir la presión de EEUU sobre Maduro
Rusia ha sido cautelosa al hablar sobre el alcance de su apoyo a Nicolás Maduro en medio de las actuales tensiones entre Venezuela y Estados Unidos. El analista internacional Alejandro Linares considera que la participación del Kremlin en un eventual conflicto sería de forma indirecta a través de apoyo logístico, equipamiento militar y respaldo financiero o comercial
Rusia está lista para responder y defender a Nicolás Maduro ante las amenazas del presidente de Estados Unidos, Donald Trump, y la posibilidad de un ataque a Venezuela. Aunque los funcionarios del Kremlin se han mostrado cautelosos y declinan hablar sobre un apoyo militar, no han dejado lugar a dudas sobre los compromisos adquiridos y las obligaciones contractuales entre ambos países.
¿En qué consistirá el apoyo? ¿Cómo lo harán? ¿Será suficiente para contrarrestar las fuerzas norteamericanas? Son algunas de las interrogantes que surgen.
“Estamos preparados para responder adecuadamente a las solicitudes de nuestros socios a la luz de las amenazas emergentes”, ha dicho María Zajárova, portavoz del Ministerio de Asuntos Exteriores de Rusia.
La funcionaria, quien ha advertido las consecuencias de una agresión directa por parte de Estados Unidos, aboga por una solución por las vías legales y diplomáticas.
Desde el punto de vista estratégico, a Rusia no le convendría una transición política en Venezuela, pues perdería un aliado clave que le brinda una plataforma para tener presencia en el hemisferio occidental, afirma el analista internacional Alejandro Linares, en declaraciones para TalCual.
Pese al interés que pueda tener Vladimir Putin en la continuidad de Nicolás Maduro, el especialista descarta una participación directa de Rusia en el conflicto. ¿Las razones? Primero, Rusia está ocupada en una guerra que inició hace tres años contra Ucrania y, segundo, a Putin tampoco le conviene un enfrentamiento directo con los EEUU, ya que esto implicaría un conflicto con los países de la Organización del Tratado del Atlántico Norte (OTAN).
“El costo de participar de forma directa en una eventual guerra entre Washington y Caracas sería muy elevado. Tendría más pérdidas que ganancias”, comenta.
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Rusia, cuyas relaciones con Venezuela se han afianzado desde que el chavismo llegó al poder, ha sido cautelosa al hablar sobre el alcance de su apoyo a Nicolás Maduro en medio de las actuales tensiones.
«Tenemos contactos de trabajo permanentes con Venezuela, no daré más detalles al respecto», dijo recientemente el portavoz presidencial ruso, Dmitri Peskov, citado por la agencia Interfax.
De acuerdo a una publicación del diario estadounidense Washington Post, Nicolás Maduro habría solicitado ayuda a Rusia con misiles, radares y aviones.
La información fue negada este martes 11 por el ministro de Exteriores de Rusia, Serguéi Lavrov: «No, no hemos recibido ninguna solicitud», dijo en una comparecencia ante la prensa.
No obstante, el funcionario recordó el tratado de asociación firmado en mayo con Venezuela y aseguró que Rusia «está preparada para cumplir plenamente con las obligaciones recíprocamente consagradas en el acuerdo con nuestros amigos venezolanos».
En los días previos, el diputado ruso Alexéi Zhuravliov, vicepresidente del Comité de Defensa del legislativo ruso, aseguró a medios locales que Moscú ya está suministrando ayuda militar a Venezuela.
«Según las últimas informaciones, los sistemas rusos Pantsir-S1 y Buk-M2E fueron entregados a Caracas en aviones de transporte Il-76 hace apenas unos días», dijo Zhuravliov.
Maduro, por su parte, ha dicho -sin entrar en detalles- que están «avanzando» en una cooperación militar «serena y muy provechosa» con Rusia.
Durante su programa Con Maduro+, transmitido el lunes 3 de noviembre, se refirió a la «comunicación diaria y permanente» que mantiene con el gobierno de Vladímir Putin sobre «muchos temas en desarrollo».
Putin va con prudencia
Para Linares, la participación de la nación euroasiática en un eventual conflicto sería de forma indirecta, “a través del apoyo logístico, equipamiento militar y respaldo financiero o comercial”.
