¿Armas o votos?, por Américo Martín
Twitter: @AmericoMartin
Sabemos que el fin está cerca cuando lo único que tienen en la calle son militares
(Nelson Mandela)
Son palabras emanadas de quien las honraba con su sobrio valor, pero en alguna forma guardan cierta familiaridad con el drama venezolano. La confrontación en nuestro caso no es una guerra civil, ni del apoyo de la cúpula militar a Miraflores, puede deducirse que nos acercamos a un duelo de esa naturaleza. No quisiera reducir a dimensiones simplistas un drama de alcance trágico como el que nos envuelve, sobre todo después de leer con atención y escándalo el crudo informe de la Misión del CDH/ONU.
El madurismo encuentra resistencias naturales en casi todos los escenarios.
El objetivo estratégico por excelencia que se ha trazado el sistema madurista es copar el parlamento con gente suya o con diputados ajenos a la mayoría leal a Guaidó. Las detenciones arbitrarias agotan sus posibilidades, a pesar de dar el paso de paquidermo de dividir partidos opositores con medios nunca practicados en democracia. Imponiendo una minoría írrita en la Asamblea, espera el oficialismo someter a la oposición y con la fuerza extrema hacerla entrar por el aro.
En ese caso, supongo que la situación sí que podría desbordarse y lo primero que parece salirse de madre es la paciencia mundial que no está dispuesta a dejarse abofetear por un régimen al que ha descubierto en su naturaleza y su vocación de perpetuidad.
No obstante, así como ofrece un solidario respaldo cuyos perfiles no quieren ser atenuados por terquedades oficialistas, insiste en que se apliquen los mecanismos del diálogo y la negociación para garantizar salidas políticas, pacíficas y electorales libres y viables. Su posición en torno a las parlamentarias del 6D ha quedado bien clara en el informe de la Misión enviada por las Naciones Unidas debido a la ausencia evidente de garantías de transparencia.
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La UE resolvió medir la consistencia de la tesis extremista. Habida cuenta de que continúen las sanciones, probablemente ampliadas con el flujo de nuevos países irritados por las evidencias del informe y de la limpia aclaratoria de la presidente de la Misión, Marta Valiñas, en el sentido de que no hicieron estudio in situ solamente porque el gobierno de Maduro les prohibió la entrada dejando sin respuesta las seis comunicaciones que le envió. Tampoco valoró la importante oferta de enviarle el Informe antes de su publicación, para permitirle al gobierno investigado aclaraciones de última hora.
Entiendo que la UE propuso aplazar las elecciones y aprovechar para completar garantías y favorecer la negociación. Es una fórmula interesante dado que la suspensión con esos fines ha sido presentada desde la oposición por miles de personas en ejercicio de un Recurso de Amparo, y por el movimiento civil emergente y profesionalmente capacitado “Universitarios por Venezuela”.
Desde predios opositores me hicieron tres preguntas:
Primera, ¿crees que el gobierno radiografiado en el Informe de Naciones Unidas esté interesado en negociar?
Segunda, ¿devolverá los partidos de los que se apropió?
Tercero, ¿cumplirá las condiciones de transparencia que se le exigen?
No puedo responder por ellos ni creo que las eventuales negociaciones se reduzcan a uno o dos asuntos. Se puede dudar de la apertura de la puerta pero si le pesan las sanciones, podrían reclamar su levantamiento. En cualquier caso, la suspensión de las parlamentarias está en la palestra.
Recordemos que la negociación es un instrumento democrático, al igual que el diálogo y las elecciones. Por lo tanto cada vez que asome la nariz, la alternativa democrática debe inclinarse por la afirmativa. Si la autocracia se va por la negativa, no muestra interés o no responde, es un problema suyo. El planeta todo es el tercero, el factor que decide posiciones conforme a su contenido y el estilo gárrulo o civilizado de sus autores. Rechazar negociaciones que impidan la paz y promuevan la democratización causa costos que no pueden eludirse.
La alternativa democrática y un vasto número de países han intensificado su pleno respaldo a elecciones generales libérrimas. Es en ese punto donde se ha situado la disyuntiva oficialismo vs democracia. Ya el problema no es solo la escogencia por consenso de la directiva del Consejo Nacional Electoral sino la capacidad para realizar elecciones automatizadas, como manda la ley, o manuales por vía excepcional.
Los técnicos en la materia saben perfectamente que no es posible resolver el asunto sacando de la manga unos comicios manuales, pues implicaría la construcción de un nuevo modelo con las reformas técnico-legales en un tiempo en el cual están pendientes acuerdos para la nueva directiva del Poder Electoral, la revisión de la escuálida burocracia del CNE y la generación de toda la infraestructura para un proceso manual, desde el Registro Electoral hasta la adjudicación y proclamación de los cargos electos por votación popular.
Resulta cuesta arriba fijar un cronograma que cumpla con estas exigencias. Sencillamente no hay condiciones que conjuguen tiempo, experticia y capacidad para rearmar el proceso.
Necesitamos unir a los amantes de la democracia y la libertad, dondequiera que se encuentren, alrededor de metas programáticas aptas para conducirnos a la prosperidad que Venezuela en mala hora perdiera y merece recobrar como en pocos momentos de su historia de luces y sombras.
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