Black Friday, por Vladimiro Mujica
Esta entrega está escrita a dos manos con mi amigo y compañero de luchas, Horacio Medina
Las imágenes se contraponen en alucinante sucesión. Por un lado, el ahora ex-embajador del gobierno colegiado de Juan Guaidó en Colombia, Humberto Calderón Berti, en una rueda de prensa al tiempo ruda y conmovedora. Un hombre de temple, llevado a las lágrimas por la evocación de las enseñanzas de sus padres, haciendo serias denuncias sobre las decisiones y el entorno del presidente (e) Guaidó, sobre tres temas fundamentales: (i) el manejo de fondos internacionales destinados a atender la emergencia humanitaria en Cúcuta (ii) la intromisión de los partidos políticos en pretender designar personal sin competencia técnica para el manejo de cuotas partidistas en Monómeros Colombo Venezolanos y (iii) la consistencia de la política internacional del gobierno colegiado, especialmente en relación a uno de sus aliados internacionales más importantes: Colombia.
La otra imagen que contrasta con la extensa rueda de prensa de HCB es la de miles de venezolanos de compras en Cúcuta acudiendo a las ofertas del Black Friday, una tradición gringa hasta más no poder, y que se traduce en inmensas colas en los centros comerciales en una suerte de frenesí colectivo de compras. Venezolanos, compatriotas que viven el país de la economía parcialmente dolarizada, donde los precios de muchas mercancías y bienes se cotizan en dólares, mientras que los salarios miserables se mantienen en bolívares soberANOS; con explícita referencia a su valor en las cuatro ultimas letras de la designación de la moneda, sombra humillante e indigna de lo que fue en algún momento la divisa venezolana.
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Cabe apuntar que las distorsiones inducidas en la economía por la tortuosa traición del Usurpador contra su pueblo son tales que no cabe la menor duda de que aceptar el intercambio ilegal de dólares en Venezuela, algo que permite el Black Friday de Cúcuta, es una manera no de ayudar a los venezolanos sino de habilitar el ingreso por caminos negros al país de unos 4000 millones de dólares enviados por los más de cinco millones de venezolanos de la diáspora a sus familiares y amigos en Venezuela.
Venezuela es hoy un rompecabezas fracturado de al menos tres países coexistiendo a la vez. Uno donde habitan los privilegiados y enchufados en el gobierno usurpador, con o sin conexiones con la oposición. Otra Venezuela de los que tienen FE, es decir el acrónimo de Familia en el Extranjero, que envía remesas de divisas negras por caminos informales para el soporte de su gente en Venezuela. Un tercero, los venezolanos de a pie, trabajadores formales e informales, sin conexiones y sin dólares, deseosos en buena medida de largarse a engrosar el éxodo de la diáspora en el extranjero, o de resolverse a cómo se lugar. Obligados con frecuencia a corromperse y mendigar de las dádivas del gobierno usurpador para poder subsistir.
Y, un cuarto país, debe mencionarse, el de los héroes civiles que han resistido la hecatombe, maestros, médicos y profesionales, gente de trabajo y honor que siguen dando la batalla por la Venezuela posible
Las denuncias de HCB fueron recibidas con sorna en las redes sociales y las acusaciones demoledoras de contubernio con el Usurpador, o de no poder contener sus aspiraciones presidenciales y, en definitiva de anteponer sus intereses a la causa de la resistencia no se hicieron esperar. Del otro lado de los “influencers” en las redes opositores se saludaba la valiente posición del ex-embajador, y su condición de venezolano probo.
Pensamos que HCB estaba obligado a hablar y a intentar hablar con claridad sobre todo lo que pasó. El argumento de que el es un simple embajador y que le debe obediencia al presidente no es enteramente inválido pero carece de peso frente a la gravedad de la situación venezolana y la forma en que el tema de su destitución se trató con Colombia, uno de nuestros principales aliados.
HCB estaba moralmente obligado a hablar y quienes pretenden descalificarlo están obligados a sustentar sus acusaciones, desde los presuntamente involucrados en el escándalo de Cúcuta hasta el propio presidente (e) Guiado.
En juego está la credibilidad de todos y, sobre todo, la confianza, o lo que queda de ella, de los venezolanos en que la dirección política de la resistencia pueda unificar criterios en su combate contra la usurpación. Es indispensable que a un pueblo como el nuestro, sumido en una crisis de deterioro de valores y principios, que corre en paralelo con la destrucción del país, se le hable con claridad en un momento tan frágil y delicado de su historia.
Es indispensable que Guaidó promueva en las próximas horas un acto de gobierno creíble frente a una población que asiste atónita y con creciente desmotivación ante los hechos de los últimos días. Ello probablemente sería determinante para contribuir a que las fuerzas armadas terminen de tomar una posición de apego a la Constitución y contraria a la usurpación que Venezuela entera les exige.
Para complicar aún más las cosas en este panorama, los tiempos se nos caen encima. Pronto estaremos enfrentados a una encrucijada letal en relación con las elecciones de la AN establecidas en la Constitución y de las cuales difícilmente nos escaparemos con el argumento de que antes es indispensable una elección presidencial para sustituir a Maduro y completar el primer paso del mantra cese de la usurpación + gobierno de transición + elecciones libres del gobierno colegiado del G4 y expresado fehacientemente por Guaidó.
El mantra es, sin duda, la aspiración de Venezuela y la comunidad internacional que nos apoya, pero ¿Que dice la real politik? ¿Cuándo aprenderemos que enfrentados a un adversario criminal e inclemente no podemos seguir jugando como si estuviéramos en una situación de vigencia del derecho y la democracia?
Mientras los influencers y robots de las redes opositoras se demuelen unos a otros en relación al episodio de la destitución de HCB, los usurpadores se retuercen de risa. ¿Qué más contraste se puede pedir para nuestro Black Friday tropical?. Sin Día de Acción de Gracias que lo preceda. ¿Tendremos un White Day en este tiniebla que extiende su manto sobre nuestro país desde hace más de 20 años?.