Barco de Piedra, por Walter Boza
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Es el título de un poemario escrito en 1929 por el poeta Andrés Eloy Blanco mientras estuvo preso en la rotunda y en el castillo de Puerto Cabello, por la antepenúltima dictadura que ha sufrido Venezuela, la de Juan Vicente Gómez. El título de Barco de Piedra es una metáfora de Andrés Eloy, para expresar lo que significó esa cárcel, la de Puerto Cabello, donde Gómez encerraba sin fórmula de juicio y violándole todos sus derechos a todos los venezolanos que se opusieran a la terrible dictadura Gomecista. El libro fue publicado en 1935, lleno de poemas en donde dentro del dolor del preso, se mantenía la esperanza y la rebeldía, el amor por Venezuela, por la libertad y por la humanidad entera.
Poemas cómo «La señorita Venezuela», «Romancillo carcelero», «Luna de Abril», «trabajo de preso» y muchos otros con la magia literaria del poeta.
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El poema «Canto de los hijos en marcha», es quizá el más demostrativo del indoblegable espíritu libertario y de la inmensa riqueza interior que le permitía seguir luchando a pesar de todas las adversidades.
«Madre, si me matan,
Ábreme la herida, ciérrame los ojos
Y tráeme un pobre hombre de algún pobre pueblo
Y la pobre mano por la que me matan
Pónmela en la herida para que me muera»
….. «Ábreme la herida, ciérrame los ojos….
Y una palabra JUSTICIA
Escriban sobre mi tumba.
Mayo 1929.
La Rotunda y el castillo de Puerto Cabello estaban repletas de presos de conciencia en las peores condiciones imaginables, morían los presos de paludismo, de disentería, de hambre, famélicos con las piernas destrozadas por los «grillos», y aun así mantenían su sueño libertario, no se doblegaban ni se vendían, en esa estirpe de Venezolanos no había cabida para mesitas ni alacranes; había gallardía y grandeza, que tanta falta hace en estos momentos.
Que no existan más Rotundas , ni Castillos de Puerto Cabello, ni sótanos de la Seguridad Nacional, ni Guasina, ni sótanos del Sebin o Digecim; que prevalezca la razón frente a la fuerza bruta, la cultura frente a la ignorancia, la honestidad frente a la corrupción; la hidalguía y la honorabilidad frente a la entrega y la sumisión.
Que la moral y las luces caminen victoriosos junto al pueblo Venezolano para derrotar para siempre a la inmoralidad y a la oscuridad.
Ya no existen los «grillos» en las piernas de los venezolanos, pero todavía quedan «grillos» mentales que destrozan el alma.
El dolor es grande y las heridas profundas, pero es imprescindible hoy, sin trampas, sin engaños, sin politiquería socarrona, sin cinismos, sin complicidades politiqueras, retomar el espíritu de grandeza, sin calculillos despreciables y empujar todos para reconstruir a Venezuela sin odios, con un profundo amor y con justicia.
Cuánta falta hace Andrés Eloy.
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