“Asalto al Capitolio”, por Reinaldo J. Aguilera R.
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Lo que es considerado, hasta el momento, el quinto ataque al Capitolio de los Estados Unidos de América, ocurrido hace pocos días, definitivamente dejó al mundo entero con la boca abierta. Más aún con la cobertura en vivo y directo de lo ocurrido, tanto por los servicios informativos como por las denominadas redes sociales.
La irrupción violenta contra la institucionalidad de la democracia estadounidense no ocurría desde el 24 de agosto de 1814, cuando en el marco de la guerra angloamericana el recinto fue invadido por tropas británicas, lideradas por el vicealmirante Sir Alexander Cockburn y el mayor general Robert Ross. En un instante, prendieron fuego al Capitolio, que aún estaba en construcción, después de invadir Washington en agosto de ese año.
Posteriormente a ese ataque hubo otros tres. La diferencia es que lo sucedido en 1814 fue perpetrado por fuerzas extranjeras y los otros no. Pero, sin lugar a dudas, lo presenciado el 6 de enero de 2021 cobra una importancia relevante, pues la incitación vino, según se ha determinado, de parte del propio Presidente para con sus partidarios, quiénes se encuentran en desacuerdo con los resultados de la reciente elección.
Cinco personas fallecieron como resultado del ataque lanzado por seguidores del presidente Donald Trump, luego de que el mandatario saliente se dirigiera a ellos durante una manifestación en Washington DC.
Los manifestantes irrumpieron en el edificio para denunciar lo que consideran un fraude electoral del que no hay pruebas oficiales y que ha sido rechazado por jueces en todas las instancias. Recordemos que los parlamentarios se encontraban reunidos para certificar formalmente la victoria del candidato demócrata Joe Biden.
Hasta el momento, existen más de 80 personas detenidas por su presunta participación en el insólito asalto a la sede del Congreso de EE. UU. el 6 de enero. Entre los arrestados se encuentra el hombre que fue fotografiado cargando el atril de la presidenta de la Cámara de Representantes y otro, quien durante la irrupción en la sede del Poder Legislativo se sentó en el despacho de la líder demócrata.
También fue detenido e imputado de cinco cargos federales, Jacob Anthony Chansley, de Arizona conocido como Jake Angeli, “Q-Shaman” o “Yellowstone Wolf”. Algunos de los cargos que pesan sobre el sujeto son: entrar a un edificio público sin autorización, ingreso violento y conducta desordenada en los terrenos del Capitolio, según se desprende de los documentos del Departamento de Justicia de EEUU.
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Muy delicado lo relativo a la investigación respecto al robo de documentos y dispositivos electrónicos contentivos de información confidencial, toda relacionada con la seguridad nacional. Dicha investigación la conduce Michael Sherwin, fiscal general interino del Distrito de Columbia, quién anunció que la misma, con seguridad, arrojará resultados en cualquier momento, aclarando y determinando las responsabilidades correspondientes y a los culpables de lo sucedido.
Ahora bien, quizás están en desacuerdo con los resultados, pero la libertad de acción y actuación no es la correcta, justamente el factor de equilibrio democrático e institucional es lo que mantiene que el sistema siga funcionando y no se llegue a la anarquía solamente por creer tener la razón, de allí a desatar un conflicto interno en cualquier país solo existe un paso.
Lo cierto es que en EE. UU. existen los mecanismos, leyes y reglamentos que protegen el derecho al voto, al igual que los lineamientos para denunciar delitos electorales ante las distintas autoridades, inclusive las judiciales. En el marco de la reciente elección en distintos estados de la unión americana se presentaron las respectivas denuncias y, en todos, las autoridades y jueces emitieron sus respuestas y sentencias. Cuesta pensar que todos se hayan puesto de acuerdo, justamente es allí donde entran en juego las diferentes teorías conspirativas que muchos manejan y que no hacen ningún favor a la alternancia de la que ha gozado por años la nación del norte.
Por lo pronto, todo el proceso hacia la transición el próximo 20 de enero sigue su curso, pero no se puede pasar por alto el ambiente tenso que se vive y las posibles repercusiones del asalto al órgano legislativo. El planeta está en alerta por el coronavirus al igual que por la inestabilidad política que genera la situación en suelo norteamericano.
La protesta pacífica está protegida en casi todas las constituciones modernas, pero los ataques violentos a las instituciones no. Por el contrario, siempre debe protegerse y ampararse en el llamado imperio de la ley cualquier diferencia, de igual modo respetarse los límites que las mismas normas imponen.
En una sociedad donde el ejercicio de la libertad no transita por las avenidas del respeto, donde el ejercicio de los «derechos» tiene amplio margen para unos y estrecho espacio para otros, es una sociedad en la que se lesiona gravemente el fundamento filosófico sacramental de la propia libertad. Surge así el privilegio perjudicial de atacar y destruir, de modo tal que el «derecho» se divorcia de la justicia. Esto hay que evitarlo, así de simple y sencillo.
Reinaldo Aguilera es Abogado. Master en Gobernabilidad, Gerencia Política y Gestión Pública de George Washington University/UCAB.
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