Batalla de Juana de Ávila (24 abril, 1822), por Ángel R. Lombardi Boscán

Para Diego Emmanuel, el triunfo de la razón
Un modesto encuentro militar, más una breve refriega que batalla. Y la Wikipedia se vuelve un completo desastre en procurar decirnos lo que realmente pasó.
Las citas de autores se contradicen unas con otras generando un caos. Los datos son tan dispares que la duda se enseñorea sobre las frágiles certezas. Ni siquiera la más poderosa Inteligencia Artificial del momento pudiera descifrar lo que realmente ahí pasó. Y por algo muy sencillo: la falta de evidencias, ya sea orales o documentales.
Si usted le pregunta a un zuliano o a un marabino sobre la Batalla de Juana de Ávila le aseguro que la mayoría no sabrá de que se trata. Y si le pregunta a un caraqueño se encogerá de hombros. Recordemos que el Zulia fue realista y había que hacer méritos para alinearnos con los caraqueños y sus aliados que ganaron la guerra de Independencia (1810-1823).
Fuerzas patriotas fueron tanto las realistas como las republicanas, ambos defendían ideas patrióticas, aunque en la práctica era un sálvese quien pueda. En tiempos de guerra los bandos se intercambian victorias y derrotas. Y quién tiene la capacidad de imponer los recuerdos, ya que finalmente ganó, impondrá su versión de los hechos.
Además, ya en 1822 no hay ejército realista porqué su tropa europea fue consumida por el trópico y sus enfermedades más que por las acciones de guerra. Morales, el canario, comanda a los nacidos en el país. Luego de Carabobo (24 de junio de 1821), la gran batalla, el general Miguel de La Torre le cedió el mando a Francisco Tomás Morales y éste montó una ofensiva muy audaz sobre el occidente venezolano estableciendo un baluarte alrededor de Coro, los Andes y Maracaibo entre los años 1822 y 1823.
Su última baza para sobrevivir a una agonía ya pactada con la rendición inapelable era mantener el puerto de Maracaibo y su plaza abierta al mundo exterior procurando la llegada de refuerzos caribeños, muy especialmente, de La Habana en Cuba.
La Maracaibo que se pasó al bando de Bolívar y Urdaneta el 28 de enero de 1821 muy rápido regresó a defender las banderas del rey. El 24 de julio de 1823 sucedió la Batalla Naval del Lago de Maracaibo que pone fin al dominio de la Monarquía sobre Venezuela. Sólo resiste Puerto Cabello, aunque a finales de ese mismo año se rindió también.
La Batalla de Juana de Ávila es un combate muy menor y anecdótico. Da la impresión que se trata de recomponer una memoria sostenida en la vergüenza. La también desconocida batalla de Salina Rica (7 de septiembre de 1822), es otro intento de mostrar laureles de parte de unos zulianos regañados por Caracas/Bolívar.
Incluso, su veracidad histórica es endeble. Nadie sabe por qué ahí se luchó, ni porqué se luchó y quienes lucharon. Lo que tenemos es un relato quebradizo sobre un contexto histórico elaborado en la post Independencia por algunos historiadores zulianos necesitados de fama.
Se dice que un cubano al servicio de la causa de Bolívar de nombre coronel José Rafael de Las Heras fue quién ganó en la Batalla de Juana de Ávila, dónde pereció en el combate. Su antagonista fue el capitán Juan Ballesteros de quién apenas sabemos algo.
Dónde ocurrió la acción militar fue en un hato que lleva por nombre Juana de Ávila. Y al parecer la dueña del hato fue una señora de nombre Juana Francisca de Ávila Moreno, hallazgo éste recién descubierto por el investigador Daniel Hernández Luengo que precisa las coordenadas exactas de su biografía.
Hay cronistas decimonónicos que han querido ver en ella a una especie de heroína al estilo de Ana María Campos. Y ya sabemos que Ana María Campos es una creación de la memoria patriótica zuliana huérfana de héroes y heroínas. Ana María Campos nunca tuvo vida histórica. Nadie ha podido demostrar esto de una forma documental y sin resabios de ningún tipo.
La vida histórica de Juana de Ávila es aún más oscura. Además, no le encuentro en éste momento ninguna relación épica con la Batalla de Juana de Ávila salvo el hecho accidental de que ella fue la supuesta propietaria del hato que lleva su mismo nombre.
*Lea también: Tantos debieron a tan pocos, por Ángel Rafael Lombardi B.
Los historiadores zulianos de ayer y hoy tienen en la Batalla de Juana de Ávila un cangrejo histórico. Y la única tarea legítima consiste en saber distinguir que hay de historia y que hay de mito. Yo intuyo que el mito prevalece como justificación política e ideológica.
Hay que seguir indagando, aunque los documentos prácticamente son inexistentes. Durante todo el siglo XIX la religión patriótica en Venezuela fue la Guerra de Independencia. Y el tema fue captado por el Estado y lo hizo deformar a su medida, interés y necesidad. Hasta hoy mismo.
Ángel Rafael Lombardi Boscán es Historiador, profesor de la Universidad del Zulia. Director del Centro de Estudios Históricos de LUZ. Premio Nacional de Historia. Representante de los Profesores ante el Consejo Universitario de LUZ
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