Cacumen y liderazgo, por Rómulo Caldeira

La Pasión de Comprender es el título de una obra de Manuel Caballero que compila ensayos de historia política. Ese título se inspira en la frase del historiador francés Marck Bloch de la Escuela de los Anales, que considera que esa es una condición que todo historiador debe tener. Para lograr develar el pasado es necesario desvelarse, leer mucho, tener referentes, contrastar perspectivas, hurgar en los más diversos saberes, zambullirse en las profundidades del pensamiento, nadar en el río de Heráclito. Pensar, dudar, reflexionar y seguir pensando. Trabajar duro cuando te sorprende la perplejidad para ensayar Respuestas.
Quienes conocimos al bigotudo y refunfuñón historiador paisano, sabemos que su pasión era la historia política o cabría decir, la historia y la política. Fue miembro de la dirección nacional del MAS y amigo de ese portento de la política y el cacumen que fue Teodoro Petkoff. De tal manera que me permitiré la licencia de extender a los Políticos (si, con P mayúscula) le frase de Bloch tan del agrado de Caballero.
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Imagino entonces al joven Teodoro, aún militante del Partido Comunista de Venezuela, meditando y leyendo, pensando y construyendo una mandarria intelectual para golpear los cimientos de la todavía sólida estructura del Poder Soviético, desde la distante Venezuela: Checoslovaquia el Socialismo como problema, un apasionado texto lleno de valor, audacia y evidencias de formación intelectual, fue el resultado. Luego escribiría varios libros más en medio de la acción y la política.
No puedo evitar la tentación de imaginar a mi tocayo Betancourt, en el exilio gomecista leyendo en diversos idiomas textos que le ayudaran a comprender, para luego comenzar a ensamblar ese dibujo detallado de la venezolanidad, su economía petrolera, su historia y su racionalidad política. Me refiero a Venezuela, Política y Petróleo, que a decir de su autor fue …un libro con un “proceso de elaboración tan accidentado como la vida de su propio autor”. Puede uno estar o no de acuerdo con algo o mucho de lo escrito por Betancourt en más de 900 páginas que constituyen la obra, lo que no puede es dejar de admirarse ante el esfuerzo de, en medio de la lucha contra dos dictaduras (Gómez y Pérez Jiménez), en medio del esfuerzo de construir ARDI, ORVE, el PDN y Acción Democrática, en medio de la acción, encontrar tiempo para el estudio y la reflexión necesaria para comprender.
Tampoco quiero dejar de sentirme tentado por la imaginación para pensar en el Rafael Caldera que antes de graduarse contribuyó de manera decisiva para que Venezuela encontrara un marco legal decente para las relaciones laborales, ni al constructor de Copei, encontrando tiempo, aun siendo presidente, para escribir más de una docena de libros que expresaban la pasión por comprender blochciana, y en los más diversos temas: Gramática, religión, política, derecho, historia.
Puede uno construir una lista interminable de políticos intelectuales o de intelectuales políticos venezolanos que combinaron, la pasión de comprender, la profundidad de pensamiento y la acción política. Una simbiosis deseable de vasta cultura, pensamiento estratégico, visión de futuro y perseverancia en la construcción real de lo que pensaban ideal. Algunos nombres me vienen a la cabeza y solo mencionaré a los muertos: Inocente Palacios, Andrés Eloy Blanco, Luis Beltrán Prieto Figueroa, Arístides Calvani, Luis Herrera Campins, Hilarión Cardozo, Juan Bautista Fuenmayor, Kotepa Delgado, Domingo Alberto Rangel, Moisés Moleiro, Bayardo Sardi y …seguramente algunos pensaran que la lista es mezquina. Pudiera alguien decir que no está de acuerdo con lo que estos venezolanos pensaban… Pero pensaban.
La política para ellos, era un ejercicio de acción y pensamiento, de comprensión y construcción, desde unos referentes sometidos a la crítica y confrontación permanente. Los guiaba la doble pasión, por comprender y hacer
En algún momento, la vaina cambió. La conducción de los partidos políticos se encomendó a dirigentes especializados en la acción y ayunos de pensamiento, pragmáticos, hábiles e incluso muy inteligentes, pero sin los referentes culturales ni la pasión de Marck Bloch. Y siguió cambiando, la antipolítica comenzó a pedir caras nuevas y frescas, gente joven, sin pasado ni pesados fardos culturales, con pocos libros en la cabeza que los bloqueen. Gente llanita, sin trabas ideológicas, ligeros para los virajes tácticos, fácil de manejar desde laboratorios o medios. Una generación linda para la foto, para el espectáculo, para las redes, que sepa posar en circunstancias difíciles, selfie lanzando piedras, selfie en la reunión del barrio, selfie en la del partido.
Esos cambios de conductores permean la política en general, los discursos, las consignas y eslogan, las rutas. Hay que ver que la distancia que media entre Una Venezuela Libre y de los venezolanos y La Mejor Venezuela, neutra y sin mayores compromisos. Del otro lado de la barda, “Vamos Nico” es la síntesis de la novedad. “Maduro Coño e tu Madre” de una profundidad pasmosa. ¿Quiénes somos? ¡Venezuela!!! ¿Qué queremos? ¡Libertad!!! Revela un anhelo sin rumbo. Y el mantra de los tres pasos: Cese de la Usurpación, Gobierno de Transición y Elecciones Libres, parece receta de cocina sin ingredientes ni indicaciones. “Vamos Bien” puede levantar la moral un rato, pero no puede convertirse en sucedáneo del análisis.
La política de estos días no solo tiene déficit de cacumen, lo desprecia. Académicos, políticos intelectuales e intelectuales políticos son deportivamente menospreciados. Ramos Allup con varios textos en su haber es viejo y maluco, Eduardo Fernández y Claudio Fermín son colaboracionistas y no importa si han dedicado toda su vida a pensar el país, el rumbo hacia la prosperidad y la gobernabilidad. Los académicos no saben nada de las triquiñuelas de la política pequeñita. Que importa lo que opine un académico como Pedro Nikken sobre el TIAR si a un anónimo con muchos seguidores, mala ortografía y sintaxis le GUSTA el TIAR. La economía la puede dirigir un economista brillante, pero por vivaracho, no por economista.
Espectáculo por saber. Así se pone la conducción de estos momentos difíciles en manos de vedettes de las Redes Sociales, editores de pasquines, periodistas palangristas y políticos de tan vasta cultura, formación y experiencia como las inexistentes líneas que han escrito. Líneas, no libros.
No creo que se debe prescindir de las técnicas de marketing, si son útiles contra el autoritarismo, usémoslas. Pero carajo, no se puede dejar en manos de vendedores de ilusiones la conducción de la coyuntura y del país. Los J.J. Rendón y sus técnicas tienen su momento. Este es momento para el ajedrez no para la ruleta rusa
Urge revitalizar y darle su lugar al saber y a los que saben, las caras nuevas deben ser bienvenidas, por su aporte no por fotogénicas. Las caras nuevas de la anti política, son tan viejas y dañinas como las encomiendas a cambio de un pago.