Así que quebraron a Cavendes, por Teodoro Petkoff
Intervenir a Cavendes es un duro golpe para el presidente Chávez. Pierde a un mentor, Luis Vallenilla. También se ve obligado a reivindicar las acciones tomadas por el gobierno de Rafael Caldera, pues la intervención a puertas abiertas Cavendes es una copia de la que se aplicó con los bancos Consolidado y Venezuela, ahora en poder de capital extranjero. Una terrible paradoja que atormentará a Vallenilla, donde quiera que ahora se encuentre.
Luis Vallenilla, resguardada tras la patriótica fachada de Fundapatria (de la cual es presidente), desde donde nos daba lecciones de nacionalismo y de ética empresarial, se sentía intocable. Hasta el último momento, cuando decidió realizar un traspaso dudoso de la mayoría accionaria, pocos días antes de que el Gobierno. Interviniera a la institución. Vallenilla estaba dateado. Sabía que nada evitaría la caída de Cavendes, a lo sumo, podía retardarse un par de días. No por nada Luis Miquilena lo reconoce como uno de sus amigos. Tan intocable se sentía el orgulloso Vallenilla que, a pesar de que sus balances estaban en rojo desde hacía mucho tiempo, continuó invirtiendo en faraónicas construcciones turísticas, camuflando la ilegalidad de los manejos financieros de su banca tras una retórica nacionalista que lo convirtió en presidente de la Comisión de Economía de la Asamblea Nacional Constituyente. ¿Es este tipo de administración el que el expresidente de Cavendes proponía para la industria petrolera? Como los repudiados banqueros que huyeron en desbandada hace seis años, Vallenilla se pagaba y se daba el vuelto. Usaba el dinero de los depositantes para presentarse a sí mismo y a sus empresas relacionadas. Además, desconoció todas las medidas que la Superintendencia de Bancos le dicto desde julio del año pasado. Violó todas las normas, hasta la que más afectó a los cientos de personas que esperaban que Cavendes abra sus puertas para retirar sus ahorros: tenía prohibido hacer publicidad para captar ahorros y la hacía. Más que banquero, estafador. Y Superintendencia de bancos no pudo hacer cumplir sus imposiciones porque Vallenilla estaba protegido y, además, recibía ingentes depósitos de parte de un Poder Ejecutivo, que sabía que el banco hacia agua. El gobierno quiso fondearlo depositando 64 millardos de bolívares ¿De eso quién responde? Pero la soga tensó demasiado y a Vallenilla nada más le quedó huir, una jugarreta que no lo exime de responsabilidades. Solo queda ver si al presidente Chávez no le tiembla el pulso para hacer justicia. Como colofón cabe recordar que ya han caído dos de sus principales financistas: Henry Lord Boulton y Luis Vallenilla. ¡Cuánto se parece la Quinta a la Cuarta!