Carne salada, por Javier Ignacio Mayorca
Como quiera que se lo vea, el episodio del restaurant turco resulta un auténtico desastre para la ya deteriorada imagen presidencial. Cualquiera de los escenarios que se considere para explicar esta torpeza agudiza la fragilidad del mandatario
El episodio del almuerzo de Maduro y la Primera Combatiente en el afamado restaurant turco Nusr-Et amerita análisis en profundidad. Es hora de ir más allá de las burlas insulsas y los memes que, en su mayoría, tienden a banalizar un hecho de gravedad, por su propia naturaleza y por lo que representa como forma de gobernar en la Venezuela del siglo XXI.
La delicada situación empieza mucho antes del banquete. La directora de Transparencia Venezuela Mercedes de Freitas observa con tino que ya se ha tornado usual la práctica del mandatario de montarse en un avión, solo o acompañado, a veces con comitivas multitudinarias, en viajes sin objetivos ni agenda clara, y que no cuentan con el aval de la Asamblea Nacional. Ya lo chinos saben que los compromisos asumidos al margen del Parlamento serán nulos si se produce un cambio político en el país.
Como las rutas de los vuelos también se manejan en términos de confidencialidad, uno se entera de las paradas que hace el Presidente cuando ocurren estos dislates de las redes sociales.
De repente, aparece la pareja presidencial engullendo toda una paleta de res, servida por un chef con manierismos aprendidos al detalle, en un local donde, a todas luces, ellos tenían un ala completa a su disposición. Los accesos al lugar, ubicado en Besiktas, estaban bloqueados por guardias armados con subametralladoras, con suficiente poder para disuadir cualquier escrache.
Luego de ver una y otra vez las múltiples imágenes de este ágape inolvidable nos percatamos de que falta una importante: la del Presidente metiéndose las manos en los bolsillos para pagar, como hacemos todos los ciudadanos, incluidos algunos mandatarios.
No, Maduro no canceló con el producto de su trabajo esa sentada, que incluía detalles como los habanos con denominación de origen y caja personalizada.
«Hicimos una parada en Estambul, de Beijing a Estambul, de casi 6 horas de vuelo, allí atendí una invitación para visitar el centro histórico y almorzar con algunas autoridades», dijo en una cadena al percatarse del revuelo ocasionado por el clip de Instagram.
Y claro está, ya sabemos que no era un encuentro oficial con “algunas autoridades”, pues ellos eran los únicos ocupantes de las mesas en ese sector del restaurant. ¿Se perdería Salt Bae la oportunidad de retratarse también con Erdogan o alguna figura del poder local?
Podemos descartar entonces que esa pasada por Nusr-Et hubiese sido cancelada por el ejecutivo turco. Maduro, además, con seguridad conoce la disposición aquella del artículo 149 de la Constitución, que prohíbe expresamente recibir cargos, honores o recompensas de gobiernos extranjeros sin la aprobación previa de la Asamblea Nacional. Sabemos que ni el venezolano ni el turco tienen mucho respeto por las formas legales ni los controles. Pero, si el dinero hubiese salido de las arcas oficiales, al menos un saludito hubiese dado el anfitrión.
Entonces, Maduro no pagó y Erdogan tampoco lo hizo. La lógica estricta indica que debió ser algún particular, de aquí, de allá o de ambos lados.
Las relaciones entre la Venezuela de Maduro y Turquía parecen ir a contracorriente con respecto a las que prevalecen entre el país y el resto del mundo occidental. Ocurren entonces cosas inexplicables: mientras las aerolíneas internacionales salen en desbandada, Turkish Airlines abre una ruta Caracas-Estambul, con parada en La Habana.
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Luego, nos enteramos de que los turcos estarán dispuestos a recibir el oro venezolano. Y después, los colegas de Armando.info revelan que los productos turcos están nutriendo las cajas Clap.
