Caminos para la Venezuela emergente, por Alejandro Oropeza G.
”…la libertad individual entendida como
responsabilidad es la idea de que mayor libertad siempre significa
también mayor responsabilidad”.
Vanessa Lemm: “Nietzsche y el pensamiento político contemporáneo”, 2013.
La historia no se olvida de la realidad. Por ello las sociedades rechazan las acciones que las dominan y arrebatan la libertad y la iniciativa. Muchos son los análisis sobre el despertar de los venezolanos ante las pretensiones tiránicas del régimen, acción que atestigua la emergencia de un liderazgo reconocido por la colectividad democrática y que persigue retejer la estructura de libertades asociadas al ejercicio ciudadano.
El afán del régimen chavista desde su llegada al poder ha sido desmontar la institucionalidad que soportaba el edificio democrático. Democracia perfectible sí, con sus aciertos y errores pero, caracterizada por una idea de libertad amplia y horizontal que nos define como sociedad abierta y consciente de sus derechos. Consciencia que se ha fortalecido recientemente y que no sólo asume un ejercicio ciudadano resultado de conquistas sucesivas; lo que supone una expansión de la potencialidad de ciudadanía, sino que también, he ahí lo determinante, a dicho ejercicio se asocia la asunción de deberes y la corresponsabilidad.
Hoy la sociedad democrática venezolana reconoce un liderazgo con base a tres aspectos: a) La reocupación de la esfera de lo público que le permita decidir la evolución de los acuerdos sociales que legitiman el ejercicio del poder; b) Reconstruir la confianza en sí misma y en los canales de intermediación democrática con la autoridad legítima; y, c) Entender la acción política y el discurso como medios a través de los cuáles se conquistan logros asociados a la libertad y canales de ejercicio democrático.
*Lea también: El fin del chavismo, por Bernardino Herrera León
La reocupación de la esfera pública venezolana se corresponde con acciones estratégicas que viabilizan el objetivo perseguido por el país democrático
La primera, se confía en que un efectivo “Gobierno de Transición” iniciará la ruta de la reconstrucción democrática, social y económica del país, y que tal gobierno debe ser imbricación de actores políticos y sociales, involucrando operativamente a la Fuerza Armada Nacional como corpus políticamente no deliberante.
Segundo, el modelo de desarrollo debe basarse en la reinstitucionalización de las relaciones entre Sociedad-Estado, por medio de la reconstitución de un “Estado de Derecho” que genere confianza entre los actores, al margen de la diatriba política, sin contenidos ni cortapisas ideológicas.
Por último, y en atención a la tradición de confianza que la sociedad venezolana tiene en el voto como medio para evolucionar a través de los acuerdos político-sociales que legitiman el ejercicio del poder, se aspira la realización de “Elecciones Generales” confiables. Con tal evento electoral se debe dar por finalizado el periodo del “Gobierno de Transición” e iniciar la transición propiamente dicha, retomar la consolidación del proceso democrático y continuar con los trabajos de reconstrucción en lo político, social, económico, cultural, institucional, etc., aspectos arrasados en veinte años de irresponsabilidad y corrupción por un régimen criminal e ineficiente que impactó tan negativamente en la realidad toda del país.
Tres aspectos que caracterizan un despertar responsable y democrático y tres acciones que deben guiar la estrategia política de una Sociedad y un Estado coordinados en pos de un futuro posible.
Director General del Observatorio Hannah Arendt