Caraqueños ven el domingo de elecciones como una versión del Día de la Marmota

Mientras los caraqueños salían a las plazas a pasear en familia o a seguir su rutina haciendo mercado, el proceso para las elecciones municipales seguía sin curso sin mayor ruido. Para los consultados que estaban cerca de centros electorales, votar fue un ejercicio que hicieron «por no dejar», en especial para quienes viven en el municipio Libertador capitalino, que tienen pocas aspiraciones y exigencias para la autoridad que resulte electa
Otro domingo de elecciones, la número siete en 12 meses según el conteo oficial, que ha transcurrido sin mayor ruido desde el proceso electoral para las presidenciales del 28 de julio de 2024.
Esta vez, las elecciones para alcaldes movilizaron a algunos habitantes de los cinco municipios que conforman el Área Metropolitana de Caracas, pero la imagen más frecuente del municipio Libertador capitalino, fue de quienes salieron a las plazas a pasear en familia o a seguir su rutina haciendo mercado. Para los consultados que estaban cerca de sus respectivos centros electorales, votar fue un ejercicio que hicieron «por no dejar», porque casi todos expresaron que tienen pocas aspiraciones y exigencias para la autoridad que resulte electa.
«La verdad salí a votar porque uno no puede dejar de participar, pero si soy muy honesta no sabía cuáles eran los candidatos de este municipio y eso que somos la capital», comentó Dania Rebolledo, de 66 años, habitante de la parroquia Candelaria.
En la concurrida plaza de La Candelaria, el domingo lucía como cualquier otro, solo en aquellas calles donde un cinto de seguridad amarillo limitaba el paso vehicular cercano a los centros electorales. De resto, los locales de comida, farmacias, panaderías y supermercados estaban llenos de personas en modo paseo.
«¿Que si voté? No. Ya le perdí el pulso, ni siquiera sé qué es lo que había que votar hoy ¿Ahora esto va a ser todos los meses, un cuento, una elección para que uno crea? Ya está repetida esa barajita», dijo Maibis C., mientras hacía mercado en los alrededores de Quinta Crespo. Los caraqueños consultados que sí habían votado estaban al tanto de que se trataba de las elecciones municipales, pero casi todos desconocían de qué se trataba la consulta popular de la juventud que también formaba parte de los comicios de este 27 de julio.
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En esta consulta los jóvenes entre 15 y 35 años de edad podían elegir uno de los siete proyectos seleccionados previamente en asambleas comunitarias que se van a desarrollar en áreas de educación, cultura, salud, deporte, producción, ambiente y tecnología. «Ni idea, yo voté normal por la alcaldía y cuando salí me dijeron que fuera a la otra mesa, pero yo seguí de largo y me fui», comentó un votante de 23 años, habitante de la parroquia Altagracia.
A pesar de la llovizna de la mañana, la gente comenzó a salir luego del mediodía y se avivó el ambiente normal de un domingo, a pesar de la presencia de efectivos de la Guardia Nacional Bolivariana que se hicieron notar entre los ciudadanos. «Yo salí porque tenía a los niños aburridos en la casa y los traje a comerse un helado y a jugar, pero se siente como un domingo cualquiera. Uno sabe que hay elecciones por el montón de guardias en la calle, de resto cada quien anda en lo suyo», dijo una joven de 27 años, residente de El Paraíso.
¿Y entonces qué hacemos?
Regina Salazar votó a las 1:00 pm. No tardó más de cinco minutos porque no había nadie en fila, a pesar de que su centro electoral es uno de los que tiene mayor cantidad de votantes de la parroquia Santa Teresa. «Votó poquita gente ¿sabes? En mi casa somos cuatro y nadie quiso. Yo sí voté porque me pongo a pensar ¿y entonces qué hacemos? Pero es que hay mucha gente triste, decepcionada. Uno ve que pasa el tiempo y es lo mismo una y otra vez y ya sabemos quiénes van a ganar. Pero uno viene e insiste para que sepan que seguimos aquí«.
Dijo que no votó «por los que van a ganar, pero algo es algo. Los de los otros municipios sí tienen que salir y estar pendiente de sus alcaldes porque un pedacito que se gane es algo».
En un área que abarca dos cuadras en la calle sur 4 de la parroquia Santa Teresa, hay por lo menos siete centros electorales, tres de ellos con más de seis mesas de votantes. A menos de 50 metros, los vecinos que regresaban de hacer mercado pasaban de largo sin detenerse a ver a quienes se resguardaban bajo los habituales puntos en toldos que volvieron a ser rojos, esta vez decorados con globos tricolor. Sin nada que ofrecer, solo conversaban sobre la jornada del día. Al fondo, a volumen muy bajo algunas canciones se repetían en bucle, una y otra vez: una seguidilla de jingles del pasado que siguen rodando una campaña que ya cumplió más de una década.
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