En este contexto, ¿cómo se puede catalogar esa invitación? ¿Puede un presidente en ejercicio ser objeto de estos “detalles”? Sobre esto se plantean algunas discusiones entre juristas, basadas en la letra del artículo 61 de la Ley contra la Corrupción, que establece penas de hasta cuatro años de prisión y multas para el funcionario público “que por algún acto de sus funciones reciba para él mismo o para otro retribuciones u otra utilidad que no se le deban o cuya promesa acepta”.
No es la primera vez que el entorno presidencial es tocado por generosidades. Recordemos que la defensa de los sobrinos detenidos en Nueva York no fue pagada por el Estado venezolano sino por un acaudalado contratista de Pdvsa y propietario de medios de comunicación
Entonces, frente a aquel precedente poco esculcado esta comida de mediodía palidece en términos estrictamente financieros. Pero anuncia con claridad una línea de acción en la que los intereses públicos y privados tienden a mezclarse, hasta que llega un momento en que no pueden ser desentrañados.
Breves
*Los constantes apagones están mermando la operatividad de los cuerpos policiales. En Zulia, Vargas y Apure, por ejemplo, funcionarios han reportado la caída de los sistemas de radiocomunicación y se han visto imposibilitados de transmitir las novedades de forma oportuna debido a las fallas en la telefonía celular e internet. El último en quejarse fue el director de la policía judicial, Douglas Rico, quien advirtió que no aceptará la excusa de la falta de electricidad para postergar las actualizaciones diarias a los Sistema de Información Policial (Siipol) e I24/7 de Interpol, que contienen bases de datos sobre personas, vehículos, armas y otros objetos involucrados en investigaciones penales, así como de los individuos solicitados internacionalmente.
*Arca de Paz se llama el barco-hospital militar enviado por la República Popular China, que deberá atracar el 22 de septiembre en el puerto marítimo de La Guaira. El martes se llevó a cabo en el auditorio de Bolipuertos Vargas la última reunión de coordinación de las autoridades venezolanas que se mantendrán en contacto con sus pares asiáticos. Aunque el Gobierno no lo ha dicho con claridad, lo que se maneja en medios militares es que esa embarcación fue enviada para llevar a cabo “atención primaria e intervenciones quirúrgicas” a la comunidad china en Venezuela, e igualmente a la población del estado Vargas. Esta es una forma sutil de reconocer la terrible crisis que atraviesa el sector salud en el país. Mientras tanto, desde Estados Unidos indican que la llegada del USNS Comfort a puertos colombianos –para atender al éxodo venezolano- se ha retardado en virtud de los huracanes que actualmente cruzan el Caribe, y que incluso podrían hacer necesario el uso de este hospital flotante en costas estadounidenses.
*El abandono de las tareas de vigilancia en las instalaciones del Metro de Caracas es evidente. La ausencia de autoridades se agudiza durante las primeras horas de la jornada y luego de las 9 pm. Un lector escribió al correo [email protected] para relatar un suceso del cual fue testigo: “La noche de este miércoles 5 de septiembre, se produjo nuevamente un robo masivo dentro de un tren Metrópolis de la Línea. Ocurrió cuando cinco antisociales abordaron en la estación Mamera. Se distribuyeron a lo largo de los dos últimos vagones del tren que tenía como destino Las Adjuntas, pasadas las 10:45 de la noche. Una vez en movimiento sentido a Ruiz Pineda los elementos que tenían entre 18 y 22 años de edad se levantaron y junto a los otros del grupo que abordaron en Mamera procedieron a cometer el robo. Uno de ellos con un arma de fuego exigía mantener en silencio a cada persona que despojaban de sus pertenencias. En Ruiz Pineda los sujetos salieron corriendo. Los usuarios asustados buscaron alguna autoridad o personal de guardia de la empresa que pudiera auxiliar, pero fue infructuoso. Muchos de ellos fueron despojados de alimentos”.