Brasil, elecciones cruciales en “el país del futuro”, por Alejandro Mendible

Es posible deducir que los electores brasileños se inclinen por el liberalismo considerando el retroceso económico creado por el socialismo del siglo XXI (cuyo cuadro más conspicuo lo tiene al lado, en la República Bolivariana de Venezuela)
El afamado escritor austriaco y judío, Stefan Zweig, escribe en 1941 un exitoso libro sobre el significado del Brasil, bajo el sugestivo título arriba señalado que con el tiempo se convierte en estigma de las grandes potencialidades del gigante país Sudamericano. Este año los brasileños se polarizan de manera crucial en sus preferencias electorales, entre un proyecto de derecha representado por Jair Bolsonaro, y otro de izquierda por Fernando Haddad, para escoger la vía que tomará el Brasil en sus aspiraciones de convalidarse en potencia regional y mundial.
Esta disyuntiva mueve a los electores a realizar un examen introspectivo de sus posibilidades nacionales y de cómo estas guardan mejor concordancia con las tendencias dominantes en el orden regional e internacional. El significativo evento electoral ocurre cuando la humanidad vive la IV Revolución Productiva cuyo impulso sobre el capitalismo tecnológico financiero deja atrás el capitalismo financiero industrial, y determina el surgimiento de un nuevo tipo de sociedad universal que está desarticulando la cohesión entre las ideologías y las estructuras de clases sociales imperantes en el siglo pasado.
Por lo menos tres asuntos cobran importancia en la escogencia electoral brasileña: primero, entre el orden conservador y el desorden del populismo; segundo, entre la prosperidad y la regresión; y tercero, entre el egoísmo nacional y la inteligente generosidad integracionista Sudamericana.
El candidato derechista, no obstante el cuadro publicitario nefasto creado por sus posturas militarista, xenófoba, racista y machista, representa el ansia de orden ante el miedo a lo desconocido, mientras el de izquierda con su discurso democratizador “encubre” el lobo disfrazado de oveja que abre las puertas al desorden populista, la corrupción nacional y el pensamiento único. En tal sentido, la derecha en este momento sintoniza mejor con la tendencia histórica dominante en la evolución brasileña caracterizada por la prevalencia de la transición sobre la ruptura.
Por otra parte, Bolsonaro representa el liberalismo que teóricamente ofrece a todos los miembros de la sociedad brasileña la prosperidad en el presente en base a su esfuerzo y trabajo, dentro de los márgenes del desarrollo histórico occidental. Mientras Haddad, por el contrario, representa el avance de las fuerzas geopolíticas de Eurasia contrarias a la americanidad; significa además el estatismo limitante de la productividad y de la iniciativa personal.
Por eso es posible deducir que los electores brasileños se inclinen por el liberalismo considerando el retroceso económico creado por el socialismo del siglo XXI (cuyo cuadro más conspicuo lo tiene al lado, en la República Bolivariana de Venezuela)
Finalmente, Brasil puede seguir su senda independiente pero en el nuevo estadio de la humanidad dominada por la fuerte tendencia hacia la globalización. La salida más inteligente parece ser actuar como el mayor laboratorio social sudamericano para ensayar la nueva fórmula ideológica que impulse el desarrollo del continente del futuro.