¡Bravuconada Irresponsable!, por Teodoro Petkoff
En la más irresponsable y torpe de las bravuconadas a que nos tiene acostumbrados, Chávez anunció ayer su disposición a “revisar” las relaciones diplomáticas con Estados Unidos, evocando, incluso, la posibilidad de romperlas. Es justamente lo que necesitaban los “halcones” de Washington. El exilio cubano en Florida debe estar bailando en una pata.
Precisamente cuando tanto el gobierno como el sistema judicial norteamericano se encontraban en una situación dilemática, que no debería tener más salida legal y legítima, así como política, que la extradición (tal como lo apuntó TalCual el jueves pasado), nuestro genio de la diplomacia les lanzó un salvavidas, que tiende a complicar terriblemente el panorama.
Kennedy aconsejaba no colocarse nunca en posiciones de las que no se pudiera retroceder. Es exactamente lo que ha hecho Chávez. Se ha colocado en una postura de la cual sólo podría devolverse al precio de perder la cara, en el caso de que Estados Unidos optara por cualquier salida que no fuera la extradición. Romper relaciones con Estados Unidos no es tan fácil como decirlo y las consecuencias de una eventual ruptura serían muy graves no sólo para el país sino para el continente. Desde hoy mismo ya Chávez debe estar comenzando a sentirlo.
De hecho, el gobierno venezolano quedaría totalmente aislado en América Latina y el Caribe. Ningún gobierno, ni el más amigo de Chávez, entendería el sentido de una jugada como ésta y mucho menos estaría dispuesto a solidarizarse con ella. No por casualidad Granma titula hoy muy prudentemente: “Anuncia Chávez que se afectarán relaciones con Estados Unidos si no extraditan a Posada Carriles”. Se “afectarán” : nada de tono apocalíptico.
Tal vez nadie comprende mejor que Fidel Castro las catastróficas consecuencias que tendría para el régimen cubano una ruptura de las relaciones de Venezuela con Estados Unidos. De hecho, por una de esas insólitas astucias de la historia Posada Carriles debe sentirse al borde de coronar sus sueños demenciales.
Es difícil percibir cuál es el cálculo político que está detrás de esta movida. Las consecuencias económicas de una ruptura son incalculables. Si Chávez piensa que China puede jugar el rol de la URSS respecto de Cuba eso querría decir que está fuera de sus cabales. Lo último que se le ocurriría a gente tan seria y cautelosa como los chinos sería desafiar a los gringos en su propio patio, poniendo así en peligro sus florecientes relaciones con Estados Unidos, que constituyen una de las piedras angulares de su diplomacia. Por otra parte, la absoluta arbitrariedad de esa medida difícilmente encontraría eco en ningún otro de los “polos” que Chávez trata de cultivar.
A menos que Chávez esté tan seguro de que los gringos no tienen más remedio que entregar a Posada y crea que podrá jactarse mañana de que les “ganó” ese pulseo y que fue su “amenaza de romper relaciones” la que decidió el asunto. Pero, esto, desde luego, es puro infantilismo, que más bien puede arruinar una oportunidad de poner a prueba la política de Bush, para fortalecer con ello la lucha contra el unilateralismo imperial. Pero Chávez no entiende de bisturíes, la suya es una diplomacia de hachazos.