Rusia, en su opinión, tendría una posición similar a la asumida por EEUU en la guerra ruso – ucraniana, donde Washington ha apoyado a Kiev con fondos, armas e incluso con sanciones económicas y comerciales contra Rusia, pero sin comprometerse a desplegar sus tropas para que peleen, junto a las ucranianas, en el campo de batalla.
“Es posible que, ante una eventual confrontación bélica entre Estados Unidos y Venezuela, Rusia ponga en práctica una prudencia similar”, dice Linares.

Los acuerdos con el Kremlin
En mayo, durante un viaje de Maduro a Rusia, se firmó el Tratado de Asociación Estratégica entre ambos países con el propósito de ampliar la colaboración en materia política y económica, incluyendo energía, minería, transporte y comunicaciones, así como seguridad y lucha contra el terrorismo.
El tratado, con una vigencia de 10 años prorrogable por cinco años, fue ratificado a finales de septiembre por la Asamblea Nacional de Venezuela y por la Cámara de Diputados y el Senado de Rusia.
Tras la ratificación, el viceministro de Exteriores ruso, Serguéi Riabkov, aseguró que es un hecho “muy importante” particularmente en la “situación actual, en la que Venezuela es objeto de una presión enérgica sin precedentes, incluida la presión militar directa, por parte de los Estados Unidos».
Justo en septiembre, el día 2, Estados Unidos realizó el primer ataque contra una embarcación en el mar Caribe que supuestamente transportaba drogas. La lancha provenía del estado Sucre, en Venezuela, y murieron 11 personas. Hasta el momento, van al menos 16 lanchas hundidas y más de 60 personas fallecidas.
En un contexto de máxima presión de EEUU sobre Venezuela y en el marco de la “cooperación integral” entre ambas naciones, la asistencia militar acordada cobra especial importancia.
“Rusia ha asomado la posibilidad de dotar a Venezuela con misiles hipersónicos de corto alcance o de mediano alcance”, señala Linares, quien recuerda que no es la primera vez que Moscú vende o transfiere armas a Venezuela.
Con estos misiles hipersónicos -dice- la capacidad militar de Venezuela se incrementaría considerablemente.
“Con ese tipo de dispositivos, Venezuela no sólo podría atacar objetivos en el mar Caribe, sino que podría acometer ataques contra objetivos situados en naciones caribeñas como Puerto Rico o Trinidad y Tobago”.
De ser así, apunta, este apoyo de Rusia podría entenderse como un esfuerzo para equilibrar las cargas y así reducir el peso de las amenazas estadounidenses sobre la administración Maduro.
Las relaciones con Rusia
Las relaciones entre Venezuela y Rusia se hicieron más cercanas con la llegada al poder de Hugo Chávez, quien fue un acérrimo crítico del “imperialismo” norteamericano.
“Chávez y Putin hicieron ‘clic’ no sólo porque ambos compartían ideas y criterios similares, sino porque el uno vio en el otro la posibilidad de contraprestaciones”, subraya Linares.
Al respecto, explica que mientras Chávez encontró en Putin y en el Kremlin a un socio confiable dispuesto a apoyar su proyecto “revolucionario” a través de financiamiento, tecnología y dotación de armas, Putin vio en el líder chavista y en Venezuela la posibilidad de fortalecer su presencia en América Latina y tener acceso a una posición privilegiada al norte de América del Sur y a orillas del Caribe desde la cual podía desafiar a Estados Unidos.
En estos 25 años, los vínculos entre ambas naciones se han vuelto más cercanos y desde que Maduro asumió el poder en Venezuela la alianza se ha ampliado, señala Linares.
En este sentido, destaca que la colaboración entre el Kremlin y Miraflores ha trascendido lo meramente científico, económico o militar y ha pasado a un respaldo de orden político.
“Mientras una buena parte del mundo democrático ha rechazado y condenado las acciones anti – democráticas de Nicolás Maduro, Moscú ha mantenido su línea. Desde esa capital, las autoridades rusas ven a Maduro como un líder legítimo, que se encuentra sometido a una ‘conspiración continuada’ para deponerlo”.
*El periodismo en Venezuela se ejerce en un entorno hostil para la prensa con decenas de instrumentos jurídicos dispuestos para el castigo de la palabra, especialmente las leyes «contra el odio», «contra el fascismo» y «contra el bloqueo». Este contenido fue escrito tomando en consideración las amenazas y límites que, en consecuencia, se han impuesto a la divulgación de informaciones desde dentro del país.




