Aprender en aula a escribir mensajes en el celular, por Rafael Antonio Sanabria M.
Mail: [email protected]
Los jóvenes no necesitan adaptarse a las nuevas tecnologías, simplemente entran en ellas y las usan. Con sentido de propiedad, las nuevas generaciones se comunican por estas nuevas vías a sus anchas y aparentemente según sus normas. Una de las «imposiciones» de ellos es la forma como escriben, especialmente en los mensajes SMS. Tratan y maltratan el lenguaje escrito con infinidad de deformaciones de las palabras y la gramática.
El empobrecimiento de la lengua que usamos es igual al empobrecimiento de nuestras facultades, a una ruptura de la asociación de ideas con el lenguaje, a una simplificación que tiende a la anulación. En sustitución están los iconos, que según viejo decir un dibujo equivale a mil palabras, pero no aquí.
La profusión de dibujos, que no conllevan orden ni cohesión para construir un mensaje, se amontonan para mostrar vagamente una sensación. Se está en la vía para que cuando levanten la mirada del celular sean incapaces de hablar y tan solo emitan gruñidos, señalando con el dedo lo deseado.
¿Por qué se produce esta deformación de la lengua? Algunos creyeron que era simple flojera de escribir (aunque podría influir) pero cuando los teléfonos comenzaron a tener diccionario y ofrecer la palabra completa, los usuarios siguen prefiriendo la contracción. Twitter obligó a contraer las expresiones, dada su limitación en el número de caracteres, creándose abreviaturas generalizadas, como en su época lo hicieron los telegramas. Antes de Twitter, algunos grupos en Messenger usaban un lenguaje que más que contracción era codificación para hacer ininteligible los mensajes a los ajenos al grupo. Todo esto ha sido una forma de marcar territorio por parte de los más jóvenes, además de un modo de mostrar creatividad y ponerle magia a la pantalla gris.
¿Cómo se produce? Principalmente hay ocho maneras: 1) Abreviaturas (xq tb = porque también); 2) Usar acrónimos, recurso que ha sido corriente especialmente en inglés y respecto a nuevas tecnologías, ahora para expresar sentimientos (TQM DTB = te quiero mucho, Dios te bendiga); 3) Supresión de muchas vocales (vngo cntg = vengo contigo); 4) No usan signos de puntuación o los usan mal. Los cierres de interrogación y admiración pueden aparecer pero solo los de cierre (aunque pareciera que la lengua se encamina a la eliminación de los signos de apertura “¿” y “¡”); 5) Nunca usan tilde ni diéresis; 6) Uso fonético del nombre de las consonantes (bso= beso, ksa= casa), los signos aritméticos (xtal = portal) y los números (to2 = todos, ad+ = además); 7) Cambios ortográficos deliberados (noxe = noche, weno = bueno, wapo = guapo); 8) Libre uso de signos ajenos como parte de la escritura, como por ejemplo el uso que he hecho en este párrafo del signo igual “=”.
*Lea también: Balance (desastre) año escolar 2021-2022, por Jesús Elorza
Ya entre 1930 y 1950, Rudolf Flesch medía la legibilidad de los textos. El índice de legibilidad o índice de Flesch determina que la comprensión disminuye con las palabras (y las frases) más largas. De allí surgieron las dos reglas básicas del rewriting: palabras más cortas y frases más cortas. Las revistas femeninas o generales como Cosmopolitan o Selecciones de Reader’s Digest usan estas técnicas para facilitar la lectura y comprensión. Pero la azarosa reducción de las palabras que vemos de ordinario en los mensajes va en sentido contrario.
Necesitamos tomar el toro por los cuernos y enseñar a escribir mensajes rápidos sin que por ello tengamos que destruir la lengua como daño colateral. Estudiantes y maestros pueden compartir experiencias, aprender en conjunto, porque éste es un magnífico pretexto para revisar la gramática y corregir errores que cada vez se asientan más.
He recibido un mensaje de una directora graduada en augusta universidad: «No sé si se pueda, vamos haber» y he leído con alarma el mensaje de un docente a un representante: «pc mañna x l esc».
La lengua que se utiliza en los mensajes de texto no es sencilla, al contrario, carece de elementos que garantizan la comunicación y el receptor debe reconstruirlos. Es momento para presentarlos en aula, corresponde a un nivel C1 según el Marco de Referencia del Consejo de Europa, ya que en este nivel el alumno «produce textos claros, bien estructurados y detallados sobre asuntos complejos mostrando un uso controlado de estructuras organizativas, conectores y mecanismos de cohesión».
En este nivel se puede prescindir de estructuras organizativas, conectores y mecanismos de cohesión sin dañar la comprensión, ya que el hablante es capaz de reconstruir el texto por sí mismo, máxime si el sentido del texto se apoya en factores de coherencia externa. La capacidad para comprender y producir mensajes de texto puede dar idea del grado de competencia comunicativa que tiene el estudiante.
Nunca olvidemos que la lengua evoluciona. Los métodos para estudiarla también.
Rafael Antonio Sanabria Martínez es profesor. Cronista de El Consejo (Aragua).
TalCual no se hace responsable por las opiniones emitidas por el autor de este artículo