Aragüeñidad: Más allá de un gentilicio, un sentido de pertenencia, por Rafael Sanabria M.

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Aragüeñidad es la historia misma, viajando entre las nieblas del tiempo, mostrando luces y sombras, fisuras y senderos donde los recuerdos se diluyen. Aragüeñidad es el ser humano, eterno creador, siendo siempre el gran protagonista. La aragüeñidad de antes. . . en la carreta lenta, luchando en las calles de piedra, jalada por el viejo caballo, agotado de tanto andar, simbolizaba el compromiso y el esfuerzo de un pueblo luchando por seguir adelante.
Aragüeñidad eran esas noches en calma y silencio, solo los postes de luz siendo testigos mudos de la oscuridad, creando sombras largas y figuras extrañas que se volvían leyendas de fantasmas y horrores.
Aragüeñidad es despertar con las aves de colores cantando entre el verde del campo, fiel compañero de árboles llenos de flores; que juegan con el viento suave, impredecible y libre.
Aragüeñidad es el río Aragua, con su agua abundante, en su constante susurro, mostrando su alegría al pasar por las rocas llenas de musgo.
Aragüeñidad es ver en el sur de Aragua a la potra baya corriendo con fuerza, retando al amanecer, creador bello del horizonte sin fin.
Aragüeñidad es sentir el suelo aragüeño temblar, hecho llano en las barbas dulces de la caña. Convertido en montaña bajo el manto rojo de los cafetales listos. Hecho brisa suave sobre la niebla del Mar Caribe.
Aragüeñidad es oír la poesía en el susurro del río Aragua, en el vuelo de las garzas que a veces visitan las orillas del lago de Tacarigua. Aragüeñidad es crear arte en las colinas llenas de verde y toques amarillos del araguaney. Aragüeñidad es proclamar madre de ciudad valiente, nacida donde el llano se abre, abriendo caminos y cruzando montañas.
Aragüeñidad, símbolo de esperanza, de sueños, triunfos y logros.
Aragüeñidad se dibuja en la piel de una tierra buena, brillante por el sol, movida por la brisa coloniera llena de duraznos.
Aragüeñidad es tierra de libertad, tierra de héroes, héroes de antes que llegaron con Ribas peleando batallas. Héroes de hoy, buscando la paz, uniendo fuerzas y sembrando sueños.
Aragüeñidad es el negro de la costa, el zambo del llano, el mestizo de la colina, el blanco de otros lugares y el catire coloniero, que lloraron y sudaron, que hicieron crecer duraznos y cafetales, fresas y cañaverales, rosas y araguaneyes y fábricas de cemento.
La aragüeñidad es ese esfuerzo valioso, firme, innovador, que allanó el camino hacia el desarrollo siguiendo las tenues marcas del tren, un lazo de ilusión, nexo vital, una mano amiga de esta tierra soberana. En resumen, la aragüeñidad la construimos día a día entre todos; antes, africanos e ibéricos unieron sangres, melodías, palabras y fe con los descendientes originarios, dando origen a un nuevo aragüeño.
De sus manos trabajadoras se alzaron paredes y se creó hogar, de su sangre, unida al sol, brotaron hijos del mismo corazón que brindó sustento e identidad. La aragüeñidad es el resultado de raíces fuertes, ramas hospitalarias y frutos bondadosos.
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Rafael Antonio Sanabria Martínez es profesor. Cronista de El Consejo (Aragua).
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