Asamblea, Frente y voto, por Simón García
Twitter: @garciasim
En el plazo de un mes tendremos tres eventos significativos que incidirán en la crisis que vivimos, en el destino del gobierno y en la situación de la oposición. Al margen de las decisiones de los actores fundamentales, individualmente podremos optar por unir o dividir más al país; iniciar una transición o acentuar la miseria; sostener un enfrentamiento fanático o favorecer aproximaciones entre una oposición y un gobierno que compiten desesperadamente por no perder respaldo social.
En la oposición parece avanzar una sencilla verdad: desplazar un poder autoritario es algo infinitamente más complejo que sustituir a un gobierno democrático. Maduro, quien no se cree internamente débil, no se va dejar pelar como una mandarina, aunque la comunidad internacional lo desconozca a partir del 10 de enero.
El 9 de diciembre, el 5 y el 10 de enero pondrán a prueba la inteligencia de los dirigentes para validar a la oposición como alternativa responsable. El 5 la Asamblea pasará a ser el portal del cambio. El 9 brindará la oportunidad de salir de la calle ciega de la abstención. Pero si se repite el error de ofrecer cambios sin contar con la fuerza para llevarlo a cabo, acumularán otro revés.
Si una dirección dividida se plantea nuevamente vencer por la fuerza a una hegemonía autoritaria, tendremos la derrota que siempre se agazapa detrás del reluciente palabrerío extremista. Si ocurre, habría que conformar un nuevo centro dirigente fuera de las figuras partidistas tradicionales.
El pírrico ganador, con su carretillita de oxígeno autocrático donada por la oposición, será un Maduro que simulará mandar desde una camilla. Pero su permanencia en el poder, en condiciones de inviabilidad económica y aislamiento internacional, dará mayor velocidad al proceso de destrucción del país y actualizará desenlaces, fuera de la lógica de la política y la orientación de los partidos, que deberíamos ocuparnos en evitar.
En esta perspectiva cobra sentido encontrar un centro de equilibrio que permita las coincidencias de la oposición en torno a: 1. Abordar una negociación con Maduro para concertar medidas que frenen la crisis, restituyan derechos confiscados y diseñen los pasos de una transición con gobernabilidad. 2. Darle prioridad a medidas que permitan realizar una elecciones, transparentes y competitivas, especialmente para elegir presidente de la República. 3. Explorar la viabilidad y bases para la conformación de un gobierno de integración con la participación y el respaldo de las fuerzas actualmente enfrentadas.
Aún hay tiempo para aprovechar ventanas de cambio y evitar que la prédica extremista de una victoria ilusoria, empuje a que sea la oposición la que aparezca cerrándolas.
Si nadie quiere amarrar los caballos en un cementerio, es importante convertir al 5 de enero en la puerta de un entendimiento opositor y cambiarle al 10 el formato de confrontación basada en decretar una simbólica Junta de Gobierno que sólo va a operar para bloquear la presión internacional hacia una solución política entre venezolanos.
Es el momento de trabajar por incrementar la fuerza de presión interna. El Congreso del Frente Amplio puede ser el punto de partida de un plan nacional de movilización, aunque falte, para decirlo de modo redundante, ampliarlo. Votar el 9 de diciembre demostraría que el actual gobierno es una minoría y que la elección es una herramienta efectiva para realizar cambios sin aniquilar al que le toque perder.