Carta al candidato, por Tulio Ramírez
Los usos universitarios nos indican, como bien lo saben los apreciados lectores, que hay que dirigirse a nuestros interlocutores respetando ciertos protocolos y venias de estilo. Por ejemplo, en la universidad se usan sustantivos como Profesor, Catedrático y Académico. En el mundo diplomático también se utiliza cierta nomenclatura para dirigirse al personal de carrera del servicio exterior.
Se les llama Cónsul, Encargado de Negocios, Embajadores y quizás con otro título que desconozco. Lo procedente entonces, es que yo me dirija a usted como Señor Embajador, sin embargo, con su permiso y perdón, me voy a permitir llamarlo simplemente, Edmundo.
Lo llamo así, no por irreverencia ni por parejero, como diría mi inolvidable tía Carmen, sino haciéndome eco de cómo lo reconocen hoy millones de venezolanos ávidos de un cambio político en Venezuela.
Espero no incomodarle, pero es que su nombre de pila, en esta Venezuela tan sufrida, es sinónimo de esperanza, alegría y de victoria. Por esta razón, a esos millones de compatriotas que aúpan su candidatura, nos hemos unido muchos profesores universitarios. Razones sobran.
Al igual que el 80% de los venezolanos, hemos sido testigos de la destrucción de un país y de nuestras universidades (el otro 20% que según las encuestas apoyan al otro, la verdad no sé dónde viven). Pero déjeme corregir, con respecto a la universidad más que testigos, hemos sido víctimas de esa política de ensañamiento contra todo lo que esté asociado al mérito, al saber, la ciencia, la investigación rigurosa y a la verdad.
No solo hemos visto como nuestras condiciones de vida se han deteriorado por culpa de los salarios de hambre, también la carrera académica ha sido devaluada de tal manera, que del alto valor social que otrora tenía, se ha transformado en “un segundo o tercer trabajo, como para no desprendernos totalmente de la universidad”.
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Estimado Edmundo, y nuevamente disculpe lo confianzudo, el proyecto político que desde 1999 está rigiendo al país, nunca ha considerado a la universidad como una institución estratégica. La política universitaria de la revolución nunca ha pensado a la universidad como un espacio para formar el talento que se requiere para lograr el progreso individual y colectivo, y mucho menos como espacio donde naturalmente se genera el nuevo conocimiento que permita resolver problemas locales, nacionales, regionales y mundiales.
La misión que se le asignó a la universidad fue otra. No me detendré a describirla, porque usted y yo la conocemos. Esa perversa misión se está cumpliendo a cabalidad en las universidades controladas por el gobierno, y en muchas de ellas, en contra de la voluntad de sus propias comunidades académicas. Mientras tanto, las casas de estudio que gozan de autonomía han pagado caro el negarse al voto de obediencia que se exige desde el poder. Por ello las tienen arrinconadas, sin presupuesto, sin recursos para la investigación, con cada vez menos profesores, y rebanando lo poco que queda de su autonomía.
Edmundo, discúlpeme nuevamente, es urgente un cambio para Venezuela. Los universitarios tenemos la esperanza y la convicción de que, desde la presidencia, impulsarás las transformaciones que conducirán al país hacia otros derroteros. Estamos seguros que Venezuela surgirá de entre las cenizas como el Ave Fénix. Será un país diferente, en el que se convoque a los mejores para que hagan lo que mejor saben hacer. Un país para todos y no para unos cuantos.
Los universitarios te ayudaremos en la reconstrucción, no solo porque anhelamos una universidad con suficientes recursos para que desde allí impulse la ciencia y la tecnología, también queremos que se reunifique la familia venezolana y vuelva la alegría y el sosiego a nuestras vidas. ¡Cuenta con nosotros!
Tulio Ramírez es abogado, sociólogo y Doctor en Educación. Director del Doctorado en Educación UCAB. Profesor en UCAB, UCV y UPEL.
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