Aquí no se rinde nadie, por Teodoro Petkoff
El empeoramiento de la situación económica, unido a la creciente percepción ciudadana de la ineptitud de las autoridades, se tradujo el año 2009 en la duplicación del número de manifestaciones populares de reclamo o protesta. Contra 1.602 acciones de este tipo en 2008, al año siguiente las calles y otros sitios públicos fueron tomadas en 3.304 oportunidades. Debemos el dato a Carlos Correa, coordinador de la ONG Espacio Público, quien aborda el tema en la revista SIC de abril de este año. El trabajo de Correa revela que lejos de estar anestesiados o acobardados, los sectores laborales y vecinales, así como los estudiantiles, están más avispados que nunca y en plan de defender sus derechos, reclamar lo que consideran injusto y protestar arbitrariedades y atropellos, mediante su participación directa y protagónica en las movilizaciones de calle.
Observa Correa una «tendencia constante en los últimos tres años», cual es «el incremento de la movilización social en las diversas regiones del país», contra lo que ocurría en años anteriores, cuando aquella se daba mucho más en Caracas que en el interior. El malestar social está mucho más homogéneamente distribuido en el territorio nacional, siendo las motivaciones principales para la movilización las que están asociadas, de un lado, a las que atañen a la vida de las barriadas humildes, y a las de carácter laboral. Como es obvio, las acciones de calle directa y abiertamente políticas son en número bastante menor que las que tienen que ver con las condiciones de vida y de trabajo, teniendo estas últimas sus escenarios principales en Guayana, Zulia, Anzoátegui y Carabobo, donde se encuentran las mayores concentraciones industriales del país. Señala Correa que la mayoría abrumadora de las acciones está movida por aspiraciones «que corresponde al Estado venezolano satisfacer». Pero es precisamente este interlocutor el que no responde.
Constata Correa que «En el mes de enero de 2010, sólo 18 de 203 manifestaciones tuvieron, al menos, alguna interlocución con los funcionarios que podían atender las demandas». Sin embargo, cuando no es la omisión o la desatención, se produce, cada vez con mayor frecuencia, la respuesta represiva. En el mismo mes de enero, 15 de las manifestaciones fueron reprimidas violentamente, lo cual implicó un «aumento consistente en la acción violenta por parte de los funcionarios y autoridades».
Sin embargo, el aumento de la represión no tiene los efectos disuasivos que pretende lograr el gobierno. La gente sigue manifestando y protestando porque hay demasiadas razones para hacerlo. El gobierno es demasiado incapaz, hay demasiadas promesas incumplidas, el contraste entre la ostentosa y obscena riqueza de la élite gobernante y las calamidades que sufre el común, constituye una poderosa motivación para la movilización. Cita Correa a un manifestante cuyas palabras resumen el indomable espíritu de lucha de los venezolanos: «Nos tendrán que poner presos a todos, porque si no nos cumplen con las casas, seguiremos protestando».