Aymara Hernández, mujer multifacética, por Rafael A. Sanabria Martínez
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«Soy una persona, nada humano me es ajeno»
Publio Terencio Africano
La historia de esta dama sorprende por la diversidad de travesías que, incansable, sostuvo en su vida. Danza clásica. Cuatro y piano. Decoración de interiores. Jugadora de básquet. Maestra de escuela desde los 16 años hasta la dirección escolar cuando se retiró de la docencia. Paracaidista. Lectura de los clásicos griegos En la dirección de las relaciones publicas de conocidos personajes e instituciones.
¿Cómo puede describirse brevemente esa multiplicidad de actividades, aparentemente dispares y hasta contradictorias? Fácil, Aymara Hernández era periodista. Una profesión de la que recién celebramos en Venezuela su día.
El estereotipo más común de un periodista es un reportero, una persona que hace entrevistas o que lee noticias. Actualmente el reportero, ante nuevos retos se reinventa a sí mismo, entiende de nuevos lenguajes y medios electrónicos, patrones diferentes, públicos dispersos pero en línea, generaciones enteras que hablan nuevos idiomas gestuales.
El mundo es cambiante cada día, en lo que vemos y sentimos. Los valores, para bien o para mal, cambian y parece que no hay vuelta atrás. Tal frenesí de cambios adquiere mayor vértigo para los que están al frente con el micrófono y la libreta en la mano. O están detrás, evaluando aquello que solíamos llamar libertad y que al trastocarse, su primera víctima puede ser justamente el periodista, víctima en lo intelectual o en lo físico.
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Todo cambia y el periodista debe oler el cambio antes que suceda para poder interpretarlo, para poder explicarlo, porque el ciudadano necesita muchas veces una explicación, entender los porqués de las cosas inexplicables que vive, que nunca antes fueron así.
A los periodistas les corresponde la tarea de ser especie de lazarillos de la sociedad …aunque algunas veces tampoco le sea posible ver hacia donde andamos.
Como aquellos sabios del Renacimiento, que trataban de ciencia y arte, de todas las ciencias y todas las artes conocidas, de sentimientos y realidades, todo en uno, así el hombre y la mujer en el periodismo debe cubrir todas las áreas del comportamiento humano, tendiendo a ser el profesional de todas las humanidades, abarcando cada una pero sin tener ínfulas de intelectuales.
Se necesitan sabios de a pie, para que sean periodistas. Así como lo fue Aymara Hernández, sencilla y querida, con múltiples facetas humanas, poeta y analista. Mujer delicada y de buen gusto, que desde niña fue reina de cuanto concurso infantil había en la escuela y angelito perpetuo en la iglesia, hasta las menos delicadas realidades diarias que debía mirar de frente con gallardía.
Aymara Hernández desde cuando cursaba primer año de comunicación social en la Universidad Central de Venezuela, comenzó a desempeñarse como periodista para Frente a la Prensa y Mesa Redonda, por Venevisión. Y reportera para Éxitos 1090. Al permanecer cerrada la universidad por años, Venevisión la becó para la Universidad Católica Andrés Bello.
Fue jefa de relaciones públicas y prensa de Enrique Tejera París, ad honórem dada su amistad personal. También desempeñó tales funciones para Fedepetrol, la Fundación Gonzalo Barrios y en años más recientes para el Ince Aragua.
Modelaje, Natación. Expresión corporal. Diseño de modas. Aymara parecía querer abarcarlo todo. Pero para quienes la conocían, tales actividades diversas no desentonaban con su persona. Todo el amplio mundo externo cabía en el pequeño mundo de su humanidad.
Aymara Hernández Godoy nació en El Consejo, cuya familia estaba asentada allí desde 150 años antes, el 16 de marzo de 1945. Casada y con tres hijos, con definidas convicciones religiosas, murió en Maracay el 23 de julio de 2016, fecha de próxima rememoración.
Recordamos un personaje sin aristas hirientes, que sintetiza ese mundo complejo y avasallante de una exigente profesión, que bien desarrollada aparenta ser más simple de lo que en realidad es.
Rafael Antonio Sanabria Martínez es profesor. Cronista de El Consejo (Aragua).
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