Bolívar y la construcción de la república, por Stalin González

Cada 24 de julio recordamos el nacimiento de Simón Bolívar, el Libertador. Y aunque a lo largo de la historia su figura ha sido mitificada, Bolívar fue, ante todo, un ser humano. Un hombre de carne y hueso que enfrentó contradicciones, cometió errores, sintió miedo y sufrió pérdidas profundas. La caída de la primera y la segunda República son claros ejemplos de ello. Y, aun así, jamás renunció a su causa: la independencia y la libertad de los pueblos americanos.
Hoy miramos su legado, que trasciende los discursos oficiales y las interpretaciones. Más que nunca, ese legado debe servirnos como brújula para reconstruir una Venezuela extraviada en la deriva autoritaria, la miseria y la desesperanza.
Sin embargo, durante los últimos 26 años, el régimen ha intentado apropiarse de la figura de Bolívar, reescribiendo su imagen a conveniencia, desfigurando su pensamiento para justificar la concentración del poder, la persecución política y el colapso institucional. Nos han querido hacer creer que Bolívar es sinónimo de sumisión al Estado, de silencio ante la injusticia, de obediencia a un proyecto que no tolera la pluralidad. Pero eso es una mentira peligrosa. Bolívar fue un republicano que creyó en el pueblo, en la educación, en la fuerza de las leyes y en la necesidad de rendir cuentas ante los ciudadanos. Rechazaba el poder absoluto y entendía que la libertad política era el único camino hacia una verdadera independencia.
Por eso, Bolívar no puede ser símbolo de imposición. No puede ser emblema del control, del miedo o de la humillación. Es, al contrario, una voz que interpela a todos los que hoy sufrimos una crisis política, económica y social devastadora.
La pobreza, el éxodo de millones de venezolanos, la desnutrición, la represión y el colapso del sistema educativo y de salud, nos recuerdan cuán lejos estamos del proyecto republicano que Bolívar soñó. Y también nos recuerda que salir de esta tragedia solo será posible si recuperamos el espíritu crítico, democrático y plural que dio origen a nuestra independencia.
En nuestra labor por la reconstrucción de Venezuela, hemos cometido errores, sufrido derrotas y tenemos una gran herida como nación. Sin embargo, al igual que Bolívar y nuestros próceres, no nos hemos rendido, ni nos rendiremos hasta tener una república libre, justa y soberana para todos los venezolanos.
La Venezuela que queremos solo será posible si superamos el radicalismo que busca imponer su visión única, si abandonamos la lógica de la revancha y abrazamos un verdadero proyecto de reconciliación nacional. Las soluciones reales requieren acuerdos, diálogo, respeto por las diferencias y compromiso con las instituciones. La democracia no es grito ni capricho: es convivencia, razón y justicia.
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El mejor homenaje que podemos rendirle a Bolívar no es un acto oficial ni un mural repintado. Es defender, con hechos y no palabras, el derecho del pueblo a decidir su destino, a ser libre, a vivir con dignidad. Bolívar no es de un partido ni de una ideología. Bolívar es de todos. Y su legado nos convoca, no a obedecer, sino a construir.
Stalin González es político, abogado y dirigente nacional del partido Un Nuevo Tiempo
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