Arriba, abanderados de la esperanza, por Pedro Luis Echeverria
Twitter: @PLEcheverria
Independientemente de los resultados de los debates que se llevan a cabo en el seno de la oposición sobre la participación o no en el evento comicial que eventualmente se celebrará próximamente en Venezuela, no cabe la menor duda de que en algún momento habrá en el país unas elecciones.
Con tal motivo, es conveniente e indispensable que durante la campaña electoral que en su momento se realizará, los portavoces de la oposición —entre quienes no debería haber cabida para oportunistas y políticos profesionales— asuman un compromiso con el país que vaya más allá de sus agendas personales. Así lo exige el terrible descalabro y los gravísimos problemas de toda índole que han significado los cuatro lustros y fracción que lleva en el poder esta pandilla de sinvergüenzas e incompetentes que se han repartido el país.
Los abanderados opositores que recorrerán ciudades, pueblos, villorrios, barrios, etc.; deberán llevar, transmitir e inculcar ante sus auditorios un mismo mensaje, cívico y solidario, de lo que el pueblo puede esperar de la actuación futura de esos aspirantes que esperan ser favorecidos por el voto popular. En tal sentido, la comunicación, el saber interpretar las aspiraciones de los electores y transmitirles la certeza que al elegirlos el pueblo contará con un gobierno nacional, gobiernos regionales y locales que sabrán enfrentar y conducir las grandes transformaciones que el país reclama, así como que lo hagan bajo una nueva forma y estilo de gobernar.
Por ello, el pueblo debe encontrar en el mensaje opositor nuevas y poderosas razones para otorgarles su voto. El país debe internalizar que ellos son y representan la mejor alternativa para gobernar en periodos de crisis y grandes urgencias por la reconstrucción del país. Por tanto, es menester incorporar en el debate electoral visiones y planteamientos que contribuyan a reafirmar la percepción antes indicada.
La lógica, la coherencia y demás cosas relacionadas con el pensar nos lleva a ofrecer las sugerencias que formularemos a continuación con la esperanza de que algunas de ellas sean incorporadas a la plataforma electoral opositora. Estas serán, por razones de espacio, muy esquemáticas y breves.
En primer término, insistir en la necesidad de redimensionar el tamaño del aparato del Estado y sobre todo el mejoramiento de su calidad; el desarrollo de un espíritu de iniciativas y liderazgo para las acciones del Estado y una sustancial mejoría en la eficiencia para la prestación de los servicios fundamentales. Destacar la alta eficiencia que se observará en la ejecución de las políticas y el gasto social mediante la adecuada focalización del referido gasto para que llegue mayoritariamente a los ciudadanos que realmente lo necesitan, así como mantenimiento de sistemas solventes de previsión social y de redes de protección social.
*Lea también: El difícil camino de la democratización, por Roberto Picón
Igualmente, hacer hincapié en el fortalecimiento de las instituciones públicas no solo de la rama Ejecutiva sino también la Legislativa y Judicial. Expresar la disposición a crear, dentro y fuera del aparato del Estado, instancias administrativas para que este sea capaz de asociarse con las organizaciones sociales, las fuerzas regionales y locales, el sector privado y los trabajadores. Transmitir la convicción del manejo transparente del tesoro público, de los procedimientos administrativos y en la toma de decisiones. Descentralización administrativa eficiente y de bajo costo. Por otra parte, señalar con fuerza que la acción política se debe desarrollar cerca de la gente y que ella estimule la participación ciudadana.
Hay que considerar que en nuestra sociedad están emergiendo líderes políticos, empresariales, sindicales, sociales, intelectuales y de opinión que evidencian tener una visión de nuestra realidad menos ideológica y más pragmática que está descubriendo que el margen de opciones políticas y económicas para reencauzar al país se ha venido estrechando peligrosamente, por tanto es necesario hacer ver que ello facilita la tarea de lograr consensos y acuerdos convenientes para el país y no la personal, grupal, o partidista.
En otras palabras, se hace necesario a través de nuestro mensaje y acciones políticas y administrativas desarrollar una cultura política proclive a la obtención de consensos como la vía más idónea para atender la legítima impaciencia de la sociedad venezolana y para darle un renovado aliento y contenido al sistema político democrático.
Reafirmar la disposición de que el nuevo gobierno tomará las medidas necesarias para escuchar a la gente y que la sociedad sentirá que en el futuro compartirá el poder. Señalar que estamos dispuestos a abrir la participación ciudadana con el gobierno para el diagnóstico de los problemas y en el diseño de las medidas que deben adoptarse para resolverlos; ello, sobre la premisa de darle un nuevo sentido a la relación gobernantes-gobernados para facilitar la necesaria legitimidad social a la estrategia económico-político-social que articulará el futuro gobierno.
Un pueblo que participa podría llegar a ser el aliado fundamental de un gobierno que deberá enfrentar las omisiones, demoras e incomprensiones de ciertos grupos y organizaciones que lucharán denodadamente para que este nuevo amanecer para el país, fracase. La sociedad, como un todo, debe ser el legítimo representante del interés nacional y su gobierno el depositario de su confianza para llevar a feliz término las transformaciones necesarias
Hay que decirle al país que la pobreza, la inequidad social y los trastornos sociales se han agravado en forma alarmante. La crisis del modelo de crecimiento del régimen y el estancamiento económico que ha causado han deteriorado las oportunidades de empleo y erosionado las instituciones claves del país.
Es menester, entonces, establecer un programa para la reforma social que sea el producto de un sólido consenso político.
Hay que asignar alta prioridad a la revisión y reorientación del gasto del Estado en materia social. Descentralizar los programas sociales de tal forma que las decisiones se adopten en los niveles más próximos a los beneficiarios. Aumento de la inversión del Estado en programas de formación de recursos humanos, especialmente en los ámbitos de salud, educación por razones de equidad y para elevar la productividad del ciudadano. La creación de una fuerza de trabajo más saludable, mejor formada, más capacitada y productiva mejora las posibilidades de empleo y de crecimiento a largo plazo. Creación de oportunidades para los jóvenes para aprovechar la mejor riqueza que tiene el país. La solución a la pobreza en el largo plazo en buena medida dependerá de las acciones en beneficio de la juventud
Destacar lo grave, profunda y compleja que es la crisis que nos afecta y que la tarea de enfrentarla y superarla nos convoca a todos.
A las instituciones de la sociedad (sindicatos, organizaciones empresariales, agrupaciones políticas y civiles, fuerza armada, iglesia, medios de comunicación, etc.) les debe ser exigida actitudes cónsonas con la responsabilidad de, al menos, detener el acelerado deterioro que hemos venido experimentando como sociedad y como país.
Finalmente, plantear al país algunas reflexiones en torno a los escenarios políticos y económicos en el contexto internacional y su posible evolución en el futuro inmediato
Pedro Luis Echeverria es economista y consultor.
TalCual no se hace responsable por las opiniones emitidas por el autor de este artículo