Bien-Bueno, por Gisela Ortega
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El bien es una inclinación natural a fomentar lo deseable que trae satisfacción a quienes lo alcanzan. Una vez logrado el bien, la persona siente que es suficientemente capaz para llevar adelante una tarea o propósito.
El bien era para Platón, la justicia; para Aristóteles, la perfección; para Epicuro, el placer; para los estoicos, la ataraxia; para la moral religiosa, el cumplimiento de la voluntad de Dios.
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Particularmente, la palabra bien se refiere al dominio de la moralidad de la conducta, de los comportamientos humanos y designa el valor específico de tales actuaciones. En un sentido general, se usa con diversos matices, expresando una manera de ser o de obrar razonable y conveniente, con arreglo a un deseo y a un gusto determinado, sin pegas ni dificultades, en expresiones como: “estar bien”, “hacer bien”, vender bien”. Pero el término bien en su acepción sustantiva, tiene el sentido de cosa de utilidad y riqueza sobre todo usado en plural: bienes, la palabra tradicional para indicar lo que en lenguaje moderno se denomina “valor”.
Beneficio es el bien que se hace o se recibe incluso el que produce una riqueza, una renta o un bien superior. Patrimonio es la palabra que designa los bienes propios o heredados de una persona o corporación. Propiedad, es sinónimo de bien poseído por alguien. Y, como en el mundo actual parece ser lo material lo que tiene, adquiere y a lo que se concede más valor, son los bienes materiales los que más se ambicionan, al punto que la vida de muchos se centra en conseguirlos y, la de los otros, en despojar de ellos a quienes los ha logrado obtener.
De acuerdo a esos múltiples significados del bien, lo bueno tiene igual variedad de acepciones y, porque es bueno lo deseado, lo apetecido y lo que gusta, la bondad dependerá del balance estimativo y de la escala de valores de cada quien. Como cualidad del carácter, la bondad, la dulzura, la mansedumbre, otorgan al hombre que las posee una afabilidad e igualdad de atributo que se refleja en su trato con los demás. Como sinónimo de bondad, la simpatía indica una manera de ser que causa atracción y agrado. Dentro de esa jerarquización subjetiva sucede, a veces, que se menosprecia a los “buenazos” –persona pacífica y de buen natural–, y a los “bonachones”, –seres de genio dócil, crédulo y amable–, precisamente por ser demasiado buenos. Se llega, incluso, hasta a olvidarse que son los buenos quienes hacen posible que haya algo bueno y que lo bueno no llega a óptimo cuando hay ausencia de los mejores o cuando no se tolera ni se permite que alguien destaque porque es mejor.
Una palabra de uso tan corriente como bueno tiene una gran variedad de matices y valoraciones. Esta estimación ética de las cosas tenidas por buenas se extiende a calificar valores lógicos y estéticos: un buen razonamiento –exacto, verdadero–; una buena cara –hermosa, linda-. También por medio del término bueno se expresa la estimación personal que se tiene de personas y objetos, la utilidad de las mismas y todo lo que sea positivo.
El sinónimo benigno está derivado de la palabra latina “benignus” y significa bien nacido; es todo lo que es bueno, afable y suave sean personas o cosas. Bondadoso caracteriza a la persona de buenos sentimientos. Como sinónimo de bueno; ejemplar indica al individuo o el hecho que dan buen ejemplo y excelente al que sobresale en su clase o género. Significado religioso tiene el sinónimo santo, cuando se refiere a aquellos que la Iglesia ha escogido como especialmente perfectos; en el lenguaje corriente designa a la persona muy buena
Debe haber mucho de bueno alrededor nuestro porque es corriente entre nosotros que, al hablar se inicie cada frase con un obligado y anticipado: …Bueno… o buenas… Buenos días, buenas tardes, buenas noches.
Se relaciona tales bondades y excelencias que vale la pena, buscar, encontrar, resaltar y ensalzar lo que hay de bueno y lo bueno que hay: una buena profesora; una buena ocurrencia; el ejercicio es bueno para la salud; por buenas o por las buenas; de buenas a primeras; estar de buenas. De buenas nos libramos; a la buena de Dios.
Son buenos el dinamismo, la capacidad de trabajo y el optimismo del ser humano. Es buena la individualización que el hombre hace de los problemas y la forma decidida como los asume y se responsabiliza de ellos. Es bueno rodearse de personas aptas, inteligentes y eficientes, para lograr nuestras metas y objetivos. Es fundamentalmente buena la existencia de libertades que permita expresar las críticas. Es bueno oír lo que nos dicen, en tomar en cuenta a quienes saben lo que expresan y se atreven a decirlo.
Distinguidas personalidades al referirse a lo bueno han expresado lo siguiente:
Marco Tulio Cicerón (106 a.C -43 a. C), político y filósofo romano, dijo: “Cuando encuentres un hombre bueno, intenta imitarlo. Cuando veas a uno malo, examínate a ti mismo”.
Seneca (4 a.C 65 a.C), filósofo romano: “Gran parte de la bondad consiste en querer ser bueno”.
René Descartes (1596-1650), filósofo y matemático francés: “Es bueno saber algo sobre las costumbres de diferentes pueblos, para juzgar las nuestras de una forma más sana, y no pensar en todo aquello que va contra nuestra manera de actuar sea ridículo y contra razón, como acostumbran a hacer lo que no han visto nada”.
Abraham Lincoln (1809-1865), político estadounidense: “Ningún hombre es lo bastante bueno para gobernar a otro sin su consentimiento”.
Antonio Machado (1875-1939), poeta y prosista español: “Virtud es fortaleza, ser bueno es ser valiente; escudo, espada y maza llevar bajo la frente, porque el valor honrado de todas armas viste no sólo para, hiere, y más que aguarda, embiste.
Charles Chaplin (1889-1977), actor y escritor británico: “Lo realmente bueno es luchar con determinación, abrazar la vida y vivirla con pasión, perder con clase y atreverse a ganar, porque el mundo pertenece a quienes se atreven a vivir, la vida vale demasiado como para ser insignificante.”
Por encima de todo lo bueno, destaca la bondad del ser humano para esperar, pacientemente, confiado en que se cumplan las promesas, en que se justifiquen las esperanzas, en que no se destruyan las ilusiones y que se cumplan las buenas intenciones.
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