Bahía de cochinos 2, por Jesús Elorza

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En las recientes jornadas de entrenamiento militar, a los milicianos, destacó el papel jugado por los comisarios políticos del G2 cubano encargados de la formación ideológica de los nuevos combatientes provenientes de los consejos comunales. El comandante de las Fuerzas Armadas Revolucionarias Urbanas FARC, Camilo Castro, fue el encargado del discurso de bienvenida a las brigadas de milicianos.
– ¡¡Qué cosa más grande caballero!! Estoy agradecido por la oportunidad que me brindan de poder conversar con ustedes en este momento tan importante para la revolución venezolana. Hace 64 años, era un mozalbete y me tocó participar en la defensa de nuestra revolución fidelista ante la agresión imperialista de los norteamericanos que pretendieron avasallarnos con una invasión militar para derrocar a nuestro Comandante en Jefe Fidel Castro.
El día 16 de abril de 1961 daba comienzo una operación militar contra la Cuba revolucionaria que la historia recuerda con el nombre de invasión de Bahía de Cochinos (o de Playa Girón). Fuerzas mercenarias anticastristas, organizadas por la CIA y apoyadas por fuerzas navales estadounidense intentaron establecer una cabeza de puente con la intención de constituir, en un «territorio liberado», un gobierno provisional que Washington iba a reconocer para pedir inmediatamente ayuda a la OEA y derrocar al gobierno revolucionario de Fidel Castro. No lo consiguieron, fue el «fracaso perfecto».
La estrategia estadounidense consistía en que los soldados anticastristas invadieran la isla y, con el esperado apoyo de la población, organizaran una resistencia que derrocara a Castro. Pero el plan fracasó desde el principio, algo que la CIA preveía, como desvelaron los documentos desclasificados en 2011. El 15 de abril de 1961, ocho aviones B-26 estadounidenses camuflados y pilotados por anticastristas partieron de Nicaragua para bombardear los aeródromos de Santiago de Cuba, San Antonio de los Baños y Ciudad Libertad.
Aunque dejaron siete muertos, no infligieron grandes daños, por lo que el Gobierno cubano pudo mantener sus capacidades militares y prepararse para un ataque. Aun así, los planes de invasión continuaron. En la madrugada siguiente, 1.200 hombres de la Brigada 2506 desembarcaron en la bahía de Cochinos y en Playa Girón. Cuando apenas pisaban tierra firme, sin embargo, las fuerzas castristas los detectaron y se apresuraron a atacarlos. La Brigada a duras penas pudo resistir, ya que los refuerzos aéreos estadounidenses llegaron tarde y no contaron con el apoyo de la población civil.
A los dos días ya habían sido vencidos y apresados. Estados Unidos trató de mantener el secreto, negando su implicación en la invasión, pero no tardaron en ser descubiertos. Los imperialistas norteamericanos debieron aprender en Bahía de Cochinos una valiosa lección, la de no dar por hecho que los suyos van a ser recibidos como héroes libertadores cada vez que lleguen a un país.
Es un error trágico que volvieron a cometer en Vietnam, apenas unos años después, y que repitieron de nuevo en Afganistán y en Irak, tras los atentados del 11-S.
Con la adrenalina desbordada, los milicianos interrumpieron al comandante cubano, con revolucionarias consignas: «¡No pasaran», «Yankee Go Home!» …y uno de ellos, subió a la tarima para tomar el micrófono y decirle a toda voz al comandante cubano que, se quedara tranquilo, los imperialistas si se atreven a invadirnos sufrirán todo el rigor de nuestra defensa y tenga la seguridad que, al igual que en Cuba, los gringos invasores atravesaran el campo de la derrota en nuestro territorio. Ya, hasta le tenemos un nombre a nuestra victoria. Todos hemos coincidido, luego de ver la asistencia cada vez mayor de personas a los campos de entrenamiento, de llamar a nuestra futura y victoriosa batalla «Bahía de Cochino 2»
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Óyeme tu, gracias por ese reconocimiento a nuestra gesta revolucionaria, señaló Camilo…pero, el joven que subió a la tarima no lo dejo terminar… y procedió a decirle, que el nombre escogido obedecía a lo gordo de la mayoría de los milicianos semejante a un cochino. y al escuchar aquello, el auditorio fue sacudido con un estruendoso ruido «Patria o manteca…Venceremos» gritaban los gordos y gordas milicianos.