Barinas mueve montañas, por Gregorio Salazar
Twitter: @goyosalazar
Entre los candidatos emergentes que se mencionaron en el campo oficialista luego de la derrota del 21 de noviembre en Barinas no sonó ninguno que no perteneciera al clan Chávez. Sobre la marcha asomaron al hermano Adán y en seguidilla a la hija María Gabriela y a alguien como Jorge Arreaza, quien aunque abandonado en la cuneta sentimental sigue detentando el sello desvaído de la franquicia.
El denominador común en tan selecto elenco es, obviamente, pertenecer a la dinastía del caudillo. Y el segundo, curiosamente, su absoluta desvinculación con la suerte de los barineses, inversamente proporcional a los privilegios, la opulencia, al poderío político y económico del cual hacen ostentación los afortunados herederos.
Un tercer elemento es la condición de intocables, visto lo mal que lo han pasado algunos de sus adversarios más tenaces, como el diputado Wilmer Azuaje, cuya inmunidad parlamentaria fue allanada y luego reducido a prisión, donde permaneció encadenado a una escalera por largo tiempo, por denunciar corrupción galopante y reiterados abusos de poder.
Era inimaginable que Adán dejara su edén habanero, donde disfruta a sus anchas de las mieles del poder y rinde servil pleitesía a la dictadura castrista. Eso se ve semanalmente en pantalla, en el programa que desde allá mantiene en Venezolana de Televisión para exacerbar el culto a la personalidad del difunto hermano, a quien presenta como uno de los portentos más increíble que ha pateado el planeta tierra.
María Gabriela, por lo general en dorado exilio, no está para asumir dificultosas gestiones de un gobierno regional, ni tampoco llegan sus capacidades gerenciales a los niveles de las de Pedro Carreño, quien al menos administró un casino militar, oscura carta de presentación en su revolucionario currículum.
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Pero María Gabriela sí puede derrochar físico en campaña en plan de “trampa caza-votos”. Y en eso anda en Barinas. Tan alejada estuvo de esos caminos “de palma y sol”, que ya le cabe el refrán: “pájaro de mar por tierra”.
En verdad, si algo evidencia los apuros del régimen en Barinas es la sobrevenida candidatura a gobernador de Jorge Arreaza, precipitado de improviso sobre territorio llanero como el trapecista al que se le reventaron las cuerdas.
Después de los primeros días de su campaña, donde la cayapa con el uso inescrupuloso de los recursos del Estado es el signo distintivo, la población no se explica cómo un sujeto que ha recorrido todas las instancias de poder, desde vicepresidente hasta varios ministerios, pueda tener un discurso y una presencia tan insípida, tan insulsa, tan desaborida y aburrida.
El caso es que para el chavismo en Barinas como en la presidencia de la república no cabe la alternancia en el poder. Y eso es uno de los rasgos que expone al régimen chavista como la dictadura que es. Aferrarse al poder a pesar del fracaso más rotundo y del inmenso costo para el pueblo.
En cuanto a alternancia, una ojeada al panorama continental lo pone bien de bulto: en Argentina Cristina Kirchner salió del poder, regresó y ahora va en ruta de volver a ser aventada. En Uruguay el Frente Amplio entregó el poder, lo mismo Lula en Brasil. En la atribulada Honduras, en Ecuador, en Perú o en Chile ningún partido reclama la propiedad exclusiva del gobierno. Pero aquí quieren imponer el modelo cubano: Venezuela para ellos a perpetuación. Y si no se puede por las buenas será entonces por las malas. Hasta el dos mil siempre, pues.
Contra esa condena se han rebelado los barineses. Y la onda expansiva del triunfo de Freddy Superlano, quien forzosamente tuvo que entregarle el testigo a Sergio Garrido, no se ha detenido. Uno de los primeros impactos fue la reunificación del universo adeco. Las tres cuartas partes de la estructura partidista que apoyó la postulación de Rafael Rosales Peña se ha compactado en torno a la candidatura de Sergio Garrido, incluido el viejo líder regional.
Barinas rompió ese molde el 21N y todo indica que lo volverá a romper el 9 de enero. Ya basta de que para la privilegiada cúpula roja todo sea holgura, boato y privilegios mientras el humilde pueblo barines queda el hambre, la miseria y el desespero. ¿Quién no recuerda la imagen de Chávez sentado en la cerca hollywoodesca de la hacienda La Chavera? Pero Barinas dijo ya basta. Sí, ya basta.
Gregorio Salazar es periodista. Exsecretario general del SNTP.
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