Balas de caracteres, por Rubén Machaen
En pleno albor del 2019 y en tiempos en los que en Venezuela la tinta escasea, la analogía podría sonar demodé
@remachaen
Bala de tinta, del maestro Ramón Hernández, es posiblemente uno de los textos más necesarios para la formación periodística venezolana de cualquier generación. En él, Hernández rescata no sólo la preponderancia del periodismo como pilar fundamental de cualquier sociedad que se diga (o aspire ser) democrática; los vericuetos detectivescos que el trabajo reporteril conlleva y el (desa)grado e influencia que, plumas valientes y tercas, puedan ejercer sobre poderes opresores y ciudadanías que busquen —cómo no— estar debidamente informadas.
En pleno albor del 2019 y en tiempos en los que en Venezuela la tinta escasea, la analogía podría sonar demodé. Cuestión de ver el vaso medio lleno o medio vacío.
Y es que sí, por mucha pistola, sin pólvora (tinta) no hay disparo; sin disparo no hay fogonazo y —vaya triste lugar común— sin tinta no hay periódico.
Dirán entonces que nada qué hacer, porque una pistola sin balas no es más que un juguete rabioso.
Pero es que si bien no hay tinta, hay caracteres y mucho que contar. Por eso la analogía del vaso —medio lleno a efectos de este argumento— en el que la pólvora son los caracteres. Idea con la que, queriendo o no, tenemos que reconciliarnos.
Ejemplos sobran y no es necesario ir muy lejos:
- 2014. Uniformados y civiles dispararon en Candelaria el 12F fue un trabajo audiovisual realizado por la extinta Unidad de Investigación del diario Últimas Noticias (UN), merecedor del Premio Gabriel García Márquez de Periodismo.
- 2016. Panamá Papers, la filtración informativa de documentos confidenciales de la firma panameña Mossack que expone diversos casos de corrupción en el mundo y los que Venezuela aparece más de 240mil veces.
- 2018. Luz Mely Reyes, directora y cofundadora de Efecto Cocuyo, recibió el Premio Internacional de Libertad de Prensa 2018 y escogida por la revista Time como una de las “Guardianes de la Libertad”.
La lista continúa y continuará —insistencia mediante y a la salud de quien nos detesta (a los periodistas)— al menos por lo que quede de pesadilla bolivariana, reafirmando esa máxima dicha por Stewart Brand en la Primera Conferencia de Hackers, en 1984, que reza (en inglés) que la información quiere ser libre.