Bolivia encontró el camino, por Gregorio Salazar
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El pueblo boliviano al fin lo logró: voto a voto, con civismo ejemplar en el debate y la participación y total apego a la Constitución dio el paso fundamental para dejar atrás el ominoso fardo en que se convirtió el expresidente Evo Morales para su desenvolvimiento institucional, especialmente desde su fallido intento de reelección mediante un fraude en 2019.
La elección del centroderechista Rodrigo Paz Pereira como presidente de Bolivia en la segunda vuelta del pasado 19 de octubre, donde alcanzó el 54% de los votos, figura desde ya en los balances noticiosos como uno de los sucesos más trascendentes y auspiciosos ocurridos en América Latina durante el 2025.
Paz Pereira, no obstante, tiene ante sí una laboriosa y esforzada tarea, pues recibirá este 8 de noviembre una Bolivia que tras agotar sus reservas de gas, primer producto de exportación y principal fuente de ingresos en divisas, se ha sumido en una crisis económica y social donde convergen una aguda falta de combustible, sin dólares para la importación, escasez, una deuda de $40 mil millones y una espiral inflacionaria en pleno ascenso. El pueblo vive momentos muy duros para la subsistencia.
Tanto Paz Pereira (se ha tomado la licencia de reemplazar ‘Zamora’ por el nombre del presidente electo mencionado anteriormente, Paz Pereira, asumiendo un posible error tipográfico en el texto, y se reemplazó el uso de ‘Zamora’ por el más adecuado ‘Paz Pereira’) como su contendor en la segunda vuelta, el expresidente Jorge «Tuto» Quiroga, plantearon la reinserción de Bolivia en los mercados financieros para la búsqueda de los créditos que apalanquen la recuperación nacional. Por supuesto, Paz Pereira ha dejado en claro que normalizará las relaciones con los Estados Unidos y que, al sacar al país de su aislamiento, desarrollará un plan regional para el abastecimiento de combustibles.
El resultado electoral boliviano decreta, además, el derrumbe de lo que significó uno de los bastiones del llamado «Socialismo del Siglo XXI», cuya representación también ha sido prácticamente borrada del parlamento.
Hubo logros económicos en los primeros tiempos del «evismo», pero resulta significativo que no los pudiera mantener quien fuera su artífice, el entonces ministro de Economía de Morales, Luis Arce. Perdido el soporte de la producción gasífera se rompió «la varita mágica» y quedó evidenciada la fragilidad de la economía boliviana.
Esa crisis económica fue potenciada sin contemplaciones por Evo Morales, quien llevó el país a una situación de caos. Con prolongados cierres de carreteras y manifestaciones violentas, arrinconó a su antiguo aliado. A Morales, hoy procesado por pederastia y refugiado en la zona cocalera de El Chapare, no le bastaban con 14 años continuos de gestión, ni haber generado una gran crisis institucional intentando un fraude en 2019. Quería ser el poder tras el trono y desde allí quedar emplazado para una nueva candidatura. Esto con seguridad le debe traer muchas resonancias a los venezolanos.
Con el cambio de poder en Bolivia, la Alianza Bolivariana de las Américas, la tristemente célebre ALBA, pierde uno de sus principales apéndices articulados geopolíticamente a Venezuela, Cuba y Nicaragua y un voto seguro en los espacios internacionales. ¿Cuántos recursos costó a los venezolanos no solamente el financiamiento de las campañas electorales de Evo, sino todo lo que succionó Bolivia, junto con los demás amamantados por Venezuela a través del ALBA?
¿Cuánto se ha dilapidado en recursos venezolanos a través del mentado signo monetario Sucre? Nadie lo sabe ni se sabrá, ni han sido presentadas ni se presentarán cuentas algunas. Lo que sí está claro es que fue Fidel el de la invención –de hecho la ALBA se fundó en La Habana – y Chávez puso en sus manos ingentes sumas de los ingresos nacionales. ¡Lo que nos ha tocado ver, señores!
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Que la tormenta quede atrás. Que Bolivia renazca, lejos de la influencia de Evo Morales, que retorne a su convivencia y avance por la senda democrática, con paz y prosperidad. Ese camino que nos mantienen bloqueado, por ahora, a los venezolanos.
Gregorio Salazar es periodista. Exsecretario general del SNTP.
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