Aquel carrito azul que iba y venía con todos adentro, Luis Ernesto Aparicio
Twitter: @aparicioluis
Aunque no hemos visto mayores detalles, un conocido portal de un diario de prestigio en Venezuela, ha publicado una información que confirma nuestra tesis sobre aquello de que las opciones para el común en Venezuela se han disminuido, por no decir que han desaparecido. Los ciudadanos se han refugiado en una narrativa por demás perjudicial para el logro de las metas colectivas. Usando nuestras propias palabras e intentar simplificar una respuesta de esa encuesta: todo está perdido y las alternativas son parte de una estructura dependiente del gobierno.
Más allá de calificar a la encuestadora que ha presentado los datos, tomamos para la reflexión el efecto que pueda tener ese resultado, y su publicación, en las personas que ahora lo han visto de cerca.
No obstante, nuestro punto se basa más en lo que los ciudadanos venezolanos están percibiendo de forma peligrosa y beneficiosa a la vez. Comprometida porque se cierra la posibilidad de que se construya un camino que lleve a la salida de la crisis, el cual es la urgente recuperación de la democracia en el país. Y agregamos que es beneficiosa porque el grupo de poder confirma sus planes con un camino mucho más claro desde hace 22 años. Los llamados chavistas, saben que en la medida que estos escenarios se consoliden en el tiempo, ellos podrán permanecer en el control y dominio. Mientras, las alternativas entre los demócratas se han visto reducidas en tan solo algunos momentos de brillo. Sin embargo, estos capítulos se han ido esfumando por la misma acción de sus protagonistas, quienes, por cierto, han sido los mismos.
Repasando el titular de la información de prensa en referencia, podíamos concluir que todos somos responsables de esa tendencia. Pero es oportuno señalar que unos cargan el fardo mucho más apretado que otros. Para ser más específicos, creemos que la oposición venezolana, durante todo este tiempo, es parte responsable de la percepción creíble o no, que, según la encuesta, existe entre los venezolanos. Las organizaciones políticas, tuvieron brillantes oportunidades para salir airosos en la lucha por la recuperación de la democracia. Sino es así, basta solo con mirar aquel gran triunfo de 2015 en las elecciones parlamentarias nacionales. Todo un lujo. Sin embargo, parece que alguien sacó el libreto de la división y comenzó la debacle. Claro, en descargo, la dictadura comenzó a urdir planes para disminuir y hasta eliminar al poder legislativo.
Desde nuestra perspectiva, y sin ánimo de lucir con un discurso de añorar el pasado, ese momento de triunfo del 2015 no fue más que la suma de todas las acciones que se vinieron planificando y ejecutando cuando esta misma oposición se encontraba bajo el paraguas representativo de la Mesa de la Unidad Democrática. La conocida y luego útil como tarjeta política, pero muy vilipendiada MUD.
Pese a que nació con el injerto de la división, la Unidad de la oposición marchó con pasos seguros y una ruta muy clara: rescatar a Venezuela de la debacle y encontrar otro estilo democrático. Con muchos golpes en el interior, la Mesa de la Unidad era el punto de encuentro y entendimiento. Muy a pesar de los desquiciados personalistas habituales, desde ella se mantuvo en solo curso una estrategia común; un componente de criterios y el trabajo político unitario. Pero su destino estaba como que marcado, desde sus inicios.
Con diferencias y coincidencias avanzó la Unidad. Cinco personas, al principio, fueron los ocupados de la difícil tarea de asegurar que nadie se bajara del recién adquirido carrito azul. Fue una tarea difícil, pero siempre se pensaba que valía la pena, porque todas las organizaciones políticas creían en el proyecto que estaba en marcha. Por eso se lograba que mostrar un bloque sólido y compacto. Siempre hubo un solo canal de comunicación, y a pesar de algunos excesos y el reconocido plan para permanecer “asomado”, se respetaba el sistema acordado. Así que era poco lo que hacían de manera individual. Todo obedecía a que o bien porque no contaban con mucha iniciativa, o porque había un convencimiento de que lo que se hacía, era la única manera de hacerlo. Todo estaba acordado, con mucho respeto y desde lo unitario.
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Desde la Mesa de la Unidad se logró construir lo que hoy no existe, una Unidad real. ¡Ah! Que estaba empatada superficialmente, desde luego. Y es que después de recibir a más de 30 organizaciones políticas en su seno, cada uno con su visión, era lógico pensar que pudiera existir cierta inestabilidad. Mucho más, cuando a ella habían arribado destacados personeros del egocentrismo, el divismo político y firmes creyentes de que son los predestinados por alguna divinidad.
Pero continuemos, durante ese tiempo se lograron consolidar una serie de propuestas para cuando se alcanzara a triunfar y gobernar. Todas esas ideas fueron plasmadas en un plan o programa llamado Unidad para los venezolanos. También se comenzaron a consolidar los métodos electorales, desde los cuales se obtuvieron grandes logros como el triunfo del 2015. Pese a todo lo que se pudiera enumerar, pudo más el empuje de las fuerzas divisorias, hasta que el instrumento admirado por algunas organizaciones políticas de otros países y temida por el gobierno llegó a su fin, para complacencia tanto del gobierno, la anti política y sobre todo de los líderes de fabricación personal, quienes en el fondo resultaron muy útiles para lograr el fin de la Unidad.
Desde su última etapa, se han visto desfilar fallidos intentos entre frentes para fotografías y declaraciones, gobiernos de uso internacional y otras opciones traídas por las vísceras. Ninguno ha alcanzado el mínimo de lo que se logró con aquella opción unitaria nacida en 2009. Antes bien, la fabricación de aglomeraciones ha traído al molino destructivo más división y desacuerdos, entregando grandes ventajas a la dictadura. Hoy, el panorama luce como que no hay una idea clara de lo que se quiere y que sea para el bien de Venezuela. Todos, absolutamente todos, andan buscando el camino que perdieron en el gran laberinto de la división y la falta de una clara estrategia política.
Era duro mantener a todos en el carrito azul, pero se lograba. Muy modesto, pero se llegaba a donde quisiéramos en el momento. Siendo equipado para llegar al destino final. Pero ya sabemos la historia, unos pocos se ocuparon de enviarlo a una solitaria y desconocida chivera o depósito de lo que no es útil. De no haber sido así, estamos seguro de que otra sería la encuesta en este momento.
Luis Ernesto Aparicio M. es periodista, exjefe de Prensa de la MUD.
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