Cardoso: “El Gobierno de Bolsonaro no tiene coherencia”
En entrevista con DW, el expresidente de Brasil, Fernando Henrique Cardoso, afirma que el Gobierno «está compuesto por piezas que no se entienden muy bien», critica la influencia de los hijos de Bolsonaro y alaba a los militares por su prudencia
DW
–Usted calificó en Twitter los primeros días del Gobierno Bolsonaro como «desordenados”. ¿Cuál es su valoración hasta ahora?
–El Gobierno no solo continúa estando desordenado, sino que también está compuesto por piezas que no se entienden bien. Hay un sector económico que parece tener rumbo, así como el ministro de Justicia. Los demás están tanteando: uno dice una cosa, otro dice otra. Curiosamente, los ministros militares se han manifestado con más prudencia y capacidad de contención que otros ministros más exaltados. El ministro de Educación dio marcha atrás con la carta que mandó a las escuelas. La gente ve un ir y venir y eso se refleja en el Congreso. Asistí a la elección del Senado y fue caótica. Todo comienzo de Gobierno es un poco caótico, pero este, que parecía tener un rumbo definido, no parece enderezarse.
– Y los hijos de Bolsonaro parecen tener un papel en ese desorden…
–Ese es otro de los sectores de su Gobierno. Están los militares, los de ideología atrasada y los hijos de Bolsonaro, los «chicos”, como él dice. Nunca he visto nada igual. No recuerdo ningún otro Gobierno en el que la familia tuviera un peso tan grande como en el actual. La familia siempre es un problema. El presidente necesita guardar cierta distancia de la familia y de los amigos. El presidente simboliza la nación, no puede ser partidario. Es una contradicción. Él necesita arbitrar conflictos, debe actuar y ser símbolo. Debe entender cómo trascender un interés concreto y la familia es un interés muy específico.
–¿Cómo valora la situación en Venezuela y la participación de Brasil en el conflicto?
–Conviví mucho con Hugo Chávez. Tenía una personalidad fuerte, con sensibilidad política. Era un showman, alguien que siempre quería atraer la atención sobre su persona. A Maduro yo no lo conozco. Es bruto, no tiene la misma flexibilidad. La elite venezolana siempre estuvo muy ligada a Estados Unidos y el país quedó entregado al chavismo. Pero no sé cómo está el pueblo. Los medios están contra Maduro y yo también lo estoy. Pero ¿cómo es realmente la situación? Eso es otra cosa.
Los militares brasileños no son favorables a una intervención militar porque vieron lo que sucedió en Libia y en Irak. Se destruye todo y ¿qué pasa después? Tengo la sensación de que ese Juan Guaidó, a quien no conozco, hizo una jugada de alto riesgo. Subió la presión externa para obtener consecuencias internas, pero eso no ha ocurrido. El poder no se ha movido y continúa en su sitio, como los militares. La posición correcta, para mí, es la de los militares brasileños, no la de los hijos del Bolsonaro: estar en contra del régimen, pero dejar que los propios venezolanos resuelvan la situación.
–En un artículo publicado recientemente en la revista Piauí , el politólogo Sérgio Fausto cuestiona cómo será el futuro de Brasil con Bolsonaro: ¿prevalecerán las fuerzas del liberalismo económico y de la racionalidad burocrático-militar o el conservadurismo militante e insensato? ¿Qué piensa usted?
–Esa es la duda. El liberalismo exaltado tampoco funciona. Los militares tienen una ventaja: ellos conocen Brasil. Hay una especie de tecnocracia que, por lo tanto, es conservadora, pero no es reaccionaria ni retrógrada. Y tiene un sector con ideas fantasiosas, como si estuviéramos viviendo aquí los «peligros de la globalización». Ahora bien ¿qué es eso?
–¿Y la interlocución con los militares? Usted afirmó el año pasado que los Gobiernos, cuando no son fuertes, apelan a los militares.
–Recuerdo el Gobierno de Allende. Yo estaba en Chile en esa época y él designaba a militares para todos los cargos porque no tenía fuerza política. En este caso, no sé si se trata de falta de fuerza política organizada o, más bien, de que los militares son las personas que Bolsonaro conoce. Bolsonaro fue parlamentario muchos años, pero parece que no creó relaciones en el medio político. Los ministros militares están siendo designados no por ser militares, sino porque son relativamente sensatos. El problema es que las Fuerzas Armadas, que no tenían y no tienen propósito de volver al poder, van a acabar comprometidas con el Gobierno, y eso no es bueno para ellas.
–Usted ha estado en Europa recientemente. ¿Qué oyó sobre Bolsonaro?
–Los europeos perciben la elección en Brasil de la siguiente manera: hubo un golpe para derribar a Dilma y Bolsonaro es la consecuencia directa de eso, con su gobierno de derechas y fascista. De derechas es abiertamente. Fascista no, porque no tiene una ideología consecuente, movilización popular, partido. En Europa se interpreta lo que sucede en Brasil con la tradición europea, pero nosotros estamos entre lo americano y la confusión caudillesca.
Ganó la derecha, sin duda, pero ¿es una derecha que tiene alguna idea concreta sobre lo que va a hacer? Tengo mis dudas. Está claro que tiene tendencias atrasadas y retrógradas. Contra la globalización, contra la identidad de género… Eso es retrógrado y no mueve al pueblo. El pueblo votó por miedo a la violencia, por miedo al PT, a la crisis económica y a la corrupción. Votaron a alguien para que salvara el país. Ahora, ese hombre ha llegado al poder y no sabe qué hacer.