Camino abierto Editorial por Fernando Rodríguez
Es seguro que desde que las elecciones presidenciales aparecieron en el horizonte algunos líderes opositores apostaron por el desplome del candidato electo en las primarias, lo cual implicaría la emergencia de una figura providencial que asumiría el barco a la deriva y lo llevaría a buen puerto. Generalmente coincidía ese malpensante con el salvador del juego en los trancos finales. Digamos que algo, solo algo, parecido a la no muy feliz experiencia de Salas Römer en el 98.
El espectacular triunfo de Henrique Capriles en esa exitosa justa unitaria, de airosos números, millonarios, trajo como una de sus consecuencias que tal posibilidad prácticamente se diluyera.
Pero la mano peluda de la historia, que juega por muchas bandas, se encargó de reponerla en alguna medida a la luz de las siniestras encuestas con que el gobierno quería liquidar al adversario en el mismísimo primer round y que, de paso, avivaron los anhelos de los malpensantes.
Bueno, el éxito deslumbrante de la marcha que acompañó al candidato, y que permite hablar de números de aquellos tiempos en que marchábamos y marchábamos obsesivamente, ratifica el triunfo en las primarias, desmiente a los encuestadores tarifados y borra, esperamos que definitivamente, las esperanzas de los pitchers del relevo salvacionista.
Pero seguramente había juegos más complicados, los cuales suponían hasta una interacción entre sectores del gobierno y de la oposición. Estos partían de una doble caída: la salida de Chávez por razones de salud y el estancamiento de la candidatura de Henrique, todo ello con el trasfondo de un clima más o menos apocalíptico, de conmoción nacional, que incitaría al diálogo y a la solución milagrosa.
Allí se puede especular con Consejos de Estado, Iglesia mediadora, José Vicentes y Diosdados, Poleos, cubanos pragmáticos, generales asustados y lo que usted quiera agregarle. Bueno, si no funciona la minusvalía de la candidatura de Capriles se cae el tinglado, pase lo que pase en el bando oficialista, en especial en la humanidad presidencial.
La oposición, con un candidato que camina diez kilómetros, arrastrando multitudes, no tendría razones para dejar de serlo en la más extrema situación oncológica.
Total que Henrique es, ahora más que nunca, el propio tipo, el candidato firme que ha espantado tanto nubarrón y secretos propósitos. Y eso es una enorme ganancia para los que aspiramos a que el camino por transitar sea amplio y asoleado, sin recovecos y acechanzas.
Y al parecer, aquí estamos obligados a las hipótesis temerarias, el Presidente será candidato, todo lo sui generis que se quiera, el 7 de octubre. ¿O alguien duda todavía que ayer se postuló de verdad verdad?
En definitiva, que esta arrancada de campaña ha hecho las cosas bastante más claras, lo que nos parece ciertamente positivo. Lo que hay es que ponerse a trabajar, todos, empujando el autobús del progreso y, agregaríamos, de la dignidad y la moral nacional.
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