Barbados, primarias, Esequibo, por Ángel Lombardi Lombardi
En menos de un mes los venezolanos hemos estado sometidos a un torbellino alucinado de acontecimientos e información y desinformación. Lo grave no es lo que sucede, esa es la realidad-real, es la objetividad de la vida y la historia, sino el después, cuando la subjetividad personal, los intereses en juego y la complejidad de lo real, desata el juego perverso de las ideologías y la propaganda que tiende a ocultar y manipular lo sucedido y crear el gran teatro del relato más conveniente a cada persona, a cada parcialidad, a cada partido y grupo, al régimen y a las «oposiciones». Es el efecto iceberg, apenas se visibiliza la punta, el fondo está oculto y ese es el peligroso.
La tragedia del Titanic es el mejor símbolo de lo dicho. Precisamente tratando de ver el fondo empiezo por las «negociaciones», diálogo no es. En Barbados hay un «acuerdo» fundamentalmente económico; el régimen necesita oxígeno financiero y Estados Unidos y Europa necesitan gas y petróleo, en el corto y mediano plazo, y todo ello responde a la geopolítica global en pleno proceso de acomodos y reacomodos.
El destino político democrático de Venezuela y los derechos humanos forman parte del interés general, pero en un segundo lugar. La invasión rusa a Ucrania y el polvorín del Medio Oriente han acelerado el interés petrolero, que nunca cesó ni va a cesar en las próximas décadas.
No terminamos de deglutir Barbados cuando el 22 de octubre el régimen sufre una derrota política cataclísmica, y ciertos sectores de oposición también. A todos sorprendió, y a los propios ganadores, la impresionante participación electoral y el resultado abrumador a favor de María Corina Machado; un mensaje claro y directo desde la Venezuela profunda. Las primarias se hicieron contra todo pronóstico, entorpecidas y saboteadas desde el primer momento, por el régimen, lo que era previsible y desde los propios sectores de oposición.
*Lea también: Disposiciones, por Fernando Luis Egaña
Frente a la sorpresa y derrota que produjo el triunfo de MCM, el régimen reacciona con la amenaza judicial y la convocatoria apresurada de un tema que pudiera unir a todos los venezolanos: nada más apropiado y a la mano que el tema de la justa reclamación del territorio Esequibo, la idea es «tapar» rápidamente el 22 de octubre y de hecho lo han logrado.
Nunca se había hablado tanto del Esequibo aunque una vez más, la división y los antagonismos nacionales no desaparecen, por la sencilla razón que nadie es tonto y todos sabemos que al final no va a haber guerra por el Esequibo ni solución a corto plazo y que los que nos toca es no renunciar a nuestros derechos y seguir las vías diplomáticas habituales.
La política sigue su curso, quizás un poco más sosegada por la navidad y el fin del año 2023. Los desafíos y el curso de la historia nos llevan al 2024, cuyo desarrollos y desenlaces nadie conoce ni puede prever. Se especulará sobre escenarios diversos, la incertidumbre será casi total, pero lo único casi seguro es una modesta
Mejoría de la producción petrolera, vías transnacionales y que el régimen va a tratar de presentar como un milagro económico de una Venezuela que se recupera. Es un año electoral y como siempre vendrá la cosmetología y promesas de los candidatos, que todos conocemos. El régimen tiene interés absoluto en no perder el poder y va a hacer lo posible y lo impensable para no perderlo.
La oposición tiene una sola opción con credibilidad y posibilidad: el apoyo a MCM, tal como fue el claro mandato popular, expresado el 22 de octubre por lo menos para quienes participaron en las primarias y firmaron el compromiso de apoyar a quién las ganara.
En política la desconfianza es la norma, nadie confía en nadie, ser político es un oficio digno pero difícil, porqué abundan los hombres-corchos y los hombres de paja. María Corina Machado es la candidata que inspira más confianza en este momento, y la unidad que necesita tiene que ser construida desde la propia sociedad, como lo hizo en las primarias, pero igualmente tomando en cuenta los factores de poder internos y externos, los partidos políticos, el sector empresarial, las instituciones, en particular el sector militar y generar confianza en todo sentido, proyectando una candidatura «de todos para todos».
Al mismo tiempo tiene que pensar en la gobernabilidad del próximo gobierno, de lograrse la alternabilidad democrática. Un gobierno de inclusión y pluralismo y de progreso. El 2024 es una gran oportunidad para Venezuela, ojalá no se frustre.
En las transiciones democráticas el gradualismo es fundamental. No todas las expectativas pueden ser satisfechas al momento. Lo perfecto conspira contra lo bueno y los límites de la política y de un gobierno siempre es la realidad-real. Está demostrado que, en los procesos de transición democrática exitosos, los radicales y radicalismos de cualquier signo terminan siendo los principales obstáculos para una transición democrática exitosa.
Ninguna sociedad se suicida y todo ciclo histórico y político tiene fecha de caducidad, aunque ignoramos la fecha. En lo personal me obligo a ver con esperanza el 2024.
Ángel Lombardi Lombardi es licenciado en Educación, mención Ciencias Sociales, con especialización en la Universidad Complutense y la Universidad de La Sorbona. Fue rector de la Universidad del Zulia y rector de la Universidad Católica Cecilio Acosta.
TalCual no se hace responsable por las opiniones emitidas por el autor de este artículo