Aquí no hay miedo, por Teodoro Petkoff
Después de la gran victoria alcanzada por los estudiantes, al rescatar a Julio César Rivas de la cárcel, son los trabajadores de Guayana quienes anuncian movilizaciones para sacar de la prisión al secretario general del Sindicato de Trabajadores de Ferrominera, Rubén González, a quien se juzga, nada menos y nada más, que por haber ejercido sus deberes como sindicalista; es decir, por haber encabezado, como le corresponde por el cargo que desempeña, el paro de los trabajadores de la empresa del hierro, tanto en Ciudad Piar, donde está la mina, como en Puerto Ordaz, de cuyos muelles sale el mineral para Sidor y para el mundo.
El reclamo de los obreros del hierro tuvo que ver con las flagrantes violaciones al contrato colectivo en las cuales incurre la gerencia «socialista» de Ferromine-ra.
Tanta razón tenían los huelguistas, que el paro finalizó cuando la gerencia «socialista» la reconoció y se comprometió a atender la queja.
Julio César Rivas y Rubén González son figuras emblemáticas de la deriva cada vez más autoritaria y represiva que lleva el régimen «socialista». Un estudiante detenido y enviado a una de las terribles cárceles del «socialismo del siglo XXI», con la expresa intención de meter miedo.
Debe decirse que a estos carajos no les da ni siquiera vergüenza utilizar el terrible estado en que mantienen a las cárceles como mecanismo intimidatorio, enviando a esos siniestros establecimientos a los detenidos políticos. Diez años de mando hacen que estas de hoy sean sus cárceles y no las del «gobierno anterior». Ya Chacumbele es su propio «gobierno anterior».
Un obrero detenido y llevado a juicio, también para meter miedo.
Lo irónico de la situación es que Rubén González, quien pertenece al PSUV, debe ser uno de esos muchos venezolanos que creyeron que este régimen anunciaba tiempos mejores para los trabajadores.
Ahora, como tantos otros, debe estar descubr iendo que el gobierno «socialista» castiga con cárcel ese fruto entrañable de las luchas obreras de dos siglos, que es la huelga, el paro; luchas libradas bajo la inspiración de algunos de los grandes líderes socialistas de los siglos XIX y XX, tanto en Europa y Estados Unidos como aquí en Venezuela.
La historia tiene sus vainas. López Contreras, heredero de Gómez, no llevó a juicio a ninguno de los líderes obreros de la gran huelga petrolera de 1936; Pérez Jiménez mantuvo en prisión durante ocho años a Jesús Faría, líder petrolero y del PCV, como «castigo» por la huelga petrolera de 1950. Además, valga el detalle: la huelga es un derecho constitucional.
Es Chacumbele quien se coloca contra la Constitución –como de costumbre–, no Rubén González, líder de los mineros de Guayana.
Los obreros y sindicalistas de Guayana han advertido que este nuevo atropello no se queda así y que se moverán en defensa de Rubén González y en defensa de sus derechos, entre ellos el muy humano de protestar contra abusos y atropellos.
Si el «hermano» de ese loco de carretera que es Gaddafi y del sátrapa sanguinario de Mugabe cree que está asustando a los venezolanos, debería bajarse de esa nube. Aquí nadie tiene miedo.