Cambio inminente, por Luis Martínez
El juego luce trancado y Maduro es el principal responsable de que eso ocurra. Aferrarse al poder por sueños de grandeza desconectados de la realidad que vive y sufre el país o por el chantaje que le aplica un entorno integrado por delincuentes radicalizados con mucho que perder; más asesores cubanos que temen que se le disipe su principal fuente de ingresos, es vil y canalla, pues ahonda mucho más el sufrimiento de los venezolanos y por mucho que se atrinchere, no podrá detener un cambio que es inevitable.
Maduro todavía está a tiempo de torcer el camino a una confrontación que sin duda pierde y en absoluto le arrendaría alguna ganancia épica hacia el futuro del país; muy en contra de su deseo, saldría como el principal culpable del trauma que la Republica pueda sufrir
Todavía, en estas difíciles horas de tensión que vive el país, Maduro puede enrumbar el tránsito de la dinámica política actual hacia una salida pacífica, democrática, libre y electoral que dirima la diferencia y permita restablecer la institucionalidad de la República. Con solo mostrar disposición para aceptar unas elecciones presidenciales con un nuevo CNE autónomo e imparcial, un gobierno de transición que garantice la participación libre de todos los actores políticos y la supervisión de organismos multilaterales como la ONU, OEA y observadores internacionales, incluso con su participación como candidato, si es que así lo desea. Estaría enviando un mensaje muy claro de querer resolver pacíficamente el conflicto; además de preservar para confrontaciones futuras, la fuerza política que aún le queda. Lamentablemente, todo parece indicar que esa no es la carta que Maduro baraja en estos momentos y se le acaba el tiempo.
Esta última semana: con la entrada de ayuda humanitaria al país, abortada por las inhumana y desproporcionada represión aplicada por la fuerza armada, civiles armados y colectivos violentos en la frontera con el hermano estado colombiano, con la injusta muerte de 4 indígenas pemones y posterior muerte de otros por la represión desatada en la frontera con Brasil, con el arresto en palacio y posterior deportación de un periodista mexicano y su equipo comunicacional hecho común del régimen contra periodistas nacionales y con continuas amenazas de los principales voceros de Maduro. Han perdido ante el mundo (sobre todo ante los que se negaban a creer) cualquier vestigio de respeto a los derechos humanos, de talante democrático y de altura institucional. Mostraron su verdadera cara. Muestran lo poco que le importa la opinión del mundo. Solo están por preservar el poder a costa de lo que sea y sin importar lo que sea.
Hoy, una contundente mayoría de los venezolanos están deseosos, ansiosos y presurosos por salir de Maduro. Sus esperanzas están puesta en Guaidó como representante de la única institución legítima que queda en el país: la Asamblea Nacional.
Maduro no tiene pueblo, pero aún le quedan armas y hombres sin escrúpulos. El cambio cuenta con el 90% de los venezolanos y la presión internacional. Cambio inminente
Docente universitario