Bachelet y su RIP a la revolución, por Gregorio Salazar
Después de darle una primera lectura a las objeciones del canciller Arreaza a su informe sobre la situación de los Derechos Humanos en Venezuela, la Alta Comisionada se quitó los espejuelos y le dio una buena pulida a los cristales. Volvió a acomodárselos, leyó por segunda vez y, entonces, optó por restregarse los ojos. Al tercer repaso, le quedó claro que no, que no es que padece de cataratas ni de problemas en la mácula del globo ocular que distorsionen su visión.
Efectivamente, Arreaza le dice que aquí en esta zona paradisíaca del continente latinoamericano no hay nada que recomponer ni subsanar, ninguna necesidad vital que satisfacer, no hay ninguna práctica inhumana que abolir, presos políticos no existen, aquí todos vivimos felices, señora Bachelet, y le insta a realizar correcciones, unas setenta por ahora para un texto de 83 ítems, antes de la publicación del informe final.
Bachelet por incumplida, por saltarse la regla y, por ende, faltar a su responsabilidad es la que debe rectificar. En este sentido, le dice con su cara de mosca muerta que él es uno de los corresponsables de la máquina horror que arrasa con Venezuela y sus ciudadanos. En esencia, Arreaza le dice a la Alta Comisionada que solamente se fijó en las piernas que han mochado y no en el montón de patas de palo que han repartido. Qué injusticia, ¿no?
Una reacción así tan desfachatada nos imaginábamos desde marzo pasado cuando en presencia de la misión que antecedió a la visita oficial de Bachelet el propio Maduro se permitió hacerle un llamado, ya van a varios, a las hordas delincuenciales denominadas colectivos para que pongan en cintura a quienes salgan a la calle a protestar por cualquiera de las innumerables calamidades domésticas que padecen, quien, «favorablemente» ni se inhibió de apresar a comunicadores sociales y acosar a activistas de los derechos humanos. Luz verde, muchachos, denle clavo…
Bachelet ha venido a certificar prolija y rotundamente lo que los venezolanos sabemos de sobra desde hace muchos años, pero que ahora recibe un poderoso impulso para proseguir por la vía de la justicia internacional, la lucha por cambiar la ruta del desastre por donde la revolución chavista ha desencaminado al país. Desde el punto número 2, el dictamen de la ACNUD es claro y tajante: «Destaca patrones de violaciones que afectan directa e indirectamente a todos (todos, señores, todos) los derechos humanos: civiles, políticos, económicos, sociales y culturales. El informe incluye un enfoque de género, poniendo de relieve las experiencias específicas de las mujeres y las niñas».
El régimen pretende seguir actuando con el cinismo de siempre cuando justo en estos días enfrenta la conmoción nacional e internacional por tres de los más grandes escándalos de los últimos tiempos: el asesinato mediante torturas del capitán Acosta Arévalo, molido a golpes y a descargas eléctricas por sus verdugos; la agresión contra el joven Rufo Chacón en Táchira, quien con apenas 16 años ha quedado invidente para el resto de su vida tras recibir un escopetazo de perdigones en pleno rostro cuando protestaba por la falta de gas; y las confesiones de ex jefe del Sebin, Manuel Christopher, revelando que Maduro pretendía apresar a la señora madre del presidente Juan Guaidó, pero que al conocer sus condiciones de salud optó por ordenar la detención de su jefe de oficina, Roberto Marrero. Para ello, debía recurrir a cualquier expediente, sembrarle armas, si era necesario…
Las 18 páginas del Informe Bachelet constituyen de algún modo el acta de defunción de una revolución que durante dos décadas ha presentado, infame pretensión, como el más alto ejemplo de las reivindicaciones ciudadanas
Lo ha hecho una figura emblemática de la izquierda latinoamericana, alguien que no se degradó en su ejercicio del gobierno como Lula, Dilma o Cristina Kirchner. De modo que, si el Foro de Sao Paulo, que en unos días reunirá en Caracas a 120 movimientos de izquierda, pagados con los dineros de quienes sufrimos las desmesuradas de sus panas de aquí, viene a «seguir la lucha contra las formas de atropellos a los pueblos», ya tienen para copar toda la agenda: sólo necesitan una copia del informe de la señora Bachelet.
Hace muchos años, un conocido editor y agudo periodista afirmó que «Chávez es fascista sin saberlo». Pero eso mismo no lo pueden decir sus sargentones de hoy: se los explicita y demuestra en sus puntuales y sucintas 18 páginas el informe de la ONU.