¡Auxilio! ¡Socorro!, por Marisa Iturriza
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Como si no tuviera suficiente con el cúmulo de noticias que ha logrado dispersar hasta las de la pandemia del coronavirus, entre otras la intempestiva invasión a Ucrania ordenada por el régimen ruso, que ocasionó que suspendieran a la banca de su país, lo que te deja con la incógnita de si a los reales de aquí depositados allá podría pasarles lo que al oro que unos españoles entregaron a unos rusos para protegerlo pero que nunca les ha sido regresado, a continuación tengo que agregar algo de lo que me afecta actualmente:
¡La nevera se echó a perder! El mecánico dice que de tener arreglo sería muy costoso. Que si el motor. Que si el termostato. Ella es una noble belleza negra, de 2 puertas con congelador que ha sufrido mucho con los apagones, sobre todo cuando eran cortos e intermitentes y luego con los «bajones» Esto es tan, pero tan desolador… Si alguien quiere llevársela, con pesar se la entregaría, luego tendría que ver como reemplazarla.
A todas estas, a la lavadora se le rompió la turbina que bate y estruja la ropa. Exprimir si lo hace, pero ¿Dónde consigo el repuesto que necesita la pobre viejita? Y, para no quedarse atrás, la plancha de planchar se cayó al suelo y simplemente se «estortilló». También hay que reemplazarla. No queda otra. Pero recordemos el ingreso ¿puede llamarse ingreso? que reciben los pensionados aquí y lo que Ja, Ja, Ja puede adquirirse con eso.
Hay que sumar que entre otras fallas, aparte de las que ya traía, el carro se recalienta. Aunque yo no lo manejo porque es el único, y no se puede estacionar en la calle porque pueden robarle piezas o llevárselo completo, el estacionamiento es caro y como hay que hacer colas larguísimas para echarle gasolina, los traslados se remiten a lo estrictamente necesario.
Nada de recreación o esparcimiento y –mientras tanto– la computaDora sigue empeñada en impedir que termine de escribir esto con un comportamiento tan errático como algunos planes oficiales u opositores.
Para un final medianamente «feliz» porque «No todo ha de ser rigor» hay que reconocer que ahora reapareció el arroz cultivado aquí, que no trae los bichitos y basuritas que traía el importado. También las caraotas. Que la harina para las arepas se hace aquí como se ha hecho toda la vida y no como la importada, avispada e improvisadamente fabricada en donde no se come arepa. Ah, tenemos nuestro café, el bueno y, afortunadamente, la cafetera funciona…
Y Yulimar Rojas impuso otro récord mundial en su especialidad…
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