Campaña (electoral) de vacunación en Brasil, por Juan Vicente Bachiller
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Si hay algo que no se le puede achacar a Bolsonaro es su falta de coherencia a la hora de tratar la crisis sanitaria desatada por el coronavirus. Si ya desde los inicios de la pandemia integró, junto a Trump, Johnson o López Obrador, el grupo de gobernantes que negaban la necesidad de distanciamiento social, hoy, con el primero al final de su mandato y los otros adheridos con la fe del converso a distintos programas de vacunación, el presidente brasileño es el único que continúa poniendo en duda las recomendaciones de la comunidad científica internacional.
Ser coherente, sin embargo, no es lo mismo que ser consecuente. Al margen del terrible costo en vidas humanas que esta actitud está suponiendo para Brasil, el hecho de que el presidente se oponga a liderar la lucha contra la pandemia en su país, tema central de la agenda política mundial, puede ser una estrategia equivocada de cara a maximizar sus opciones de ser reelegido en 2022.
El negacionismo puede servir para afianzar a los votantes más radicalizados, pero éstos son, a todas luces, insuficientes para repetir los resultados de 2018.
La negativa de Bolsonaro a tomar una actitud decidida en contra de la pandemia, en un primer momento evitando medidas de distanciamiento social y posteriormente renunciando a dirigir una campaña de vacunación, ha dejado un enorme hueco político. Sin embargo, en la esfera pública esos vacíos se llenan rapidamente. De tal forma que, cuando quien debería tomar el liderazgo renuncia a su responsabilidad, surgen inmediatamente candidatos alternativos para ocupar su lugar.
El denominado efecto rally´round the flag, podría definirse como “el fenómeno de agruparse detrás de la bandera” bajo circunstancias excepcionales como una guerra o una crisis de grandes magnitudes. Este efecto se ha visto durante la crisis del coronavirus, donde se puede observar cómo los ciudadanos suelen brindar su apoyo de forma masiva al gobierno.
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Sin embargo, dado que Bolsonaro, en lugar de tomar una actitud de estadista y liderar a la nación se dedicó una vez más a sus guerras culturales —culpando unas veces a la comunidad científica, otras veces a China y otras veces a gobernadores y alcaldes—, la bandera de la lucha contra la pandemia, que estaba en el suelo y pisoteada, acabó siendo levantada por otros. La oportunidad empezó a ser aprovechada ya desde los meses de confinamiento por distintos gobernadores, quienes tuvieron que hacerse cargo de la situación. El más destacado João Doria en el estado São Paulo.
Pero si Bolsonaro pretendía escabullirse así de su responsabilidad y transferirla a los niveles inferiores de gobierno, el caso es que la jugada no le ha acabado saliendo como esperaba.
Doria, el gobernador del mayor estado del país, enseguida se hizo con un gran espacio mediático para presentase como el gobernante que lideraría la lucha contra la pandemia.
La proyección mediática de Doria, desde el estado de São Paulo hacia el resto del país, empezó a producirse una vez que, tras el lanzamiento de las distintas vacunas, comenzó a vislumbrarse en el horizonte la salida de la crisis. Sin embargo, su éxito se consolidará siempre y cuando se inmunice masivamente a la población.
Por otro lado, Bolsonaro, además de desentenderse de las medidas de aislamiento social, trató el tema de la provisión de vacunas de forma ideológica. Se negó a garantizar el suministro de aquellas provenientes de China, al tiempo que negligentemente era incapaz de garantizar la prioridad en el abastecimiento de las desarrolladas en Europa y Estados Unidos.
Aprovechando la oportunidad, el estado de São Paulo se ha garantizado, a través del Instituto Butantán, un centro de investigación dependiente del gobierno paulista, la producción de la vacuna china desarrollada por Coronavac. De esta forma, el gobernador Doria se encuentra actualmente en condiciones de implementar una campaña de vacunación no solo para su estado, sino para el conjunto del país.
De cumplirse las expectativas de Doria, éste se convertiría en la autoridad que lidere la salida de la crisis sanitaria, frente a la actitud obstruccionista de un presidente que por dejación voluntaria, incapacidad, o ambas, ha sido más un problema que una solución en esta crisis.
De esta forma, la campaña de vacunación, además de ser un extraordinario esfuerzo para restituir las condiciones de salud pública en el país, se convierte en el primer episodio de las elecciones de 2022.
Por ello, desde el gobierno Bolsonaro está intentando frenar las aspiraciones del plan de Doria para vacunar a toda la población brasileña, lo que le convertiría en un líder a nivel nacional. Ya sea intentando subirse al rebufo de la campaña e intentar centralizarla, o desprestigiando la eficacia de las vacunas y desincentivando su uso por parte de la población.
No obstante, el hecho de que Doria pueda, por mérito propio y por ineptitud presidencial, convertirse momentáneamente en el portador de la bandera de la vacunación nacional no le garantiza, ni mucho menos, una posición de salida ventajosa en los próximos comicios.
Dado que todavía faltan dos años para la cita electoral, lo cual es una eternidad en la política brasileña, en este momento de lo único que se puede hablar es que Doria ha presentado sus credenciales.
Para convertirse en un candidato a tener en cuenta, en primer lugar, el eje de la confrontación debe salir de la dinámica “Lula frente a Bolsonaro” en la cual el Presidente se encuentra actualmente bastante cómodo. Esto exigiría la más que improbable renuncia del Partido dos Trabalhadores a presentar un candidato fuerte en 2022. A su vez, el Partido da Socialdemocracia Brasileira, de centro-derecha y al cual pertenece Doria, debería mejorar su penetración electoral en todo el territorio, actualmente circunscrita al sudeste, concretamente al estado de São Paulo.
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Sea como fuere, lo que sí está claro es que en las circunstancias actuales, el factor fundamental para explicar el ascenso o caída de los distintos liderazgos políticos en todo el mundo es la forma en la que se ha tratado la pandemia. Bolsonaro decidió apostar por la postura negacionista y, fiel a su estilo, optar por la confrontación frente a enemigos imaginarios en lugar de intentar gestionar la crisis.
Si bien es pronto para valorar si esta estrategia le puede hacer perder el mandato en 2022, lo que sí está claro es que con sus errores ha permitido el surgimiento de candidatos alternativos en el campo de la derecha. Parece, por tanto, que en los próximos comicios habrá nuevos contendientes y que el “eje petismo-antipetismo” no será el único relevante. En estas circunstancias, João Doria podrá presentarse como el candidato que lideró la lucha contra la pandemia.
Juan Vicente Bachiller es Profesor de Políticas Públicas en la Universidad Federal Fluminense. Doctor en Ciencia Política por la Universidad de Salamanca.
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