Carta al ministro de educación, por Beltrán Vallejo
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Señor Héctor Rodríguez, Ministro del Poder Popular para la Educación en Venezuela.
Tengo entendido que usted ya presidió ese ministerio, de manera breve, y que además siendo usted joven tiene un recorrido significativo en diferentes áreas del alto poder, tanto durante el gobierno de Chávez como el de Maduro, además de las responsabilidades que tuvo como parlamentario y como “constituyentista”.
Por tales condiciones, me llama la atención sus recientes disposiciones ministeriales que se acompañan con un discurso donde se cuela una supuesta preocupación e interés ante la inobjetable crisis en el ámbito educativo. En ese sentido, dio algunas directrices para ver si se atiende la falta de docentes en los planteles escolares; al respecto, cabe destacar que ahí están los miles que desertaron porque profesión con hambre no dura, por lo que prefirieron realizar otras actividades que le generen más ingresos y mayor calidad de vida, y también están los que se fueron a otros países para sumarse a los más de siete millones de venezolanos de la diáspora.
Ahora bien, hay un personal que no entra en ese colectivo, y al respecto veo que han causado revuelo sus instrucciones porque también tienen como foco a esos docentes convertidos en activistas políticos, y que están en Comisión de Servicio en otros espacios de la administración pública, por lo que se exige que retornen a sus aulas, involucrando también ese proceso a empleados y obreros “comisionistas”. Cabe señalar que estas medidas se están desarrollando en estos momentos con la picardía de rigor, con incidencia clientelar y a medias o a regañadientes o de mentiritas. Veo también que se les suspendió el pago a varios docentes y a personal administrativo y obrero porque en años se dieron el tupe de estar en sus casas y no se aparecían por su lugar de trabajo con alguna justificación, lo que reflejaba más bien un impune clientelismo, una complicidad, la alcahuetería y otras cosillas desde los más altos espacios de la gerencia educativa hasta en el más sencillo director de alguna escuelita rural o urbana. Esto es un país de cómplices, señor Ministro; así lo han querido ustedes.
En fin, señor ministro, sus medidas y su discursito al menos están dando que hablar; pero lamentablemente en ustedes tiene primacía la retórica más que lo fundamental. En muchos de ustedes, altos funcionarios del madurismo, no hay franqueza, sino propaganda y propagandismo.
De todos modos, voy a hacer un ejercicio con usted, y me imaginaré que puedo darle recomendaciones. Sí, dar recomendaciones alguien como yo que también estuvo en aulas de clase, tanto en una escuela de pescadores, en liceos públicos como en privados, y hasta dije cosas en un salón de la UDO en un lejano semestre y también en un breve paso por la UNEFA. Me atrevo a opinar y darle sugerencias con sólo imaginarme que usted es un tipo preocupado. Repito, “imaginarme”.
Comienzo con decirle que sería bueno que usted respetuosamente le solicite a su jefe y a su élite de esbirros que les den libertad a los dirigentes sindicales del magisterio que están detenidos sin ninguna justificación legal, pero sí bajo una óptica represiva; eso en primer lugar. Dígales a sus mandones que una educación de calidad y digna no puede tener docentes presos sobre la base de expedientes amañados. Es más, que cese la represión y la persecución en el campo de los profesores y maestros.
Agrego, y usted debe pensar que no dejaré de recomendárselo, que da pena y tristeza el salario de los educadores venezolanos. Todo lo que usted diga y disponga se va a estrellar con ese muro que es el salario de hambre de los docentes de este país. Con esa miseria no hay ganas, ni motivación, ni estímulos, ni sueños como profesional de la enseñanza; hasta la voluntad y la vocación más férrea se dislocan con ese salario que es el más bajo de Latinoamérica, no sé si superamos al de Cuba y al de Haití.
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Y también le recomiendo que si quiere educación de calidad, pues que las autoridades de zonas educativas y jefes de municipios dejen de ser esbirros del PSUV; ya está bueno de tanta partidocracia mediocre, totalitaria, obcecada, clientelar, persecutoria y miserable en los planteles educativos y en las instancias burocráticas del Ministerio de educación. Que los directores de planteles pasen por concursos de credenciales y de oposición. Que los docentes que tienen la valentía de ofrecerse para trabajar en aulas pasen por concursos de credenciales; no hablo de los “concursos” a lo cuarta república, sino de concursos.
También ya está bueno de las supuestas instituciones educativas para la formación de docentes; aquí lo que abunda son espacios para la divulgación de una bagatela idiologética y de una retórica de pasquín politiquero. Que los centros de capacitación de los futuros educadores actualicen sus pensum de estudios y aporten mayores herramientas para el desarrollo de una enseñanza en función de fortalecer la comprensión lectora, la escritura y las matemáticas; en las universidades, liceos y escuelas persisten graves carencias en esas nociones; se trata de una juventud y de una muchachada atrofiada en esos aspectos. Y parece mentira, el internet, las redes sociales, los teléfonos y su etc. no están ayudando, no están enriqueciendo; más bien están obstaculizando.
Hablo todo esto, y me falta decirle que una verdadera revolución educativa también debe ser ética, de valores, de principios, y hasta de inteligencia emocional y de inteligencias múltiples(desempolvando a Gardner); por favor, pido desarrollar estas nociones como también solicito desempolvar a John Dewey, a Montessori, a Vygotsky, a Freinet, a Freire y a Prieto; y no me estoy yendo a antiguallas, sino que es primordial asumir estos clásicos para desempeñar la labor pedagógica en plena comprensión de estos tiempos de deshumanizada mediocracia internauta y de red de redes; por cierto, ¡cómo tiene vigencia urgente una radical formación en Educomunicación desde la primaria, segundaria y universitaria!
Señor ministro, la educación venezolana le causaría pena y vergüenza al propio Simón Rodríguez si estuviera vivo, y ni hablar de Bello. ¿Qué se puede decir de unos planteles donde todavía se imparte la enseñanza memorística o abunda la tramoya de la copia y peguismo en internet; donde no se impulsa la creatividad, la imaginación, el amor por la naturaleza, la comprensión de la historia, la motivación por el arte, la literatura o la ciencia; donde más impera el irrespeto entre docentes y alumnos, ente los mismos docentes, entre los mismos alumnos; donde también impera la flojera con el abuso?
Obvio que humildemente le recomiendo, o más bien se lo pido de rodillas, que regrese de manera perenne y con calidad nutritiva, con dignidad para los niños y jóvenes, los programas de alimentación y comedores para todos los planteles. ¡Plata sí hay! ¡No diga que no hay! Ya nadie les cree eso después de lo robado por Aissami.
Señor ministro, al menos lea esto.
Beltrán Vallejo es Licenciado de la Escuela de Humanidades y Educación de la UDO.