Carta de la luna a Nicolás Maduro, por Luis Ernesto Aparicio M.
Partiendo del principio de que al actual líder del régimen que mantiene el poder en Venezuela, siente atracción por la comunicación con elementos que componen a la naturaleza –solo basta recordar aquel cuento del pajarito, dijo era su «comandante» quien le hablaba; he pensado en esta misiva que la luna, si pudiera, le enviaría al susodicho:
Miraflores o Fuerte Tiuna
–Donde quiera que se encuentre–.
Aunque no sé cómo referirme a usted: autócrata, mandón, intransigente, totalitario, represor o despótico, lo voy a solucionar con solo llamarle Nicolás. Lo hago porque a mis ya casi 6 mil millones de años, continúo reservando el estimado o querido amigo solo a los de mi confianza y a quienes no lo son, como en este caso, solo me refiero por su nombre.
Hace algunos días estuve escuchando una declaración, o más bien una bufonada más de las suyas, que tiene la idea, más que la intención, de embarcar a venezolanos para acá. Que lo haría por intermedio del gobierno chino, ese que como usted se quiere eternizar para continuar subyugando a los ciudadanos que habitan en sus países.
En ese momento me ocasionó risas el escuchar semejante amenaza, y creo que al otro a quien no sabría como calificarle como lo hago con usted, también le daban muchas ganas de estallar a carcajadas Y no es porque algún venezolano no sea capaz de alcanzar los suficientes estudios como para que aterrice en mi casa y pueda experimentar con mi estructura.
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Me alarmó pensar que usted podría estar contemplando la idea de crear más angustias y penurias para los venezolanos, quienes huyen de su país en busca de una vida mejor en otros lugares, cruzando bosques, montañas y ríos, también especulen en saltar la distancia que me separa de ellos –aproximadamente 384,400 kilómetros– y terminen por estos lados.
La imaginación me invade y solo pienso que mis 3.474 kilómetros de diámetro sirvan para la construcción de una cárcel como la de Tocorón y deje a cargo de ese proyecto a algunos de sus ministros carcelarios, para que permitan la construcción de viviendas en su interior con parques temáticos y todas esas atracciones que la triste celebre banda criminal conocida como el Tren de Aragua, tenía en el lugar sin que nadie de sus compinches lo supiera –sí, como no–.
También me aterra que en sus sueños fantásticos –como aquel contado por su hijo, cuando los Dodgers de los Ángeles le firmarían como un gran prospecto y no sabe cómo lanzar una pelota de media– nombrara a Tareck El Aissami para que se ocupe de un programa de energía aquí, en mis predios y sea alterada mi órbita elíptica alrededor de la tierra y ya no tenga más que una fase oscura, como ha ocurrido con Pdvsa, Corpoelec y otros ministerios y chapuzas creadas por ustedes.
Antes de andar en aspavientos anunciando esa –poco probable mientras usted esté en el poder– aventura del lanzamiento de algún venezolano, que por supuesto sería alguien de sus afectos –espero que no sea Cabello– y egresado de alguna de las universidades de bolsillo que ha creado para arrancar el presupuesto necesario a las universidades autónomas, se dedique a revisar los datos que una conocida organización en Venezuela demostrando como la educación ha desaparecido entre las escuelas están derruidas y con maestros mal pagados.
Y es que, sin educación, ese disparate que a usted se le ocurrió ante su colega –por aquello de autócrata– de llegar hasta acá, no será posible, ni con la ayuda de la red de corrupción que saqueó a Pdvsa entre los regímenes liderados por su maestro predecesor y usted.
La verdad es que antes de lanzar a nadie, es mejor que trate de encontrar un punto de solución para que la democracia sea restablecida por completo en Venezuela. Termine de una vez por todas con el sistema de torturas y libere a todos los presos políticos y cesen las persecuciones.
En fin, detenga las constantes violaciones a los Derechos Humanos, que sus gorilas, bajo su venia, cometen a diario contra venezolanos inocentes que luchan, claman y reclaman por sobrevivir al caos y la miseria a la que usted les ha sometido, con un país donde unos pocos pueden comprar alimentos.
Deje de mentir y haga el favor de participar en unas elecciones limpias, sin ventajas y con observadores internacionales que puedan emitir opiniones sobre el o los procesos electorales. No le pido que renuncie –sería una maravilla, pero muy de una ilusa o iluso–, solo que participe de igual a igual –sin inhabilitados y esos trucos– en la próxima jornada electoral y le aseguro que estaré complacido de recibir al venezolano que, por sus capacidades y condiciones, merezca visitar mis predios.
Sin más,
La Luna
Luis Ernesto Aparicio M. es periodista, exjefe de Prensa de la MUD
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