Arrebatón sindical, por Teodoro Petkoff
El chavismo sindical vuelve a las andadas. Ahora, a lo Juan Charrasqueado, lo que no pudo obtener mediante el referéndum sindical, que, ya se sabe, resultó un fiasco, pretende arrebatarlo a través de las disposiciones transitorias de la llamada «Ley de Protección a las garantías y libertades sindicales». Si bien el referéndum fue un fracaso político, dejó una pauta administrativa que el CNE debe instrumentar: realizar elecciones sindicales en el lapso de 180 días a partir del referéndum. A estas elecciones es, evidentemente, a lo que le teme el «madurismo». Sabiéndose casi inexistente en el seno del movimiento laboral de carne y hueso, el sindicalerismo chavista no quiere contarse ni enfrentarse democráticamente a otros sectores cuya presencia en la opinión de los trabajadores es mucho mayor. De modo que para no medirse está preparando un arrebatón.
A raíz de la fracasada consulta sindical se produjeron, sin embargo, interesantes desplazamientos en la CTV y en otros sectores del movimiento obrero. En la mayor central sindical, la vieja dirigencia entregó la guardia y abrió paso a una junta de conducción, con gente nueva, que inmediatamente estableció un fructífero diálogo con los sectores del Nuevo Sindicalismo (Causa R) y del Frente Constituyente de Trabajadores (Froilán Barrios), atrayendo, además, a la mesa de conversaciones a Nicolás Maduro y sus compañeros de la Fuerza Bolivariana de Trabajadores. Las condiciones estuvieron dadas para producir un desenvolvimiento democrático de relegitimación y renovación del sindicalismo. Pero, desde luego, ello implicaba asumir el reto democrático. Y hasta allí no parece dispuesto a llegar el «madurismo». De manera que desenfundó su bomba sólo-mata-gente: las disposiciones transitorias de la Ley Sindical.
Ya nos ocuparemos con mayor detenimiento de las fulanas «disposiciones transitorias». Valga por ahora apuntar que ellas tienen el claro propósito de tomar a la cañona el control del movimiento laboral, para crear una central dependiente del gobierno y obediente a sus dictados. El «sindicalismo vertical» que creó Franco durante su larga dictadura en España. La idea es desconocer toda autoridad transitoria, crear organismos fantasmagóricos de supuestos trabajadores, afectos al MVR, secuestrar los fondos sindicales y colocarlos en manos de estos organismos, dándoles facultades para administrar los contratos colectivos y asumir el rol de los sindicatos. Por supuesto, la renovación de las directivas sindicales, prevista para los 180 días posteriores al referéndum, sería, también, barrida de un plumazo. No hay reglas de juego. El MVR puede decretar que los innings se cierran con dos outs. Es de suponer que tanto el CNE como el Poder Ciudadano se darán por aludidos ante esta nueva tentativa de atraco