Boves humano, por Rafael A. Sanabria M.
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José Tomás Boves adquirió, a fines de 1813, señalada importancia en los llanos de Guárico. Boves nació en Gijón, Asturias, en 1782 y murió en la Batalla de Urica el 5 de diciembre de 1814, dejando tras de sí una estela de 80.000 fallecidos. Desde muy joven se había venido a Venezuela como marino en busca de fortuna. Había sido contrabandista de cueros y por ello fue condenado a confinamiento en los llanos. Posteriormente estableció una pulpería.
Boves intentó unirse a las filas patriotas en 1811 y fue rechazado por los blancos criollos debido a su origen social, pues a pesar de ser blanco no tenía ninguna distinción. Ese comportamiento de desdén de la criolla clase social alta se ha mantenido hasta nuestros días, actitud que siempre le ha resultado contraproducente a sus propios intereses. Boves fue detenido por presunta traición. Asesinaron a su esposa y saquearon su pulpería. Así crearon ese obcecado enemigo de los patriotas, especialmente de los blancos criollos.
En Guayabal, el 1 de noviembre de 1813 publicó un bando contra los traidores de la causa del Rey. Éste era una réplica al Decreto de Guerra a Muerte mas obedecía a otro basamento. El decreto de Bolívar era político, respetaba a los españoles del bando patriótico. La proclama de Boves era social, específicamente racial, buscaba degollar a todos los blancos criollos, fuesen patriotas o realistas.
Boves se hizo el ídolo de pardos y negros que en su mayoría odiaban a los blancos criollos. Boves redimió a los esclavos de la servidumbre y fue el primero en realizar la igualación de las castas, elevando a los zambos y mulatos de su ejército a las altas jerarquías militares. Pareciese que ha pasado tanto tiempo que todo eso está superado, pero casi los mismos reclamos de entonces están vigentes hoy.
Según Juan Vicente González, Boves fue el primer jefe de la democracia venezolana, quien se acercó a las clases populares de su época. El éxito de Boves lo explica por haber establecido una democracia social entre sus huestes. J. M. Siso Martínez apunta que el llano creó una sociedad con características especiales, sentido nómada, respeto a la fuerza, escasa noción de la propiedad privada. Laureano Vallenilla Lanz encuentra allí todos los rasgos del carácter nacional: conciencia del valor personal, altivez y espíritu igualitario, hospitalidad y lealtad como base de la moral política incapacidad de constituir gobiernos estables, propensión a sustentar aristocracias, oligarquías o clases privilegiadas, indiferencia religiosa, aptitud a la abstracción y amor a la poesía.
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Vallenilla Lanz lo enjuicia como hijo legítimo del miedo y como representante del resentimiento social de los pardos. Boves había adquirido un profundo conocimiento del país y sus pobladores, que aunado a su gran talento de caudillo explica el ascendiente que logró sobre los llaneros. Era el jefe de una sociedad sui géneris que se oponía a la sociedad urbana representada por los patriotas. La guerra entre Miranda y Monteverde prácticamente se había realizado entre fracciones sociales con la misma escala de valores. La que encarnó Boves era distinta: una sociedad pastoril contra una de agricultura.
Visto a una escala más íntima, este polémico personaje también dejó su estela personal. A su paso por El Consejo, Aragua, se vinculó con la familia Blanco, que estaban asentados en la población desde 1809. Un ascendiente de la familia llamado Gerónimo Blanco (manumiso) era hijo de José Tomás Boves. Éste manumiso tuvo una hija llamada Concepción Blanco quien tiene descendientes directos en la población. Concepción Blanco es la tatarabuela, entre otros, del artista Horacio Blanco integrante de Desorden Público.
Simón Bolívar llamó a Boves «el azote de Dios», pero recordar su cruenta historia no solo debe servir para rechazarla sino para analizarla. Él comandó una terrible guerra de venezolanos contra venezolanos que son nuestros ancestros, que tenían muchos de nuestros valores y algunas de las circunstancias que los rodeaban siguen presentes. Debemos analizarlo con detenimiento científico y sin pasiones tormentosas, porque las pasiones ciegas deben quedar en el pasado.
Rafael Antonio Sanabria Martínez es profesor. Cronista de El Consejo (Aragua).
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