¿Caiga quien caiga?, por Teodoro Petkoff
En sus repetitivos discursos insultantes contra Uribe, Chacumbele volvió, el lunes, con un argumento que ya otras veces ha utilizado. Dijo, cosa que no es mentira, por cierto, que la mitad del Congreso colombiano está en prisión por sus nexos con el paramilitarismo y el narcotráfico. Pero ello autoriza también otra conclusión, que va más allá de la superficial y obvia que extrae Chacumbele. La prisión y juicio de tales congresistas evidencian que por muy uribistas que sean (la mayoría, si no todos, pertenece a las toldas políticas de Uribe), el Poder Judicial del vecino país no ha vacilado en llevarlos a la cárcel y a los tribunales. Porque se trata de un poder independiente, no partidizado ni sometido a la voluntad del Presidente colombiano, quien, aunque autoritario como Chávez, no ha logrado, sin embargo, destruir el tejido institucional de su país.
Casualmente, también el lunes el presidente Chávez expuso la tesis de liquidar, ahora constitucionalmente, la independencia de los poderes del Estado, que, por lo demás, para todo efecto práctico, ya no existe en Venezuela. En Colombia, la prisión de los congresistas desnuda, es verdad, el alto grado de descomposición de la élite política, pero también pone de bulto la fortaleza de las instituciones del Estado, que, independientes del Poder Ejecutivo, son capaces de garantizar la aplicación de la justicia, «caiga quien caiga», como gusta decir Chacumbele, sin que nunca caiga nadie de su entorno. La diferencia es que allá están presos; aquí, nadie sabe.
En esta coyuntura, que ha iluminado crudamente a las mafias boliburguesas, si algo ha salido a flote es la complicidad de banqueros chimbos con varios altos funcionarios de la administración chavista.
Sin embargo, no se ha sabido de la apertura de averiguaciones a quienes se sabe responsables de las colocaciones de fondos del Estado en esos bancos; ni a los responsables de los guisos con bonos de deuda pública y notas estructuradas; ni a los responsables de la variedad de guisos que se cocinan en Pdvsa.
En un cierto momento, lució que las cosas podían moverse en ese sentido. El Presidente, en su programa dominical, pidió al ex tesorero de la República y luego presidente del banco estatal Banfoandes, Alejandro Andrade, explicaciones acerca de fondos de ese banco que nutrían las arcas de los bancos intervenidos. Pero, después de haberle propinado este coscorrón, al día siguiente, vaya a saberse por qué, Chávez, en tono muy distinto al retrechero del domingo, hizo encendidos elogios de este funcionario, con lo cual pareciera que las «explicaciones» que solicitó quedaron para las calendas griegas. También hizo Chávez algunas alusiones a su hermano Adán, que se prestaron para muchas especulaciones. Ojalá la Fiscalía de nuestra República y nuestros tribunales se atrevieran a hacer lo que la Fiscalía y la Corte Suprema del hermano país hacen con los delincuentes oficialistas de aquel lado.