Bancarrota, por Teodoro Petkoff
Aragua y Carabobo constituyen el corazón de la industria liviana y semipesada del país. Nuestra compañera Jeanne Liendo se metió en ambas regiones, para verificar en el sitio cuál es realmente la situación. Sus reportajes, que publicamos la semana pasada, dan cuenta de lo que sin exageración puede ser considerada como una catástrofe económica y social. En Aragua, de 1.540 plantas industriales existentes en 1998, quedaban 667 a finales de 2002, y se estima que a finales de 2003 estarán vivas sólo 467. Dos tercios, pues, de la industria liviana aragüeña, han desaparecido a lo largo de la revolución bonita. El número de trabajadores ha caído de 58.605 en 1998, a 22.111 en 2002 y para finales de este año se estima que quedarán 15.477 trabajadores industriales en los otrora prósperos valles aragüeños.
La nave insignia de la industria aragüeña, la textil, se hundió. De 28 plantas en 1998, quedan 6; de 12.000 trabajadores, quedan 900. Sudamtex, uno de los íconos de las textileras aragüeñas, es hoy monte y culebra, con dos vigilantes que cuidan sus restos.
En Carabobo, sede de la industria semipesada, y, por tanto con más músculo económico, la situación también es mala aunque no llega a los niveles de su estado vecino. De 1.687 empresas manufactureras existentes en 1998, se ha bajado a 1.152 a finales de 2002. De 82.486 trabajadores en 1998, su número ha descendido a 61.534 en 2002. Estas son cifras y, como tales, frías. Sin embargo, detrás de ellas están dramas humanos, sufrimientos y pesar. Sueños rotos de empresarios arruinados, sueños rotos de trabajadores que se han quedado en la calle, en un entorno económico que no ofrece esperanzas de empleo ni en el corto ni en el mediano plazo.
El año en curso apunta hacia un drástico empeoramiento. La caída de 29% en la actividad económica durante el primer trimestre, acompañada del estúpido bloqueo cambiario, que no puede sino agravar todo, hará del año 2003 el más duro de nuestra historia contemporánea. Porque estamos teniendo lo peor de los dos mundos: depresión de la economía y del empleo y elevada inflación. En mayo, la cifra fue de 2,3%, para sumar 13,8% en lo que va de año, y para dar 35% en los últimos doce meses (de mayo a mayo). El presidente, con una ignorancia ya inexcusable, dijo ayer “que no se justifica el incremento de los alimentos de primera necesidad”. ¿No habrá nadie que le explique que el mercado negro de los dólares, donde la divisa está en 2.400 bolívares, es el que sirve de marcador para los precios? ¿Nadie puede explicarle que las empresas grandes tienen cómo aguantar pero las pequeñas y medianas no resisten la sequía de dólares?
Chávez, con orgullo salvaje de neoliberal puro y duro, se jacta de la “recuperación” de las reservas internacionales. Como el avaro que cuenta todos los días sus monedas mientras la casa se le cae encima, Chávez cuenta las reservas mientras el país se le derrumba ante los ojos.